
I. La historia de Elías y el Remanente
El capítulo 19 del Primer Libro de Reyes presenta uno de los momentos más dramáticos en la vida de Elías. En este pasaje, vemos cómo, inmediatamente después de haber experimentado una victoria milagrosa, Elías huye al desierto, presa de un intenso temor a causa de la amenaza de Jezabel. Allí, en medio de su desesperación, Dios se le acerca de manera asombrosa, lo toca y lo conduce nuevamente a su misión. Esta escena se aplica con gran fuerza a los creyentes de hoy, brindándoles consuelo, empatía y un llamado a tomar decisiones valientes. El pastor David Jang, en diversas predicaciones y enseñanzas, ha destacado los principios espirituales que se desprenden de la historia de Elías y la denominada “Teología del Remanente (Remnant Theology)”, subrayando que, mientras más confusa se vuelva la época, existe una promesa firme de Dios para quienes se aferran a Su voluntad.
Elías fue un gran profeta que sirvió durante el reinado de Ajab, en el norte de Israel. La Biblia describe a Ajab como un rey “malo, y además el peor de todos”, y esta maldad se ve magnificada por la influencia de Jezabel, su esposa, quien extendió la adoración a Baal por todo el país. En 1 Reyes 18, Elías se enfrenta en el monte Carmelo a 450 profetas de Baal y 400 profetas de Astarté (Asera), y demuestra con un gran milagro que el Dios de Israel es el único y verdadero Dios. Sin embargo, poco después de esa victoria, Jezabel le hace saber a Elías que planea matarlo. Lleno de pánico, Elías huye a Beerseba, y luego se adentra en el desierto, donde, bajo un enebro, ruega a Dios que le quite la vida.
Esta parte es sorprendentemente humana. Un instante antes, Elías había sido el instrumento de un poderoso milagro que manifestó la gloria de Dios; ahora, atemorizado por Jezabel, se encuentra sumido en una profunda desesperación y vulnerabilidad. Pero en ese estado de abatimiento, Dios satisface sus necesidades físicas con alimento y bebida del cielo, y lo restaura espiritualmente. La frase “El ángel lo tocó y le dijo: ‘Levántate y come’” ilustra con fuerza la compasión divina hacia Elías. Esto se conecta con Hebreos 1:14, un versículo que el pastor David Jang cita con frecuencia (“¿No son todos ellos espíritus ministradores…?”), y demuestra cómo Dios cuida de Su pueblo a través de ángeles o incluso de medios imprevistos (como los cuervos). Para el creyente de hoy, este hecho refuerza la verdad de que jamás estamos solos, por más aislados que nos sintamos.
Con la fuerza del alimento sobrenatural que recibió, Elías camina cuarenta días y cuarenta noches hasta llegar al monte Horeb. Allí, en una cueva, escucha nuevamente la voz de Dios:
“Cuando el Señor pasaba, un viento poderoso y violento partía las montañas y quebraba las peñas delante del Señor, pero el Señor no estaba en el viento. Tras el viento hubo un terremoto, pero el Señor no estaba en el terremoto. Tras el terremoto hubo fuego, pero el Señor tampoco estaba en el fuego. Y después del fuego se oyó un murmullo apacible y delicado.” (1 Re 19:11-12)
Esta escena es profundamente simbólica. Dios a veces se revela a través de grandes milagros y prodigios, pero la enseñanza clave es que el mensaje más importante llega a través de la “voz suave y apacible”. Gracias a esta palabra, Elías, en medio de su depresión y temor, logra levantarse y reencontrar su vocación.
En este contexto, Dios le hace repetidamente la misma pregunta a Elías: “¿Qué haces aquí, Elías?”. En ella se percibe cierta reprensión, como si Dios le dijera: “¿Por qué estás aquí, sin hacer lo que debes hacer?”. Elías responde: “Sólo yo he quedado, y me buscan para quitarme la vida”. Este lamento: “Sólo yo he quedado” expresa la soledad y el abatimiento que todos podemos experimentar al servir a Dios. Pero el Señor corrige la visión de Elías al decirle: “Me he reservado siete mil en Israel, cuyas rodillas no se doblaron ante Baal”. Aquí radica la esencia de la llamada “Teología del Remanente (Remnant Theology)”: aunque a los ojos humanos parezca que todo el pueblo se ha rendido a la idolatría y que uno está totalmente solo, Dios ya ha preparado a siete mil que no han cedido.
El pastor David Jang desarrolla esta “Teología del Remanente” basándose en dos puntos principales:
- Existen ‘personas escondidas’ que no podemos encontrar con fuerzas meramente humanas. Por muy oscura que sea la época espiritualmente hablando, por más que la sociedad parezca dominada por el mamón (amor desordenado al dinero), por la idolatría (Baal) o la inmoralidad, Dios sigue ejerciendo Su soberanía. Por ende, Su plan de salvación y Su providencia no se rompen jamás, y siempre hay una “simiente” que permanece. Este principio no sólo se aplica al Antiguo Testamento, sino también al Nuevo Testamento y a la Iglesia actual.
- Esos ‘remanentes’ se convierten en la fuerza impulsora que transforma la historia. Dios no guardó a los “siete mil que no doblaron sus rodillas ante Baal” sólo para que fueran un simple número, sino porque, al igual que Elías y Eliseo, ellos estaban llamados a ser líderes fundamentales que preservarían y transmitirían la verdad de Dios, influyendo en el rumbo de los acontecimientos. Tal como señala Romanos 9:27-29, aunque los israelitas sean tan numerosos como la arena del mar, “sólo el remanente será salvo”. Esto demuestra que Dios preserva cierta “semilla de fe” para mantener la línea de la salvación. Asimismo, Isaías 1:9 añade que, si no fuera por ese pequeño grupo que el Señor de los ejércitos ha dejado, “habríamos llegado a ser como Sodoma y Gomorra”. Así, en medio del juicio divino, el remanente actúa como un “arca de gracia”.
La “Teología del Remanente (Remnant Theology)” es un tema recurrente en las predicaciones y enseñanzas del pastor David Jang, y cobra especial relevancia para la Iglesia contemporánea y el movimiento misionero mundial. En sus mensajes, insta a los evangelistas a recordar este concepto cuando parten a anunciar el evangelio a las naciones. Tal vez a nuestros ojos la tierra parezca muy dura y la gente indiferente al evangelio; pero, tal como Elías creyó estar solo mientras existían otros siete mil fieles, Dios ya ha dejado en ese lugar “remanentes” dispuestos a recibir las buenas nuevas. El evangelista no debe pensar: “Yo los voy a cambiar”, sino: “Dios ya ha preparado esos corazones, y yo sólo debo encontrarlos y predicarles”. Con esa certeza puede obrar con valentía.
Un claro ejemplo de esto se ve en Hechos 18, cuando Pablo, en medio de persecución y rechazo en Corinto, siente temor. En una visión nocturna, el Señor le dice: “No temas, habla y no calles, porque tengo mucho pueblo en esta ciudad” (Hch 18:9-10). Aun cuando aparentemente nadie escuchaba, Dios ya había preparado corintios que acogerían la Palabra. Así se fundó la Iglesia de Corinto, que llegaría a ser un centro fundamental para la expansión del evangelio a los gentiles. Este pasaje muestra que la “Teología del Remanente” anima a los creyentes a salir con valentía, confiados en que Dios ya ha preparado a personas con las que Él mismo se ha propuesto obrar. El relato de Elías es la imagen veterotestamentaria más representativa de este principio.
Por otro lado, la “Teología del Remanente” no debe malinterpretarse como un “no tengo nada que hacer”. Elías, en obediencia, unge a Hazael como rey de Siria y a Jehú como rey de Israel, y prepara a Eliseo para que le suceda en el ministerio profético. Es decir, confiar en la soberanía de Dios y en Su providencia no excluye nuestras responsabilidades y nuestra obediencia. El pastor David Jang también lo recalca repetidamente: “Dios ya ha elegido a algunos, no temas ni retrocedas; pero, aunque no veas de inmediato esa persona, cumple con fidelidad la obra que se te ha encomendado”. En la vida de Elías y en la de Pablo vemos ese equilibrio: Dios les asegura Su presencia y Su promesa, y ellos responden con perseverancia y oración, dedicándose a fondo a la misión.
En ese sentido, la historia de Elías en 1 Reyes 19 y la “Teología del Remanente” siguen siendo vigentes hoy. Cuando las circunstancias lucen oscuras y difíciles, cuando uno siente que está solo en la batalla, conviene recordar que Dios siempre tiene un remanente. Esta verdad es un fundamento que sostiene la fe de cada uno, a la vez que aporta una visión esperanzadora para la Iglesia y su misión universal. Dios obra, a veces de maneras inimaginables, alimentándonos con cuervos, enviándonos ángeles y preservando a siete mil que nunca se rindieron. Por eso, el cristiano no tiene razón para caer en la desesperación. Aun cuando Elías temía por su vida, Dios se acercó con una “voz suave y apacible” y le preguntó: “¿Qué haces aquí?”. Luego, lo envió de nuevo al mundo para cumplir su misión. Dicho de otro modo, este mensaje nos invita a no rendirnos ni quedarnos inmóviles, aunque estemos rodeados de sequía y crisis.
Asimismo, la “Teología del Remanente” lleva implícito un llamado al sentido de vocación. Pablo dice en Romanos 10 que, sin alguien que predique, la gente no puede oír. Esto significa que, aunque haya personas preparadas por Dios para recibir la Palabra, sin predicadores que les anuncien el mensaje, ellos no podrán creer. Es como un agricultor que siembra la semilla: no se cosecha inmediatamente, pero, en el tiempo señalado, brota el fruto. Aunque la tierra parezca estéril, si Dios ha plantado allí Su remanente, podemos esperar cosecha. Quien predica no debe temer la falta de resultados. Siempre habrá oídos dispuestos a escuchar. Lo importante es no desistir ni rendirse, poniendo como excusa la aparente dureza del terreno o la falta de esperanza.
En resumen, la historia de Elías y la “Teología del Remanente” enseñan que “Dios obra de manera muy superior a lo que nosotros podemos imaginar”. Aun cuando Elías se sintió tan abatido que deseó la muerte, el plan de Dios seguía en marcha. Y aunque exclamó “¡Solo yo he quedado!”, no era verdad. Había todavía otros siete mil fieles. El pastor David Jang expone estas verdades con insistencia, recalcando: “En tu ministerio, aunque te sientas solo o pienses que todo es imposible, no temas ni te rindas, pues Dios ya ha preparado a Sus remanentes”. Este mensaje, más allá de ser parte de una historia antigua, sigue siendo una palabra de aliento y desafío absolutamente necesaria para nuestra época. A través de la “Teología del Remanente” percibimos cómo Dios actúa como Señor de la historia, y recuperamos la valentía y el compromiso para anunciar el evangelio.
II. La práctica de la Iglesia contemporánea
La experiencia espiritual de Elías, descrita en 1 Reyes 19, y la “Teología del Remanente (Remnant Theology)” plantean la cuestión: ¿cómo puede aplicarse esto de manera concreta a la Iglesia de hoy? ¿Y cómo ha puesto en práctica el pastor David Jang estas enseñanzas en su ministerio? En esta sección abordaremos las directrices que la Iglesia ha de seguir a la luz de la historia de Elías, haciendo especial énfasis en los valores y las prácticas que el pastor David Jang considera fundamentales.
El primer principio que la Iglesia contemporánea no puede pasar por alto es la fe en “Emanuel, el Dios con nosotros”. A pesar de que Elías presenció un milagro extraordinario en el monte Carmelo, al enfrentarse a la amenaza de Jezabel se sintió solo y cayó en el miedo. Sin embargo, Dios nunca lo había abandonado, sino que lo sustentó a través de cuervos y ángeles. Según el pastor David Jang, “la mayor crisis de la Iglesia actual no es el descenso en la membresía ni la secularización; es el olvido de la presencia viva y concreta de Dios con nosotros”. Aunque los creyentes asistan a los cultos y participen en diversas actividades, si su conciencia de “Dios está vivo y obra hoy” se debilita, es fácil caer en la superficialidad, el temor o la desesperación. Por eso, antes de cualquier plan o programa, la Iglesia debe recuperar la convicción de que “Dios está presente y actúa”.
El segundo aspecto práctico es “un enfoque misionero y evangelístico centrado en el terreno real”. Elías recibió provisión de maneras diversas: a través de un ángel, de los cuervos y de la viuda de Sarepta. Dichas experiencias concretas reforzaron la fe de Elías en el cuidado real de Dios, capacitándolo para recorrer todo Israel en su ministerio. El pastor David Jang sostiene que la Iglesia debería brindar a sus miembros oportunidades de “encuentro real con el campo”, por ejemplo, mediante misiones de corto plazo, proyectos de servicio social, misiones locales, etc. Así, los creyentes podrán presenciar personalmente cómo Dios “ya tiene preparadas” a las personas y situaciones en cada lugar. En múltiples ocasiones, él mismo ha compartido su testimonio al respecto: incluso en lugares aparentemente duros y cerrados al evangelio, Dios permite descubrir a aquellos que son “como los siete mil que no doblaron sus rodillas ante Baal”. Esa vivencia renueva la pasión y el sentido de misión de toda la comunidad de fe.
En este punto, el pastor David Jang a menudo cita Ezequiel 3:11: “Habla, les guste o no les guste, y diles: ‘Esto dice el Señor’”. El evangelista no se deja llevar por la reacción inmediata de la gente ni se obsesiona con los resultados visibles, sino que predica constantemente, confiando en que la Palabra de Dios es la semilla que, a su debido tiempo, fructificará. En Hechos 28, Pablo expone que existe un cierto “misterio de la incredulidad”: ante el mismo mensaje, algunos se abren y otros se cierran, sin que sea fácil comprender por qué. Lo esencial es que “para que alguien oiga, alguien tiene que hablar”. Así pues, la Iglesia, segura de que Dios “tiene mucho pueblo” en cada lugar, debe proclamar el evangelio sin cesar.
Ahora bien, ¿qué relación tiene la “Teología del Remanente (Remnant Theology)” con la formación de discípulos dentro de la Iglesia? El pastor David Jang subraya que hay mucho que aprender de la relación entre Elías y Eliseo. Dios ordenó que Elías ungiera a Eliseo para que fuera profeta en su lugar. Esto nos recuerda la necesidad de formar a la siguiente generación de líderes espirituales, tal como Jesús lo hizo con los doce discípulos y Pablo con Timoteo. La Iglesia no debería limitarse a aumentar el número de miembros; debe preparar a futuros “remanentes” mediante formación bíblica, oración, obediencia y servicio. Los pastores y líderes deben concentrarse en edificar a cada creyente como “un siervo fiel que Dios ya ha llamado”. Esta ha sido una de las enseñanzas centrales del pastor David Jang a lo largo de su ministerio.
Asimismo, a la hora de “buscar a las personas que Dios ya ha preparado”, la estrategia evangelística o misionera debe ser flexible y dinámica. Cuando Elías se topa con la viuda de Sarepta, le pide con valentía que primero le prepare un pan con lo poco que tenía. A simple vista, esto podía resultar ofensivo o exigente, pero Elías habló con la confianza de que Dios la había preparado de antemano, y ella respondió con fe. De igual manera, en la labor evangelizadora, no debemos quedarnos analizando en exceso si la gente “va a aceptar o no” antes de compartirles el mensaje. Si creemos que Dios “ya ha preparado a las personas”, seremos libres para testificar sin miedo. El pastor David Jang ha promovido en muchas ciudades y países la apertura de nuevas iglesias aplicando un método similar: “ve, enseña la Palabra, ora y busca a quienes responden”. En otras palabras, no se trata de medir el éxito por logros humanos, sino de confiar en que “la obra es de Dios y Él conoce Sus planes y tiempos”.
Algo que el pastor David Jang enfatiza con insistencia es que, para un evangelista que cree en la “Teología del Remanente”, la clave no es la planificación estratégica o la sofisticación, sino la “vigilancia espiritual”. Cuando Elías estaba agotado en el desierto, aun dormido, no ignoró la voz y el toque del ángel. Para que los líderes y los creyentes de hoy puedan encontrarse con las personas “preparadas por Dios”, es imprescindible que estén alerta en el Espíritu, orando constantemente: “Señor, ¿a quién quieres que alcance hoy a través de mí?”. A menudo, sin buscarlo, se presentan personas con quienes se puede formar una comunidad de fe que transforme matrimonios, familias y ciudades enteras.
Otro punto a aclarar es que la “Teología del Remanente” no debe convertirse en una visión exclusivista. Algunos, erróneamente, asumen que “nosotros somos los únicos correctos y el resto está equivocado”. Sin embargo, la historia de Elías muestra que Dios corrige su actitud autosuficiente. Elías decía: “Solo yo he quedado”, pero Dios le respondió que había siete mil fieles más. Así que el remanente no se considera a sí mismo mejor que los demás. Más bien, es consciente de que Dios, por Su misericordia, lo ha preservado y llamado para Su obra. El pastor David Jang subraya que la Iglesia debe mantener siempre la humildad. El remanente no presume de su elección; en lugar de eso, agradece y se asombra de que Dios lo incluya en Su plan.
Del mismo modo, si la Iglesia desea poner en práctica la “Teología del Remanente”, sus criterios para valorar a las personas deben diferir de los estándares meramente humanos. Incluso alguien que parezca pobre, carente de estudios o que pase por dificultades económicas, puede ser “la simiente que Dios ha dejado”. La viuda de Sarepta no era alguien de posición notable, pero jugó un papel vital en la historia de la salvación (o de la “alianza divina” en el Antiguo Testamento). El pastor David Jang advierte a los líderes: “Nunca menosprecien ni subestimen el valor de un alma”. Guiarse únicamente por lo que se ve externamente podría llevarnos a pasar por alto a esos “siete mil” que no se han doblegado.
La “Teología del Remanente” no sólo es relevante para la evangelización y las misiones, sino también para la pastoral interna y la formación de discípulos en la Iglesia. Cuando la Iglesia reconoce en cada miembro a un “remanente valioso ante Dios”, procura descubrir y desarrollar los dones y el potencial de cada uno. En este proceso, es esencial que los líderes dejen de ver a la gente como meros “instrumentos para el crecimiento de la Iglesia” o “medios para obtener recursos”, y empiecen a verlos como un preciado legado que Dios ha guardado. El pastor David Jang insiste en la importancia de la “formación” y la “enseñanza bíblica” para que cada creyente comprenda: “Soy un remanente de Dios para esta generación”. Cuando uno entiende esto, su perspectiva de la vida cambia. En la Iglesia, en la familia, en el trabajo, en cualquier lugar, se enciende la expectativa de “¿A quién quiere Dios que conozca hoy? ¿Qué propósito quiere cumplir a través de mí?”.
En concreto, el pastor David Jang recomienda métodos como “leer la Biblia juntos” y “orar en base a la Escritura”. Por ejemplo, se pueden aprovechar planes de lectura bíblica de uno o dos años, o grupos pequeños de estudio sistemático. En São Paulo, Nueva York o incluso en pequeñas iglesias africanas, se ha observado que cuando una comunidad se organiza alrededor de la lectura de la Palabra, la comunión y la oración, la vida de la gente comienza a transformarse. Por eso el pastor David Jang alerta: “Antes de crear más programas, examinemos si estamos viviendo sobre el cimiento de la Palabra que ya tenemos”. Al fin y al cabo, Elías obedeció la “Palabra” de Dios, Eliseo se formó bajo esa misma “Palabra”, y los siete mil permanecieron fieles a la “Palabra” en lugar de inclinarse ante el falso mensaje de Baal.
La historia de Elías en 1 Reyes 19 y la “Teología del Remanente (Remnant Theology)” ofrecen a la Iglesia actual no sólo una enseñanza teológica, sino una guía práctica de acción. El pastor David Jang destaca este principio en su ministerio, insistiendo en que la prioridad de la Iglesia no es perseguir el éxito visible ni el poder terrenal, sino “pararse firmemente en la convicción de que Dios está con nosotros y ha preparado a un remanente” y, a la vez, “descubrir y formar a esos remanentes para que sean discípulos fieles”. Elías, a pesar de sentir un gran temor, se levantó de su depresión y lideró un cambio radical en Israel. Del mismo modo, hoy, mediante la Iglesia, puede surgir una renovación espiritual. Y esa renovación no se apoya en eventos grandiosos o en la fuerza humana, sino en la búsqueda y la comunión con aquellos “siete mil” escondidos. El núcleo del mensaje del pastor David Jang es: “Dios lo tiene todo preparado. Confiemos en Su providencia y salgamos con valentía, pero con humildad, valorando a cada persona y formándola en la fe”.
El mensaje de 1 Reyes 19 no es sólo una historia del pasado. También hoy, cuando nos sintamos exhaustos en nuestra misión, Dios vendrá a tocarnos con ternura y a nutrirnos. Y aunque pensemos “sólo yo he quedado”, lo cierto es que hay muchos más. Por eso, en cada momento de soledad, recordemos esta palabra y cobremos valentía. Cuando la Iglesia se fortalece con esta clase de ánimo, deja de temer la imposibilidad de planes como la “evangelización de las ciudades”, la “reforma del país” o las “misiones mundiales”. No debemos conformarnos con “vientos, terremotos y fuego” como manifestaciones externas; hay que permanecer alertas a la “voz suave y apacible”. Esa sensibilidad espiritual es el recurso más urgente que la Iglesia de nuestros días necesita recuperar.
En definitiva, la historia de Elías y la “Teología del Remanente (Remnant Theology)” reafirman nuestras coordenadas y nuestro objetivo tanto a nivel individual como comunitario y misionero. El pastor David Jang ha trabajado para llevar estas ideas a la práctica, enfatizando la evangelización en el campo misionero centrada en “encontrar a los que están preparados”, la formación interna para “valorar a cada persona y cimentarla en la Palabra”, y la vivencia cotidiana de la “compañía de Dios”. Todo esto se apoya en la convicción de que “Dios es soberano de toda la historia”. Al igual que Elías, podemos sentir miedo y soledad, pero no abandonamos nuestra labor, porque creemos que Dios ya tiene Sus “siete mil” preparados. Por medio de esas iglesias y creyentes fieles, Su Reino se sigue extendiendo hoy, y la justicia y la santidad del Reino de Dios continúan impactando al mundo. Como pasó con Elías y Eliseo, muchos otros líderes ungirán a la próxima generación, perpetuando la obra de Dios. Cualquiera que se sume a esta tarea es un “Elías de hoy” y forma parte de esos “siete mil” que permanecen. Mantengamos vivo el recuerdo de esta verdad.