David Jang – Elías y el Remanente


I. La historia de Elías y el Remanente

El capítulo 19 del Primer Libro de Reyes presenta uno de los momentos más dramáticos en la vida de Elías. En este pasaje, vemos cómo, inmediatamente después de haber experimentado una victoria milagrosa, Elías huye al desierto, presa de un intenso temor a causa de la amenaza de Jezabel. Allí, en medio de su desesperación, Dios se le acerca de manera asombrosa, lo toca y lo conduce nuevamente a su misión. Esta escena se aplica con gran fuerza a los creyentes de hoy, brindándoles consuelo, empatía y un llamado a tomar decisiones valientes. El pastor David Jang, en diversas predicaciones y enseñanzas, ha destacado los principios espirituales que se desprenden de la historia de Elías y la denominada “Teología del Remanente (Remnant Theology)”, subrayando que, mientras más confusa se vuelva la época, existe una promesa firme de Dios para quienes se aferran a Su voluntad.

Elías fue un gran profeta que sirvió durante el reinado de Ajab, en el norte de Israel. La Biblia describe a Ajab como un rey “malo, y además el peor de todos”, y esta maldad se ve magnificada por la influencia de Jezabel, su esposa, quien extendió la adoración a Baal por todo el país. En 1 Reyes 18, Elías se enfrenta en el monte Carmelo a 450 profetas de Baal y 400 profetas de Astarté (Asera), y demuestra con un gran milagro que el Dios de Israel es el único y verdadero Dios. Sin embargo, poco después de esa victoria, Jezabel le hace saber a Elías que planea matarlo. Lleno de pánico, Elías huye a Beerseba, y luego se adentra en el desierto, donde, bajo un enebro, ruega a Dios que le quite la vida.

Esta parte es sorprendentemente humana. Un instante antes, Elías había sido el instrumento de un poderoso milagro que manifestó la gloria de Dios; ahora, atemorizado por Jezabel, se encuentra sumido en una profunda desesperación y vulnerabilidad. Pero en ese estado de abatimiento, Dios satisface sus necesidades físicas con alimento y bebida del cielo, y lo restaura espiritualmente. La frase “El ángel lo tocó y le dijo: ‘Levántate y come’” ilustra con fuerza la compasión divina hacia Elías. Esto se conecta con Hebreos 1:14, un versículo que el pastor David Jang cita con frecuencia (“¿No son todos ellos espíritus ministradores…?”), y demuestra cómo Dios cuida de Su pueblo a través de ángeles o incluso de medios imprevistos (como los cuervos). Para el creyente de hoy, este hecho refuerza la verdad de que jamás estamos solos, por más aislados que nos sintamos.

Con la fuerza del alimento sobrenatural que recibió, Elías camina cuarenta días y cuarenta noches hasta llegar al monte Horeb. Allí, en una cueva, escucha nuevamente la voz de Dios:

“Cuando el Señor pasaba, un viento poderoso y violento partía las montañas y quebraba las peñas delante del Señor, pero el Señor no estaba en el viento. Tras el viento hubo un terremoto, pero el Señor no estaba en el terremoto. Tras el terremoto hubo fuego, pero el Señor tampoco estaba en el fuego. Y después del fuego se oyó un murmullo apacible y delicado.” (1 Re 19:11-12)

Esta escena es profundamente simbólica. Dios a veces se revela a través de grandes milagros y prodigios, pero la enseñanza clave es que el mensaje más importante llega a través de la “voz suave y apacible”. Gracias a esta palabra, Elías, en medio de su depresión y temor, logra levantarse y reencontrar su vocación.

En este contexto, Dios le hace repetidamente la misma pregunta a Elías: “¿Qué haces aquí, Elías?”. En ella se percibe cierta reprensión, como si Dios le dijera: “¿Por qué estás aquí, sin hacer lo que debes hacer?”. Elías responde: “Sólo yo he quedado, y me buscan para quitarme la vida”. Este lamento: “Sólo yo he quedado” expresa la soledad y el abatimiento que todos podemos experimentar al servir a Dios. Pero el Señor corrige la visión de Elías al decirle: “Me he reservado siete mil en Israel, cuyas rodillas no se doblaron ante Baal”. Aquí radica la esencia de la llamada “Teología del Remanente (Remnant Theology)”: aunque a los ojos humanos parezca que todo el pueblo se ha rendido a la idolatría y que uno está totalmente solo, Dios ya ha preparado a siete mil que no han cedido.

El pastor David Jang desarrolla esta “Teología del Remanente” basándose en dos puntos principales:

  1. Existen ‘personas escondidas’ que no podemos encontrar con fuerzas meramente humanas. Por muy oscura que sea la época espiritualmente hablando, por más que la sociedad parezca dominada por el mamón (amor desordenado al dinero), por la idolatría (Baal) o la inmoralidad, Dios sigue ejerciendo Su soberanía. Por ende, Su plan de salvación y Su providencia no se rompen jamás, y siempre hay una “simiente” que permanece. Este principio no sólo se aplica al Antiguo Testamento, sino también al Nuevo Testamento y a la Iglesia actual.
  2. Esos ‘remanentes’ se convierten en la fuerza impulsora que transforma la historia. Dios no guardó a los “siete mil que no doblaron sus rodillas ante Baal” sólo para que fueran un simple número, sino porque, al igual que Elías y Eliseo, ellos estaban llamados a ser líderes fundamentales que preservarían y transmitirían la verdad de Dios, influyendo en el rumbo de los acontecimientos. Tal como señala Romanos 9:27-29, aunque los israelitas sean tan numerosos como la arena del mar, “sólo el remanente será salvo”. Esto demuestra que Dios preserva cierta “semilla de fe” para mantener la línea de la salvación. Asimismo, Isaías 1:9 añade que, si no fuera por ese pequeño grupo que el Señor de los ejércitos ha dejado, “habríamos llegado a ser como Sodoma y Gomorra”. Así, en medio del juicio divino, el remanente actúa como un “arca de gracia”.

La “Teología del Remanente (Remnant Theology)” es un tema recurrente en las predicaciones y enseñanzas del pastor David Jang, y cobra especial relevancia para la Iglesia contemporánea y el movimiento misionero mundial. En sus mensajes, insta a los evangelistas a recordar este concepto cuando parten a anunciar el evangelio a las naciones. Tal vez a nuestros ojos la tierra parezca muy dura y la gente indiferente al evangelio; pero, tal como Elías creyó estar solo mientras existían otros siete mil fieles, Dios ya ha dejado en ese lugar “remanentes” dispuestos a recibir las buenas nuevas. El evangelista no debe pensar: “Yo los voy a cambiar”, sino: “Dios ya ha preparado esos corazones, y yo sólo debo encontrarlos y predicarles”. Con esa certeza puede obrar con valentía.

Un claro ejemplo de esto se ve en Hechos 18, cuando Pablo, en medio de persecución y rechazo en Corinto, siente temor. En una visión nocturna, el Señor le dice: “No temas, habla y no calles, porque tengo mucho pueblo en esta ciudad” (Hch 18:9-10). Aun cuando aparentemente nadie escuchaba, Dios ya había preparado corintios que acogerían la Palabra. Así se fundó la Iglesia de Corinto, que llegaría a ser un centro fundamental para la expansión del evangelio a los gentiles. Este pasaje muestra que la “Teología del Remanente” anima a los creyentes a salir con valentía, confiados en que Dios ya ha preparado a personas con las que Él mismo se ha propuesto obrar. El relato de Elías es la imagen veterotestamentaria más representativa de este principio.

Por otro lado, la “Teología del Remanente” no debe malinterpretarse como un “no tengo nada que hacer”. Elías, en obediencia, unge a Hazael como rey de Siria y a Jehú como rey de Israel, y prepara a Eliseo para que le suceda en el ministerio profético. Es decir, confiar en la soberanía de Dios y en Su providencia no excluye nuestras responsabilidades y nuestra obediencia. El pastor David Jang también lo recalca repetidamente: “Dios ya ha elegido a algunos, no temas ni retrocedas; pero, aunque no veas de inmediato esa persona, cumple con fidelidad la obra que se te ha encomendado”. En la vida de Elías y en la de Pablo vemos ese equilibrio: Dios les asegura Su presencia y Su promesa, y ellos responden con perseverancia y oración, dedicándose a fondo a la misión.

En ese sentido, la historia de Elías en 1 Reyes 19 y la “Teología del Remanente” siguen siendo vigentes hoy. Cuando las circunstancias lucen oscuras y difíciles, cuando uno siente que está solo en la batalla, conviene recordar que Dios siempre tiene un remanente. Esta verdad es un fundamento que sostiene la fe de cada uno, a la vez que aporta una visión esperanzadora para la Iglesia y su misión universal. Dios obra, a veces de maneras inimaginables, alimentándonos con cuervos, enviándonos ángeles y preservando a siete mil que nunca se rindieron. Por eso, el cristiano no tiene razón para caer en la desesperación. Aun cuando Elías temía por su vida, Dios se acercó con una “voz suave y apacible” y le preguntó: “¿Qué haces aquí?”. Luego, lo envió de nuevo al mundo para cumplir su misión. Dicho de otro modo, este mensaje nos invita a no rendirnos ni quedarnos inmóviles, aunque estemos rodeados de sequía y crisis.

Asimismo, la “Teología del Remanente” lleva implícito un llamado al sentido de vocación. Pablo dice en Romanos 10 que, sin alguien que predique, la gente no puede oír. Esto significa que, aunque haya personas preparadas por Dios para recibir la Palabra, sin predicadores que les anuncien el mensaje, ellos no podrán creer. Es como un agricultor que siembra la semilla: no se cosecha inmediatamente, pero, en el tiempo señalado, brota el fruto. Aunque la tierra parezca estéril, si Dios ha plantado allí Su remanente, podemos esperar cosecha. Quien predica no debe temer la falta de resultados. Siempre habrá oídos dispuestos a escuchar. Lo importante es no desistir ni rendirse, poniendo como excusa la aparente dureza del terreno o la falta de esperanza.

En resumen, la historia de Elías y la “Teología del Remanente” enseñan que “Dios obra de manera muy superior a lo que nosotros podemos imaginar”. Aun cuando Elías se sintió tan abatido que deseó la muerte, el plan de Dios seguía en marcha. Y aunque exclamó “¡Solo yo he quedado!”, no era verdad. Había todavía otros siete mil fieles. El pastor David Jang expone estas verdades con insistencia, recalcando: “En tu ministerio, aunque te sientas solo o pienses que todo es imposible, no temas ni te rindas, pues Dios ya ha preparado a Sus remanentes”. Este mensaje, más allá de ser parte de una historia antigua, sigue siendo una palabra de aliento y desafío absolutamente necesaria para nuestra época. A través de la “Teología del Remanente” percibimos cómo Dios actúa como Señor de la historia, y recuperamos la valentía y el compromiso para anunciar el evangelio.


II. La práctica de la Iglesia contemporánea

La experiencia espiritual de Elías, descrita en 1 Reyes 19, y la “Teología del Remanente (Remnant Theology)” plantean la cuestión: ¿cómo puede aplicarse esto de manera concreta a la Iglesia de hoy? ¿Y cómo ha puesto en práctica el pastor David Jang estas enseñanzas en su ministerio? En esta sección abordaremos las directrices que la Iglesia ha de seguir a la luz de la historia de Elías, haciendo especial énfasis en los valores y las prácticas que el pastor David Jang considera fundamentales.

El primer principio que la Iglesia contemporánea no puede pasar por alto es la fe en “Emanuel, el Dios con nosotros”. A pesar de que Elías presenció un milagro extraordinario en el monte Carmelo, al enfrentarse a la amenaza de Jezabel se sintió solo y cayó en el miedo. Sin embargo, Dios nunca lo había abandonado, sino que lo sustentó a través de cuervos y ángeles. Según el pastor David Jang, “la mayor crisis de la Iglesia actual no es el descenso en la membresía ni la secularización; es el olvido de la presencia viva y concreta de Dios con nosotros”. Aunque los creyentes asistan a los cultos y participen en diversas actividades, si su conciencia de “Dios está vivo y obra hoy” se debilita, es fácil caer en la superficialidad, el temor o la desesperación. Por eso, antes de cualquier plan o programa, la Iglesia debe recuperar la convicción de que “Dios está presente y actúa”.

El segundo aspecto práctico es “un enfoque misionero y evangelístico centrado en el terreno real”. Elías recibió provisión de maneras diversas: a través de un ángel, de los cuervos y de la viuda de Sarepta. Dichas experiencias concretas reforzaron la fe de Elías en el cuidado real de Dios, capacitándolo para recorrer todo Israel en su ministerio. El pastor David Jang sostiene que la Iglesia debería brindar a sus miembros oportunidades de “encuentro real con el campo”, por ejemplo, mediante misiones de corto plazo, proyectos de servicio social, misiones locales, etc. Así, los creyentes podrán presenciar personalmente cómo Dios “ya tiene preparadas” a las personas y situaciones en cada lugar. En múltiples ocasiones, él mismo ha compartido su testimonio al respecto: incluso en lugares aparentemente duros y cerrados al evangelio, Dios permite descubrir a aquellos que son “como los siete mil que no doblaron sus rodillas ante Baal”. Esa vivencia renueva la pasión y el sentido de misión de toda la comunidad de fe.

En este punto, el pastor David Jang a menudo cita Ezequiel 3:11: “Habla, les guste o no les guste, y diles: ‘Esto dice el Señor’”. El evangelista no se deja llevar por la reacción inmediata de la gente ni se obsesiona con los resultados visibles, sino que predica constantemente, confiando en que la Palabra de Dios es la semilla que, a su debido tiempo, fructificará. En Hechos 28, Pablo expone que existe un cierto “misterio de la incredulidad”: ante el mismo mensaje, algunos se abren y otros se cierran, sin que sea fácil comprender por qué. Lo esencial es que “para que alguien oiga, alguien tiene que hablar”. Así pues, la Iglesia, segura de que Dios “tiene mucho pueblo” en cada lugar, debe proclamar el evangelio sin cesar.

Ahora bien, ¿qué relación tiene la “Teología del Remanente (Remnant Theology)” con la formación de discípulos dentro de la Iglesia? El pastor David Jang subraya que hay mucho que aprender de la relación entre Elías y Eliseo. Dios ordenó que Elías ungiera a Eliseo para que fuera profeta en su lugar. Esto nos recuerda la necesidad de formar a la siguiente generación de líderes espirituales, tal como Jesús lo hizo con los doce discípulos y Pablo con Timoteo. La Iglesia no debería limitarse a aumentar el número de miembros; debe preparar a futuros “remanentes” mediante formación bíblica, oración, obediencia y servicio. Los pastores y líderes deben concentrarse en edificar a cada creyente como “un siervo fiel que Dios ya ha llamado”. Esta ha sido una de las enseñanzas centrales del pastor David Jang a lo largo de su ministerio.

Asimismo, a la hora de “buscar a las personas que Dios ya ha preparado”, la estrategia evangelística o misionera debe ser flexible y dinámica. Cuando Elías se topa con la viuda de Sarepta, le pide con valentía que primero le prepare un pan con lo poco que tenía. A simple vista, esto podía resultar ofensivo o exigente, pero Elías habló con la confianza de que Dios la había preparado de antemano, y ella respondió con fe. De igual manera, en la labor evangelizadora, no debemos quedarnos analizando en exceso si la gente “va a aceptar o no” antes de compartirles el mensaje. Si creemos que Dios “ya ha preparado a las personas”, seremos libres para testificar sin miedo. El pastor David Jang ha promovido en muchas ciudades y países la apertura de nuevas iglesias aplicando un método similar: “ve, enseña la Palabra, ora y busca a quienes responden”. En otras palabras, no se trata de medir el éxito por logros humanos, sino de confiar en que “la obra es de Dios y Él conoce Sus planes y tiempos”.

Algo que el pastor David Jang enfatiza con insistencia es que, para un evangelista que cree en la “Teología del Remanente”, la clave no es la planificación estratégica o la sofisticación, sino la “vigilancia espiritual”. Cuando Elías estaba agotado en el desierto, aun dormido, no ignoró la voz y el toque del ángel. Para que los líderes y los creyentes de hoy puedan encontrarse con las personas “preparadas por Dios”, es imprescindible que estén alerta en el Espíritu, orando constantemente: “Señor, ¿a quién quieres que alcance hoy a través de mí?”. A menudo, sin buscarlo, se presentan personas con quienes se puede formar una comunidad de fe que transforme matrimonios, familias y ciudades enteras.

Otro punto a aclarar es que la “Teología del Remanente” no debe convertirse en una visión exclusivista. Algunos, erróneamente, asumen que “nosotros somos los únicos correctos y el resto está equivocado”. Sin embargo, la historia de Elías muestra que Dios corrige su actitud autosuficiente. Elías decía: “Solo yo he quedado”, pero Dios le respondió que había siete mil fieles más. Así que el remanente no se considera a sí mismo mejor que los demás. Más bien, es consciente de que Dios, por Su misericordia, lo ha preservado y llamado para Su obra. El pastor David Jang subraya que la Iglesia debe mantener siempre la humildad. El remanente no presume de su elección; en lugar de eso, agradece y se asombra de que Dios lo incluya en Su plan.

Del mismo modo, si la Iglesia desea poner en práctica la “Teología del Remanente”, sus criterios para valorar a las personas deben diferir de los estándares meramente humanos. Incluso alguien que parezca pobre, carente de estudios o que pase por dificultades económicas, puede ser “la simiente que Dios ha dejado”. La viuda de Sarepta no era alguien de posición notable, pero jugó un papel vital en la historia de la salvación (o de la “alianza divina” en el Antiguo Testamento). El pastor David Jang advierte a los líderes: “Nunca menosprecien ni subestimen el valor de un alma”. Guiarse únicamente por lo que se ve externamente podría llevarnos a pasar por alto a esos “siete mil” que no se han doblegado.

La “Teología del Remanente” no sólo es relevante para la evangelización y las misiones, sino también para la pastoral interna y la formación de discípulos en la Iglesia. Cuando la Iglesia reconoce en cada miembro a un “remanente valioso ante Dios”, procura descubrir y desarrollar los dones y el potencial de cada uno. En este proceso, es esencial que los líderes dejen de ver a la gente como meros “instrumentos para el crecimiento de la Iglesia” o “medios para obtener recursos”, y empiecen a verlos como un preciado legado que Dios ha guardado. El pastor David Jang insiste en la importancia de la “formación” y la “enseñanza bíblica” para que cada creyente comprenda: “Soy un remanente de Dios para esta generación”. Cuando uno entiende esto, su perspectiva de la vida cambia. En la Iglesia, en la familia, en el trabajo, en cualquier lugar, se enciende la expectativa de “¿A quién quiere Dios que conozca hoy? ¿Qué propósito quiere cumplir a través de mí?”.

En concreto, el pastor David Jang recomienda métodos como “leer la Biblia juntos” y “orar en base a la Escritura”. Por ejemplo, se pueden aprovechar planes de lectura bíblica de uno o dos años, o grupos pequeños de estudio sistemático. En São Paulo, Nueva York o incluso en pequeñas iglesias africanas, se ha observado que cuando una comunidad se organiza alrededor de la lectura de la Palabra, la comunión y la oración, la vida de la gente comienza a transformarse. Por eso el pastor David Jang alerta: “Antes de crear más programas, examinemos si estamos viviendo sobre el cimiento de la Palabra que ya tenemos”. Al fin y al cabo, Elías obedeció la “Palabra” de Dios, Eliseo se formó bajo esa misma “Palabra”, y los siete mil permanecieron fieles a la “Palabra” en lugar de inclinarse ante el falso mensaje de Baal.

La historia de Elías en 1 Reyes 19 y la “Teología del Remanente (Remnant Theology)” ofrecen a la Iglesia actual no sólo una enseñanza teológica, sino una guía práctica de acción. El pastor David Jang destaca este principio en su ministerio, insistiendo en que la prioridad de la Iglesia no es perseguir el éxito visible ni el poder terrenal, sino “pararse firmemente en la convicción de que Dios está con nosotros y ha preparado a un remanente” y, a la vez, “descubrir y formar a esos remanentes para que sean discípulos fieles”. Elías, a pesar de sentir un gran temor, se levantó de su depresión y lideró un cambio radical en Israel. Del mismo modo, hoy, mediante la Iglesia, puede surgir una renovación espiritual. Y esa renovación no se apoya en eventos grandiosos o en la fuerza humana, sino en la búsqueda y la comunión con aquellos “siete mil” escondidos. El núcleo del mensaje del pastor David Jang es: “Dios lo tiene todo preparado. Confiemos en Su providencia y salgamos con valentía, pero con humildad, valorando a cada persona y formándola en la fe”.

El mensaje de 1 Reyes 19 no es sólo una historia del pasado. También hoy, cuando nos sintamos exhaustos en nuestra misión, Dios vendrá a tocarnos con ternura y a nutrirnos. Y aunque pensemos “sólo yo he quedado”, lo cierto es que hay muchos más. Por eso, en cada momento de soledad, recordemos esta palabra y cobremos valentía. Cuando la Iglesia se fortalece con esta clase de ánimo, deja de temer la imposibilidad de planes como la “evangelización de las ciudades”, la “reforma del país” o las “misiones mundiales”. No debemos conformarnos con “vientos, terremotos y fuego” como manifestaciones externas; hay que permanecer alertas a la “voz suave y apacible”. Esa sensibilidad espiritual es el recurso más urgente que la Iglesia de nuestros días necesita recuperar.

En definitiva, la historia de Elías y la “Teología del Remanente (Remnant Theology)” reafirman nuestras coordenadas y nuestro objetivo tanto a nivel individual como comunitario y misionero. El pastor David Jang ha trabajado para llevar estas ideas a la práctica, enfatizando la evangelización en el campo misionero centrada en “encontrar a los que están preparados”, la formación interna para “valorar a cada persona y cimentarla en la Palabra”, y la vivencia cotidiana de la “compañía de Dios”. Todo esto se apoya en la convicción de que “Dios es soberano de toda la historia”. Al igual que Elías, podemos sentir miedo y soledad, pero no abandonamos nuestra labor, porque creemos que Dios ya tiene Sus “siete mil” preparados. Por medio de esas iglesias y creyentes fieles, Su Reino se sigue extendiendo hoy, y la justicia y la santidad del Reino de Dios continúan impactando al mundo. Como pasó con Elías y Eliseo, muchos otros líderes ungirán a la próxima generación, perpetuando la obra de Dios. Cualquiera que se sume a esta tarea es un “Elías de hoy” y forma parte de esos “siete mil” que permanecen. Mantengamos vivo el recuerdo de esta verdad.

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장재형목사 – 엘리야와 남은 자

Ⅰ. 엘리야 이야기와 남은 자 

열왕기상 19장은 엘리야의 삶 가운데 가장 극적인 순간 중 하나를 보여준다. 이 본문에서 우리는 기적적인 승리를 경험한 직후, 이세벨의 위협 때문에 극심한 두려움에 사로잡혀 광야로 도피하는 엘리야의 모습을 보게 된다. 그리고 그런 엘리야에게 하나님은 놀라운 방식으로 찾아오셔서 그를 어루만지시고 다시금 사명으로 인도하신다. 특히 이 장면은 현대를 살아가는 신앙인들에게도 깊은 공감과 위로, 그리고 결단을 요구하는 말씀으로 적용된다. 장재형목사는 여러 설교와 강의를 통해 엘리야 이야기가 가진 영적 원리와 ‘남은 자 사상(Remnant Theology)’을 강조하였는데, 이는 시대가 혼탁해질수록 하나님의 뜻을 붙들고 살아가는 자들에 대한 약속이 분명히 존재한다는 메시지를 전한다.

엘리야는 북이스라엘의 아합왕 시대에 활동한 대선지자다. 성경은 아합왕을 “악하고도 악한 왕”으로 묘사하는데, 그중에서도 아합왕과 결혼하여 바알 숭배를 전국적으로 퍼뜨린 이세벨이 등장함으로써 엘리야의 사역 환경은 극도로 악화되었다. 열왕기상18장에서 엘리야는 갈멜산에서 바알 선지자 450명, 아세라 선지자 400명과 대결을 하여, 하나님이 참된 신이심을 드러내는 위대한 승리를 거둔다. 그러나 그 직후 이세벨이 엘리야를 죽이겠다는 살벌한 소식을 전해오자, 엘리야는 두려움에 사로잡혀 브엘세바로 도망치고 이어 광야로 들어가 로뎀나무 아래에 앉아 자신의 생명을 거두어달라고 하나님께 간청하게 된다.

이 대목은 놀랍도록 인간적이다. 한순간 전까지는 불의 기적을 통해 하나님의 영광을 드러낸 영적 거장이었으나, 이세벨의 위협 앞에서 극심한 두려움과 좌절을 맛본다. 인간적 나약함이 여실히 드러나는 장면이다. 하지만 이토록 절망한 엘리야에게 하나님은 하늘의 양식과 음료를 제공하심으로써 그의 육체적 필요를 채우시고, 동시에 영적 회복을 주도하신다. “천사가 그를 어루만지며 이르되 일어나서 먹으라”라는 대목은 하나님의 따뜻한 돌보심을 시각적으로 생생하게 보여준다. 이는 장재형목사가 자주 인용하는 히브리서 1장 14절, 곧 “모든 천사들은 섬기는 영”이라는 구절을 실제 삶 속에서 체험하는 예시가 된다. 하나님은 천사를 통해서도, 혹은 까마귀처럼 예상치 못한 수단을 통해서도 자신의 사람을 돌보시는 분이시다. 이 사실은 현대 그리스도인들에게 ‘내가 혼자 있다’고 느낄지라도 결코 혼자가 아님을 일깨워준다.

엘리야는 이렇게 하나님께서 공급하시는 초자연적 양식을 먹고 40일 밤낮을 호렙산까지 이동한다. 그곳 동굴에서 엘리야는 하나님의 음성을 다시금 듣게 된다. “여호와께서 지나가시는데 크고 강한 바람이 산을 가르고 바위를 부수었으나 그 가운데 여호와께서 계시지 아니하고, 또 지진이 일어났으나 그 가운데도 여호와께서 계시지 아니하며, 불이 났으나 그 가운데 여호와께서 계시지 아니하고, 불 후에 세미한 소리가 있다.”(왕상 19:11-12) 이것은 대단히 상징적인 장면이다. 하나님은 종종 우리에게 위대한 표적과 기적을 통해 자신을 드러내시기도 하지만, 정작 가장 중요한 메시지는 “세미한 음성”으로 전하신다는 것이다. 이것이 바로 영적 침체와 극심한 두려움에 사로잡힌 엘리야가 다시금 회복되고, 자신의 소명을 재확인하는 결정적 계기가 된다.

여기서 하나님이 엘리야에게 반복적으로 물으시는 질문이 “네가 어찌하여 여기 있느냐?”이다. 이 질문에는 어느 정도 책망의 뉘앙스가 담겨 있다. 곧 “네가 여기서 이렇게 주저앉아 있을 사람이 아니지 않느냐?”라는 의미이기도 하다. 이에 엘리야는 “오직 나만 남았습니다. 그들이 내 생명을 찾아 빼앗으려 합니다.”라며 극도로 고독한 심경을 토로한다. “나만 남았습니다”라는 이 표현은 하나님의 일을 감당하면서 누구나 겪을 수 있는 극한의 고독과 절망을 대변한다. 그러나 하나님은 “바알에게 무릎 꿇지 아니한 칠천 명을 내가 남겨 두었다”고 하심으로써 엘리야의 고정관념을 깨뜨리신다. 이것이 바로 성경이 말하는 “남은 자 사상(Remnant Theology)”의 핵심이다. 사람의 눈에는 자기 혼자만 남은 것처럼 보이고, 이스라엘 전체가 우상숭배에 빠져버린 것만 같았지만, 하나님은 이미 우상에게 굴복하지 않은 칠천 명을 예비해 놓으셨다.

장재형목사는 이러한 ‘남은 자 사상’을 두 가지 핵심 포인트로 설명한다. 첫째, 인간의 한계 안에서는 절대 찾거나 파악할 수 없는 ‘숨겨진 자들’이 존재한다는 것이다. 아무리 시대가 영적으로 어둡고, 사회가 맘몬(물질)에 물들고, 바알(우상숭배)과 음란이 만연하더라도, 하나님은 그분의 통치를 벗어나지 않으신다. 그러므로 하나님의 구원 계획과 섭리는 어느 시점에도 무너지지 않고, 반드시 “남겨진 씨앗”이 존재한다. 이는 구약 시대뿐만 아니라 신약과 현대 교회 시대에도 그대로 적용되는 원리다.

둘째, 이러한 남은 자들은 시대를 바꾸는 마중물이 된다는 점이다. 하나님이 “바알에게 무릎 꿇지 않은 칠천”을 예비하신 이유는 단순히 ‘숫자’를 보존하려는 목적이 아니다. 그들은 엘리야처럼, 혹은 엘리사처럼, 하나님의 진리를 파수하고 전수하며 역사를 변화시키는 데 쓰임받는 핵심 인물들이다. 로마서 9장 27-29절에 언급된 것처럼, 이스라엘 자손이 비록 바다의 모래같이 많을지라도 “남은 자만 구원을 받으리니”라는 구절은 하나님께서 믿음의 계보를 이끌어 가시기 위해 특정한 ‘씨앗’을 보존하신다는 사실을 재확인한다. 또한 이사야서 1장 9절도 “만군의 주께서 우리에게 생존자를 조금 남겨 두지 아니하셨더라면 우리가 소돔 같고 고모라 같았으리라”라고 말씀한다. 그만큼 남은 자들의 존재는 하나님의 심판의 와중에서도 은혜의 방주 같은 역할을 한다.

이 “남은 자 사상(Remnant Theology)”은 장재형목사의 설교나 강의에서 반복적으로 강조되며, 현대 교회와 세계 선교 현장에서 매우 중요하게 적용된다. 그는 특히 열방에 복음을 전하러 나가는 전도자들에게 이 개념을 명심하도록 독려한다. 사람의 눈에 볼 때는 ‘그 땅은 너무 굳어 보이고, 사람들이 복음에 전혀 관심이 없어 보인다.’고 생각할 수도 있다. 그러나 엘리야가 광야에서 ‘나만 홀로 남았다’고 절망했지만 사실은 칠천 명이 숨겨져 있던 것처럼, 하나님은 세계 도처에 이미 복음을 받아들일 준비가 된 “남은 자들”을 두고 계신다는 것이다. 전도자는 “내가 그들을 변화시킨다”는 마음이 아니라, “이미 그들을 준비하신 하나님이 계시기에, 나는 그저 그들을 발견하고 말씀을 전하기만 하면 된다”는 담대한 확신을 가져야 한다고 장재형목사는 역설한다.

사도행전 18장에서 바울이 고린도에 체류할 때, 현지 유대인들의 극심한 반발과 핍박으로 인해 두려워하던 모습을 떠올리면, 이 원리는 훨씬 더 실감이 난다. 밤에 주님이 환상 가운데 바울에게 나타나 “이 성 중에 내 백성이 많다”라고 말씀하셨던 사건이 그것이다(행 18:9-10). 처음에는 사람들이 워낙 완악해 보이므로 전도가 전혀 되지 않는 것 같았지만, 하나님은 이미 고린도에 바울의 메시지를 들을 준비가 된 백성들을 예비해 두신 상태였다. 결국 그 말씀대로 고린도교회가 세워지고, 나아가 이방인의 복음 전파에 중요한 거점이 된다. 이처럼 ‘남은 자 사상’은 하나님이 이미 예비하신 은혜의 사람들을 믿고 담대히 나아가라는 촉구이며, 엘리야 이야기는 그 대표적인 구약적 모형이다.

또 한편, 이는 ‘내가 할 일이 아무것도 없다’는 의미로 오해되어서는 안 된다. 엘리야는 결국 하나님의 명령에 따라 하사엘에게 기름을 부어 아람 왕이 되게 하고, 예후에게 기름을 부어 이스라엘 왕이 되게 했으며, 엘리사를 후계 선지자로 세워야 했다. ‘남은 자 사상’이란, 결국 우리를 통해 일하시는 하나님의 주권과 섭리를 신뢰하면서도, 우리 각자가 맡은 책임과 순종을 결코 소홀히 하지 않는 역동적 균형을 요구한다. 장재형목사 역시 이를 거듭 강조하며, “하나님이 예비하신 사람이 있으니, 두려움 없이 나아가라. 그러나 그 사람이 보이든 보이지 않든, 우리도 우리의 소명에 충실해야 한다”고 촉구한다. 이러한 균형감은 엘리야나 사도 바울의 삶을 보면 더욱 분명해진다. 하나님이 친히 주신 약속이 있을지라도, 그들은 늘 인내와 기도로 최선을 다해 사역 현장에 몸을 던졌다는 공통점이 있다.

이렇듯 열왕기상 19장에 담긴 엘리야 이야기와 ‘남은 자 사상’은 오늘날에도 유효하다. 우리는 상황이 아무리 힘들고 암담해 보여도, 홀로 싸우고 있다고 느낄지라도, 하나님께서는 반드시 남은 자를 예비하셨다는 사실을 신뢰해야 한다. 이것이 개인의 신앙을 붙드는 토대가 될 뿐 아니라, 교회 공동체와 세계 선교의 미래를 내다보게 하는 비전의 원천이 된다. 하나님의 방법은 우리 생각을 초월하여 구체적으로 역사하시며, 심지어 까마귀와 같은 도구로도 우리를 먹이시고, 천사를 통해 체력을 보강하시며, 눈에 보이지 않는 칠천의 사람들을 숨겨놓으신다. 그렇기에 신자는 결코 절망할 이유가 없다. ‘내 생명을 찾아 빼앗으려 한다’라는 두려움에 고착된 엘리야에게 조차도 하나님은 세미한 음성으로 찾아와 “네가 여기서 무엇을 하고 있느냐?”고 물으시며 다시금 그를 세상 한가운데로 돌려보내신다. 이 같은 메시지는 우리 각자의 삶이 아무리 기근과 같은 고통으로 가득해도 결코 포기하거나 주저앉지 말라는 초청이기도 하다.

그리고 여기에는 반드시 ‘남은 자’를 향한 소명의식이 동반된다. 바울은 로마서 10장에서 ‘어떻게 전파하는 이가 없는데 들을 수 있겠느냐?’고 말하며, 보냄받은 전도자들이 말씀을 선포해야 “이미 준비된” 영혼들이 그 소리를 듣고 반응할 수 있음을 강조한다. 이는 곧 우리가 단지 농부처럼 씨를 뿌리면, 곧바로 수확이 일어나는 원리는 아니지만, 적절한 때에 자라서 열매를 맺는다는 약속과 같다. 사람의 눈에는 황무지 같아 보이는 땅이라도, 하나님께서 이미 남은 자를 심어 놓으셨다면, 그 땅에서 열매를 기대할 수 있다는 메시지다. 이 믿음이 있기에, 전도자는 ‘열매 없음’을 두려워하지 않는다. 들을 귀가 있는 자는 반드시 있다. 중요한 것은 우리가 두려움에 휩싸여 전하지 않거나, “이젠 소망이 없다”며 포기해버리는 실수를 범하지 않아야 한다는 점이다.

정리하자면, 엘리야 이야기와 남은 자 사상은 “하나님이 일하심은 우리가 생각하는 방식과 범위를 훨씬 뛰어넘는다”는 사실을 가르쳐준다. 엘리야가 로뎀나무 아래에서 죽기를 구할 만큼 절망했을 때조차도 하나님의 역사는 여전히 진행 중이었다. 그리고 우리가 ‘나만 남았다’고 절규할지라도, 사실은 결코 혼자가 아니다. 세상 어딘가에, 혹은 바로 우리 곁에 바알에게 무릎 꿇지 않은 이들이 존재한다. 장재형목사는 이를 거듭 설파하며, “현장에서 사역할 때 외롭고 지쳐도, 불가능해 보이는 현장이 있을지라도, 하나님은 이미 남은 자들을 준비하셨기에 담대히 나아가라”고 강조한다. 이 메시지는 구약의 역사적 기록을 넘어, 오늘 우리가 살아가는 시대에도 절실히 필요한 격려와 도전으로 다가온다. 남은 자 사상을 통해 우리는 하나님이 어떻게 역사의 주인으로 행하시는지 깊이 깨닫고, 복음 증거의 사명감과 담대함을 되찾을 수 있다.

Ⅱ. 현대 교회의 실천

열왕기상 19장에 묘사된 엘리야의 영적 여정과 ‘남은 자 사상(Remnant Theology)’은 구체적으로 현대 교회에 어떤 적용점을 제공할까? 그리고 그러한 적용점을 장재형목사는 실제 사역에서 어떻게 풀어내고 있을까? 본 소주제에서는 현대 교회 공동체가 엘리야의 이야기를 통해 어떤 방향으로 나아가야 하며, 그 과정에서 장재형목사가 강조해온 핵심 가치와 실천 내용을 중심으로 살펴보고자 한다.

가장 먼저, 현대 교회가 놓치지 말아야 할 원리는 “임마누엘의 하나님”에 대한 믿음이다. 엘리야는 갈멜산에서 압도적 기적을 체험했음에도 불구하고, 이세벨의 위협 앞에 홀로라고 느끼는 순간 두려움에 빠져버렸다. 그러나 실제로는 하나님이 그의 곁을 떠나신 적이 없었고, 까마귀나 천사를 통해 끊임없이 돌보셨다. 장재형목사는 이 대목을 통해 “현대 교회의 위기는 교세의 감소나 세속화보다, ‘하나님이 나와 함께 하심을 망각하는 것’에서 비롯된다”고 강조한다. 성도들이 교회 예배에 출석하고, 다양한 프로그램에 참여하더라도, 궁극적으로 ‘하나님이 살아 계시고, 지금도 구체적으로 일하신다’는 믿음이 희미해지면 쉽게 두려움과 절망, 혹은 피상적 신앙에 빠지게 된다는 것이다. 따라서 교회는 어떤 프로그램이나 정책을 시행하기 이전에, 먼저‘함께하시는 하나님’에 대한 신앙을 회복해야 한다.

두 번째로 주목해야 할 실천적 지점은 “현장 중심의 전도와 제자화”다. 엘리야는 때로는 천사를 통해, 때로는 까마귀를 통해 양식을 공급받았고, 사르밧 과부를 통해서도 하나님의 구원을 경험했다. 결국 엘리야가 이스라엘 전역을 누비며 사역할 수 있었던 동력은 하나님의 실제적 공급이었다. 장재형목사는 교회가 성도들에게 ‘현장을 체험할 기회’를 제공해야 한다고 말한다. 예를 들어, 국내외 단기 선교, 봉사 활동, 지역사회 섬김 프로젝트 등을 통해 성도들이 직접 ‘하나님의 준비하심’을 목격하게 하라는 것이다. 그동안 그는 여러 선교지에서 활동하며, 하나님이 이미 그곳에 예비해 두신 사람들을 발견하는 즐거움을 여러 차례 간증해 왔다. 아무리 복음에 무심하고 적대적인 곳이라도, 그곳에서 ‘바알에게 무릎 꿇지 않은 칠천 명’을 만나게 될 때 교회 공동체 전체가 영적 흥분과 사명감을 새롭게 하게 된다.

여기서 장재형목사는 특히 “듣든지 아니 듣든지 전하라”(에스겔 3:11)는 말씀을 즐겨 인용한다. 전도자는 반응에 일희일비하지 않고, 또 성과를 강박적으로 추구하지도 않는다. 대신, 하나님의 말씀 자체가 씨앗이 되어 심겨졌을 때, 하나님의 때에 반드시 열매를 맺게 된다는 확신 안에서 꾸준히 전파한다. 이 원리는 사도행전 28장에서 사도 바울이 언급한 “불신앙의 신비”와도 연결된다. 똑같은 메시지를 들어도 어떤 사람은 열리고 어떤 사람은 닫히는데, 그 현상 자체는 인간이 이해하기 쉽지 않은 ‘영적 신비’다. 그러나 중요한 것은 “전해야 들을 수 있다”는 사실이다. 그러므로 “하나님이 이미 예비하신 ‘내 백성’이 많다”는 믿음 안에서, 교회는 계속해서 말씀을 선포해야 한다.

그렇다면 “남은 자 사상(Remnant Theology)”은 교회 내 제자훈련과 어떤 관련이 있을까? 장재형목사는 엘리야와 엘리사의 관계에서 그 실마리를 찾는다. 하나님은 “너를 대신하여 선지자가 될 엘리사에게 기름을 부으라”고 명령하심으로, 엘리야의 뒤를 이을 영적 계보를 준비하셨다. 이는 신약에서 바울과 디모데 관계로도, 예수님과 열두 제자의 관계로도 확장해서 적용할 수 있다. 교회는 단순히 성도 수를 늘리는 데 주력하는 것이 아니라, 다음 세대 영적 계승자들을 세워야 한다. ‘남은 자’가 되기 위해서는 단순 교리 지식이나 형식적 예배 참석만으로는 부족하다. 실제로 말씀과 기도의 삶, 순종과 희생의 실천을 통해 준비된 자들이 되어야 한다. 교회 지도자들은 제자훈련 프로그램과 목양을 통해 성도 개인을 ‘하나님이 예비하신 자’로 세우는 데 집중해야 한다는 것이 장재형목사의 일관된 가르침이다.

또한 “하나님이 예비하신 사람들을 찾는 전도와 선교”는 매우 유연하고 역동적인 접근이 필요하다. 엘리야가 사르밧 과부를 만났을 때, 그는 “먼저 네가 가지고 있는 것 중에 나를 위해 떡을 구워 달라”고 요구한다. 이 요구는 엄밀히 말하면 과부의 입장에서는 부담이 될 수 있으나, 하나님의 인도를 의심치 않았던 엘리야는 담대히 말을 전했고, 놀랍게도 그 과부는 순종했다. 이처럼 전도나 선교는 ‘상대방이 받아들일지 말지’ 먼저 계산하기보다, 하나님이 이미 그를 준비하셨다는 확신으로 담대히 권면하는 태도가 중요하다. 장재형목사는 전 세계 여러 국가와 도시에 교회를 세우면서, ‘먼저 가서 선포하고, 함께 말씀을 공부하며, 반응하는 이들을 찾는’ 방식을 택했다. 이는 곧 “전도나 선교의 성패를 인간적인 열매로 판단하지 말라”는 메시지를 준다. 하나님의 타이밍과 섭리 안에서, 남은 자들은 반드시 말씀 앞에 반응하게 되어 있다.

특히 장재형목사가 역설하는 것은 “남은 자 사상을 가진 전도자에게 필요한 것은 복잡한 기획과 치밀한 전략 이전에, 늘 깨어 있는 영성”이라는 점이다. 엘리야는 로뎀나무 아래에서 잠들었을 때조차 천사의 터치와 음성을 놓치지 않았다. 오늘날 교회 지도자와 평신도 리더들은 영적으로 민감하게 깨어 있을 때, 하나님이 예비하신 사람들을 신기하게 만나게 되고, 그들과 함께 교회 공동체를 이루어나가는 은혜를 체험한다는 것이다. 무엇보다 신자는 늘 성령 안에 거하며, “주여, 오늘 나를 통해 어떤 영혼을 만나길 원하십니까?”라고 질문하는 자세를 가져야 한다. 그러면 때때로 전혀 예측하지 못했던 인물들이 교회에 들어오고, 가정이 회복되고, 공동체가 확장되는 역사가 일어나는 것을 보게 된다고 한다.

한편, “남은 자 사상”은 종종 배타적 구별 개념으로 오해되기도 한다. 어떤 이는 ‘우리만 옳고, 세상은 다 틀렸다’라는 잘못된 우월감으로 흐르기도 하는데, 엘리야 이야기를 자세히 보면 하나님은 엘리야의 그릇된 독선, 즉 “오직 나만 남았습니다”라는 극단적 생각을 깨뜨리신다. 남은 자 사상은 결코 자기중심적 자랑거리가 아니라, ‘하나님이 어떻게 자기 백성을 지키시고, 결국 그들을 통해 역사를 새롭게 하시는가’를 드러내는 증표다. 장재형목사는 교회가 이 부분에서 늘 겸손해야 한다고 역설한다. 남은 자는 스스로 “내가 택함을 받았다”고 자부하거나 교만해지는 것이 아니라, “하나님이 나 같은 사람까지도 긍휼히 여기시고, 당신의 사역에 동참하도록 부르셨다”는 감사와 감격으로 겸손히 순종해야 한다는 것이다.

더 나아가, 현대 교회가 ‘남은 자 사상’을 오롯이 반영하려면, 공동체가 사람을 평가하는 잣대를 세속적 기준에서 벗어나야 한다. 겉으로 보기에 능력이 없어 보이거나, 학력이 낮거나, 재정적 어려움을 겪는 성도라 할지라도, 하나님이 “남겨 두신 씨앗”일 수 있다. 실제로 엘리야가 만났던 사르밧 과부는 사회적으로나 경제적으로나 보잘것없는 신분이었지만, 복음(구약 시대에는 언약) 역사에 매우 중요한 역할을 감당했다. 장재형목사는 교회 지도자들에게 “한 영혼의 가치를 절대 가벼이 보지 말라”고 경고한다. 겉으로 드러나는 모습만 보고 ‘이 사람은 우리 교회에 큰 도움이 안 되겠다’라고 섣불리 판단하는 것은, 어쩌면 바알에게 무릎 꿇지 않은 칠천 명 중 한 명을 놓치는 것과 같을 수 있기 때문이다.

 ‘남은 자 사상’은 전도와 선교 현장에서만이 아니라, 교회 내부의 목양과 제자훈련, 그리고 성도 간의 교제에서도 중요한 지침이 된다. 교회가 성도 개개인을 ‘하나님이 남겨 두신 귀한 사람’으로 보고, 그가 가진 은사와 잠재력을 발견하고 성장시키려 할 때, 그 공동체는 생동감 넘치는 사역을 펼칠 수 있다. 이때 가장 중요한 것은 지도자가 교인들을 ‘교회 성장의 도구’나 ‘재정 확보를 위한 수단’으로 바라보는 시선을 버리고, 하나님이 예비하신 거룩한 유산으로 존중하는 태도를 갖는 것이다. 이것이 장재형목사가 여러 해에 걸쳐 ‘양육’과 ‘말씀 교육’을 강조하는 근본 이유 중 하나다. 성도가 스스로 ‘내가 하나님의 남은 자로서, 이 시대를 위한 사명을 받았다’고 깨달으면, 그 삶의 궤도 자체가 달라진다. 교회 내에서나 가정, 직장, 사회 어느 영역에서든지, 하나님이 나를 통해 누구를 만나게 하실지, 어떤 일을 이루게 하실지 설레고 기대하게 된다.

이를 위해 장재형목사가 구체적으로 제안하는 방법 중 하나는 ‘함께 말씀 읽기’와 ‘말씀을 통한 실제 기도 훈련’이다. 예를 들어, 어떤 교회에서 이미 마련된 1년 혹은 2년 성경 통독 커리큘럼이나 소그룹 분반 공부 시스템을 활용할 수 있다. 상파울루나 뉴욕, 또는 아프리카의 작은 교회처럼 환경과 여건이 매우 다른 여러 지역에서도, 결국에는 “말씀을 함께 읽고, 그 말씀에 대해 자유롭게 나누며, 함께 기도하고, 실천사항을 점검하는” 기본적 구조가 갖춰졌을 때 사람들의 삶이 변하기 시작했다는 것이다. 이런 맥락에서, 장재형목사는 “교회가 새로운 프로그램을 기획하기 전에, 이미 우리 손에 주어진 말씀을 중심으로 철저히 돌아가고 있는지 먼저 확인해야 한다”고 조언한다. 엘리야가 하나님의 ‘말씀’을 듣고 움직였고, 엘리사가 그 ‘말씀’ 아래에서 훈련을 받았으며, 남은 칠천 명 또한 결국 바알의 거짓 메시지에 흔들리지 않고 하나님의 ‘말씀’에 붙들린 자들이었음을 기억해야 한다.

엘리야 이야기와 남은 자 사상(Remnant Theology)은 현대 교회가 견지해야 할 중요한 본질과 실천 방향을 제시한다. 장재형목사는 이 원리를 바탕으로, 교회가 사회적 세력 확장이나 눈에 보이는 성공을 좇기보다는, 먼저 ‘하나님이 함께하신다’는 믿음 위에 서서, ‘남은 자’를 발견하고 세워 가는 데 집중해야 한다고 역설한다. 이 과정을 통해 교회는 엘리야가 극심한 두려움에서 회복되어 다시 이스라엘의 개혁을 이끌었던 것처럼, 이 시대에 새로운 영적 부흥을 일으키는 도구가 될 수 있다. 그리고 그 부흥은 결코 거창한 외적 행사나 인간적인 영향력이 아니라, 숨어 있는 칠천 명 같은 이들을 찾아내고 그들과 함께하는 데서 시작된다. 이렇듯 장재형목사의 사역과 그가 전달하는 메시지의 핵심은, “하나님이 이미 모든 것을 준비하셨으니, 우리가 그분의 섭리와 예비하심을 신뢰하고 담대히 나아가되, 동시에 늘 겸손함으로 한 사람 한 사람을 소중히 여기며 양육하라”는 데 있다.

열왕기상 19장의 엘리야 이야기는 단지 옛날이야기가 아니다. 오늘날에도, 그리고 앞으로도, 엘리야처럼 사명에 지쳤을 때 우리에게 찾아와 부드럽게 쓰다듬으시는 하나님이 계시다. 또한 ‘나만 남았다’고 절망하기에는, 하나님이 이미 너무나 많은 숨은 제자와 동역자들을 예비해 두셨음을 믿어야 한다. 그러므로 혼자라고 느끼는 순간마다, 이 말씀을 다시 떠올리며 용기를 내야 한다. 교회가 이런 용기로 충만해질 때, 불가능해 보이던 성시화 운동, 국가 개혁, 열방 선교 등의 광대한 꿈도 현실이 될 것이다. “바람, 지진, 불”과 같은 극적인 표적만 기대하지 말고, 그 후에 들려오는 “세미한 음성”을 놓치지 않는 영적 민감함이야말로, 현대 교회가 새롭게 회복해야 할 가장 긴급한 덕목이다.

정리하자면, 엘리야의 이야기를 통해 배우는 ‘남은 자 사상(Remnant Theology)’은 개인과 공동체, 그리고 선교지 현장을 모두 아우르며 우리 신앙의 좌표와 목적을 재정립해준다. 장재형목사는 이 원리를 실천하기 위해, 현장 선교를 통한 ‘준비된 영혼 찾기’, 교회 내 ‘한 사람 한 사람을 귀히 여기며 말씀으로 양육하기’, ‘하나님 동행에 대한 실감 있는 체험’을 강조해 왔다. 이는 본질적으로 “하나님이 모든 역사의 주권자가 되신다”는 대전제를 붙들 때 비로소 가능한 일이다. 엘리야처럼 우리도 때로는 두려움과 외로움 속에서 흔들릴 수 있지만, 결코 포기하거나 물러나지 않고, 하나님께서 숨겨 두신 칠천 명을 찾기 위해 계속 나아갈 수 있다. 이러한 교회와 성도들을 통해, 결국 하나님의 나라가 이 땅에서 확장되고, 세상은 구원의 소식과 하나님 나라의 정의, 그리고 거룩함을 맛보게 될 것이다. 그리고 그 여정 가운데 장재형목사를 비롯한 많은 영적 지도자들은, 엘리야와 엘리사의 관계처럼, 다음 세대에게 기름을 부으며 하나님의 사역을 계승하게 할 것이다. 그 길에 동참하는 모든 이가 바로 시대의 엘리야요, 칠천 명의 일부가 될 수 있음을 기억해야 한다.

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Le chemin de la rédemption révélé par la Croix – Pasteur David Jang

L’événement de la crucifixion de Jésus-Christ est le cœur du salut qui parcourt toute la Bible. C’est aussi l’endroit où le péché de l’humanité et l’amour de Dieu se croisent de manière dramatique. En particulier, dans l’Évangile selon Jean (19.17-27), le récit de l’exécution de Jésus sur la croix est décrit avec une concision incomparable, tout en délivrant un message d’une puissance inouïe. Dans ce passage, la scène où Jésus se rend au lieu appelé Golgotha, la « colline du Crâne », pour être crucifié, est brève, mais elle contient à la fois une tragédie indescriptible et l’amour profond de Dieu pour les pécheurs. Chaque chrétien qui médite sur ce passage doit se souvenir à quel point la « voie de la Croix » empruntée par Jésus était dure et déchirante, et prendre conscience que ce chemin était celui de la rédemption à notre égard. Le pasteur David Jang souligne à propos de ce texte que « tous les événements et les images qui apparaissent au moment où Jésus est cloué sur la croix témoignent à la fois de l’humilité et du dévouement infini du Fils de Dieu, et de la cruauté d’un monde entaché par le péché ». En partant de ce propos, nous allons examiner pas à pas le chemin que Jésus a emprunté vers la croix, les personnes qui restèrent à ses côtés, ainsi que l’attitude des soldats romains présents. Sous le thème unique « Il fut cloué sur la croix », nous intégrerons tous les éléments dans une réflexion globale, tout en considérant la vérité universelle et éternelle de l’Évangile qui s’y trouve.


Lorsque nous observons le processus par lequel Jésus fut livré pour être crucifié, nous voyons d’abord qu’il fut condamné à mort par Ponce Pilate, sous la pression écrasante des Juifs et de leurs fausses accusations. Pilate, ayant un certain pressentiment de l’innocence de Jésus, finit tout de même par prononcer la peine de la croix pour protéger sa position de gouverneur romain et prévenir une révolte de la part des chefs religieux juifs et de la foule. Néanmoins, il est un point de la décision de Pilate qui n’a pas changé : l’inscription placée au-dessus de la croix, « Jésus de Nazareth, Roi des Juifs ». Les grands prêtres et les chefs religieux juifs protestèrent, exigeant que l’on écrive plutôt : « Celui qui se dit Roi des Juifs ». Mais Pilate trancha : « Ce que j’ai écrit, je l’ai écrit », proclamant ainsi, à son insu, la royauté de Jésus. Le pasteur David Jang qualifie cette scène de « vérité dévoilée dans l’ironie », car même si Pilate livra Jésus à la croix par pur calcul politique, il proclama de sa propre main la royauté authentique de Jésus. C’est un épisode qui montre que, même au milieu des intrigues et des intentions pécheresses des hommes, la providence de Dieu se révèle.

Le chemin que Jésus emprunta en portant sa croix jusqu’au Golgotha est étroitement lié au concept de la culpabilité dans la tradition juive. Dans Lévitique 16, on trouve la réglementation relative au « Jour des Expiations ». Le grand prêtre préparait deux boucs : l’un était offert en sacrifice pour l’Éternel, et l’autre servait à porter les péchés de tout le peuple avant d’être envoyé dans le désert pour y périr. Ainsi, un animal innocent mourait ou était exilé pour que la communauté d’Israël reçoive le pardon de ses péchés. Cette tradition juive du « bouc émissaire » (scapegoat), où la mort de l’innocent obtient le pardon des fautes du peuple, atteint son accomplissement ultime et éternel dans l’événement de la croix de Jésus. Ésaïe 53 annonce également cette image du « serviteur souffrant » : « Il était transpercé à cause de nos crimes, brisé à cause de nos fautes » (Ésaïe 53.5). Comme un agneau mené à l’abattoir, le Seigneur s’est tu et a avancé en silence sur le chemin de la souffrance. Ce chemin s’acheva sur la colline du Golgotha.

En méditant Ésaïe 53 et Jean 19, le pasteur David Jang affirme : « Lorsque Jésus marcha vers le Golgotha en portant sa croix, c’était l’accomplissement sous nos yeux de la prophétie d’Ésaïe sur le serviteur souffrant. » À ce stade, il est crucial de noter que Jésus a porté Lui-même la croix, symbole de la condamnation réservée aux criminels. Parmi les peines capitales de la Rome antique, la crucifixion était l’une des plus cruelles et des plus infamantes. Les citoyens romains en étaient généralement épargnés ; elle était plutôt réservée aux peuples assujettis ou aux criminels considérés comme les pires. Le condamné devait porter lui-même l’instrument de son supplice, la croix, à travers plusieurs lieux de la cité, jusqu’au lieu d’exécution. Il s’agissait pour les autorités d’infliger la plus grande honte possible au condamné, tout en servant d’avertissement : « Voilà ce qui arrive à qui se révolte. » Qui plus est, Jésus était déjà épuisé et gravement affaibli par les coups, le fouet, la dérision et les humiliations que lui avaient infligés les Juifs. Pourtant, Il continua d’avancer sans rien dire.

D’après Matthieu 27 et Marc 15, Jésus s’écroula sous le poids de la croix, au point que les soldats romains durent réquisitionner Simon de Cyrène pour porter la croix à sa place. Simon, qui venait de Cyrène, au nord de l’Afrique (l’actuelle Libye), se trouvait à Jérusalem pour le pèlerinage de la Pâque. Il assista par hasard à la scène de la condamnation de Jésus. Sans le vouloir, il se trouva associé à ce portement de croix, qui fut pour lui à la fois une souffrance et un honneur. Marc le décrit comme « le père d’Alexandre et de Rufus », et il est fort probable que ce Rufus soit le même que Paul salue dans Romains 16.13. Sur cette base, la tradition ecclésiale suppose que Simon et sa famille sont devenus d’importants membres de la communauté chrétienne. Le pasteur David Jang commente : « Certains sont contraints de porter la croix de façon forcée, mais lorsque, dans cette contrainte, on fait l’expérience de la souffrance du Seigneur, cela peut devenir un canal de bénédiction. » Peut-être Simon n’avait-il prévu qu’un bref séjour à Jérusalem avant de repartir, mais son expérience du portement de la croix bouleversa son existence et sa famille.

La marche de Jésus vers la croix illustre la culmination de la violence du pouvoir humain, de la cruauté et de l’indifférence des foules. Dépouillé de ses vêtements, coiffé d’une couronne d’épines, frappé par des bâtons et des fouets, Il supporta tout cela jusqu’à la colline du Calvaire. « Calvaire » (en latin) ou « Golgotha » (en hébreu) signifie « Crâne ». À la hauteur du nom effrayant de cet endroit, les ossements et les crânes des exécutés y traînaient, et on y pratiquait des châtiments atroces. Les chefs religieux juifs avaient placé Jésus entre deux brigands pour Le faire passer pour un criminel des plus abjects et pour accroître Son humiliation. Ironiquement, cette image de Jésus crucifié entre deux malfaiteurs accentue au contraire Son innocence et le plan de salut de Dieu, de manière dramatique. La croix était un signe de honte et de dérision pour le monde, mais elle est, pour ceux qui croient, puissance de salut et trône de grâce. Bien qu’Il ait subi le même supplice que les brigands, Jésus était innocent et s’est offert en sacrifice pour nous.

Dans Jean 19.19 et suivants, nous voyons la réaction indignée des grands prêtres face à la plaque rédigée par Pilate : « Jésus le Nazaréen, le Roi des Juifs ». Ils demandaient à Pilate de remplacer cela par « Il s’est dit Roi des Juifs », mais Pilate refusa : « Ce que j’ai écrit, je l’ai écrit. » Dans ce bref échange, on comprend que l’expression « Roi des Juifs » ne pouvait être révoquée. Malgré la venue réelle de Jésus comme Roi des Juifs, leurs chefs religieux s’obstinaient à Le rejeter et tentaient d’obtenir que Pilate retire cette mention. Mais Pilate, fort de sa propre autorité, maintint ce qu’il avait écrit, et, de fait, « Jésus est Roi » fut rendu public aux yeux du monde en latin, en grec et en hébreu. L’évangéliste Jean saisit tout le sens symbolique de cette scène, invitant ses lecteurs à contempler « la royauté divine accomplie sur la croix ». Le pasteur David Jang y voit la preuve que « Dieu se sert même de la méchanceté et de l’astuce humaines comme d’un instrument pour révéler Son plan de salut. » En d’autres termes, l’humanité ne saurait s’extraire de la souveraineté de Dieu, et même l’injustice qui mena Jésus à la mort a fini par concrétiser le dessein divin.

La suite, dans Jean 19.23 et suivants, décrit la manière dont les soldats se partagent les vêtements de Jésus. Selon la coutume, ceux qui exécutaient la crucifixion se répartissaient les derniers biens du condamné. Les soldats se partagèrent le vêtement de Jésus en quatre parts, et pour la tunique tissée d’une seule pièce, ils décidèrent de tirer au sort plutôt que de la déchirer. Jean y voit l’accomplissement du Psaume 22.18 : « Ils se partagent mes vêtements, ils tirent au sort ma tunique. » Mais il ne faut pas manquer cette vérité : Jésus, totalement dépouillé de tout, se retrouva même sans le dernier vêtement qui aurait pu couvrir Son corps. C’est l’expression ultime de « l’anéantissement total ». Dans Sa vie publique, Il n’avait pas où reposer Sa tête (Matthieu 8.20). Et sur la croix, Il fut littéralement privé de tout. Le pasteur David Jang souligne que cela prouve que « Jésus, qui est Dieu, a tout abandonné volontairement, devenant réellement l’Agneau expiatoire pour nous. » Jusqu’à la fin, Il n’a rien revendiqué pour Lui-même, mais S’est offert en sacrifice pour payer le prix de nos péchés.

Ici, deux attitudes contraires se dessinent. D’un côté, les soldats, au pied de la croix, qui se disputent la dernière tunique du condamné ; de l’autre, Jésus, qui renonce à tout, même à Son droit le plus élémentaire, pour nous le donner. D’un côté, la convoitise humaine, de l’autre, l’Amour divin qui se donne pleinement. Ce contraste met en lumière le caractère pécheur de l’homme et, simultanément, la perfection du sacrifice de Dieu. Par conséquent, le croyant se doit de regarder non pas du côté des soldats cupides, mais de Jésus sur la croix, qui a tout donné. Pour nous aujourd’hui, englués dans la culture de la possession, c’est un puissant défi. Libérés de la convoitise, nous sommes appelés à contempler Jésus sur la croix et à entrer dans une dynamique d’humilité, de partage et de don de soi. Le pasteur David Jang avertit : « Il arrive que l’Église ressemble à ces soldats, même sous la croix de Jésus, cherchant à se partager les avantages qui l’arrangent. » Il nous exhorte à regarder sans cesse Celui qui, dépourvu de tout sur la croix, nous appelle à nous repentir de notre convoitise et à la rejeter.

Ensuite, selon Jean 19.25, quelques femmes se tenaient au pied de la croix : la mère de Jésus, Marie, la sœur de cette dernière (Salomé, d’après Marc, qui était aussi la mère de Jacques et Jean, fils de Zébédée), Marie femme de Clopas, et Marie de Magdala. À cette époque, les femmes ne jouissaient pas d’un grand statut social et n’avaient pas, comme les disciples hommes, été officiellement appelées. Pourtant, paradoxalement, ce sont elles qui restent jusqu’au bout à côté du Christ lors de Ses derniers instants. Lieu abominable, la croix était un supplice terrible. Se montrer solidaire d’un condamné crucifié, c’était s’exposer à des poursuites pour complicité ou s’attirer les foudres des autorités romaines. Mais ces femmes restèrent tout de même. Voilà l’exemple vivant de cette parole : « L’amour parfait bannit la crainte » (1 Jean 4.18). Le pasteur David Jang commente : « Quand on aime réellement le Seigneur, aucune menace ni aucune peur ne peut retenir nos pas. » Et Jésus, voyant ces femmes, s’adresse à Sa mère et au disciple bien-aimé (Jean) en les confiant l’un à l’autre : « Femme, voici ton fils. Voici ta mère » (Jean 19.26-27). Par ces mots, Jésus prend soin de Sa mère jusqu’au dernier moment, tout en établissant entre Marie et Jean un lien nouveau, celui de la « famille de la foi ».

En effet, Jésus avait déjà proclamé : « Qui est ma mère, et qui sont mes frères ? Ceux qui font la volonté de mon Père céleste, voilà mon frère, ma sœur, ma mère » (Matthieu 12.48-50). Pour Jésus, Marie était Sa mère selon la chair, mais elle était aussi une disciple appelée à suivre la voie du Seigneur. Ainsi, en s’adressant à elle du haut de la croix : « Femme, voici ton fils », le Christ dépasse la simple relation mère-fils selon la chair. Il affirme que tous ceux qui Le suivent deviennent la famille de Dieu, qui se soutient et s’aime mutuellement. Même dans Ses souffrances les plus intenses, Jésus fonde les principes du Royaume de Dieu au cœur de la communauté, et Il témoigne de Son amour pour les Siens jusqu’au bout.

À travers l’événement de la croix, nous voyons le grand récit de la vie de Jésus arriver à son achèvement. Bien qu’Il ait pris notre chair, Il était sans péché. Durant Son ministère, Il a proclamé l’Évangile du Royaume, guéri les malades, libéré les pauvres, et apporté l’espérance du salut aux pécheurs, aux collecteurs d’impôts et aux prostituées. Les chefs juifs Le condamnèrent par jalousie, la foule Le rejeta par incompréhension, et Il fut finalement mis à mort. Vue de l’extérieur, c’était une tragédie ; mais, dans la perspective de Dieu, c’était le sommet de l’amour pour le monde perdu et l’acte expiatoire le plus pur. Le pasteur David Jang explique que la croix est « le lieu où l’amour et la justice de Dieu se rencontrent et s’embrassent », parce qu’on y voit la manifestation suprême de l’amour divin, tout autant que l’accomplissement de la justice de Dieu qui exige le prix du péché.

Le fait que la crucifixion ait eu lieu durant la Pâque rend ce moment encore plus significatif. Dans l’Ancien Testament, lorsque les Israélites étaient esclaves en Égypte, ils marquèrent le sang d’un agneau sur leurs portes pour que l’ange de la mort les épargne (Exode 12). Depuis, ils fêtaient chaque année la Pâque pour commémorer cet événement. Or, la mort de Jésus coïncide avec la Pâque. Ce n’est pas une coïncidence fortuite de l’histoire : Jésus est « l’Agneau de Dieu qui ôte le péché du monde » (Jean 1.29). Il a payé, une fois pour toutes, la dette de notre péché, libérant le pécheur de la condamnation de mort et restaurant sa communion avec Dieu. Ainsi, tout comme le sang de l’agneau pascal avait préservé les Hébreux de la mort en Égypte, le sang de Jésus nous délivre du jugement éternel et nous ouvre un chemin de réconciliation avec Dieu.

La marche de Jésus vers la croix ne fut pas simplement un trajet vers la mort, mais l’accomplissement de Sa mission salvatrice. À première vue, Il subissait l’humiliation, la moquerie, les coups et l’opprobre, comme s’Il était un vaincu. Mais, dans la réalité spirituelle, Il affirmait la victoire du Royaume de Dieu, car Il triomphait de la puissance du péché et de la mort. Les paroles de Jésus au moment de rendre l’esprit — « Tout est accompli » (Jean 19.30) — confirment que ce chemin est bien l’achèvement, et non un échec. Voilà pourquoi, en contemplant la croix, il ne faut pas s’arrêter à la tristesse et à la souffrance, mais considérer aussi la victoire de la Résurrection qui suivra. Par la Résurrection, la croix devient la porte de la vie éternelle, le socle d’une paix rétablie entre l’homme et Dieu.

En méditant le texte biblique sur la crucifixion, nous découvrons deux implications majeures pour notre vie. Premièrement, lorsque Jésus dit : « Aimez vos ennemis » (Matthieu 5.44), ce n’est pas qu’un idéal moral abstrait. Il a Lui-même subi les violences et les moqueries de ceux qui voulaient Le tuer, qu’il s’agisse des soldats romains, des chefs religieux ou de la foule, et a prié : « Père, pardonne-leur » (Luc 23.34). Il n’a pas prononcé de malédictions ni réclamé de vengeance. Il a vaincu le mal par le bien (Romains 12.21) et a montré, à travers la croix, l’amour de Dieu qui va jusqu’à vouloir sauver Ses ennemis. Le pasteur David Jang y voit « la preuve définitive de la parfaite cohérence entre l’enseignement de Jésus et Sa propre vie ». Si nous voulons suivre le Christ, nous devons renoncer à la haine et au ressentiment, que ce soit en famille, au travail, dans la société ou dans nos relations, et mettre en pratique l’amour de la croix. Voilà la vocation du disciple de Jésus.

Deuxièmement, la croix nous appelle à former une « communauté qui porte les fardeaux les uns des autres ». Dans Galates 6.2, Paul exhorte : « Portez les fardeaux les uns des autres, et vous accomplirez ainsi la loi de Christ. » Jésus a porté nos péchés, notre malédiction et notre faiblesse. À notre tour, nous sommes invités à prendre en charge la douleur, la détresse, les blessures et les insuffisances de nos frères et sœurs. La croix, c’est le renoncement, le don total de soi. Par conséquent, celui qui médite sincèrement sur la croix ne peut se contenter de dire : « Je suis sauvé. » Il est poussé à servir l’Église et le prochain. Notamment, si un membre de la communauté chrétienne est faible, nous devons réaliser que sa faiblesse est la nôtre et nous empresser de l’aider, car l’esprit de la croix vit au sein de l’Église lorsque celle-ci se soutient dans l’unité. Le pasteur David Jang précise : « La foi en la croix n’existe jamais dans l’isolement. Elle s’incarne dans la solidarité et le partage de fardeaux au sein de la communauté rachetée par le sang du Christ. Et c’est ainsi que la croix déploie sa force actuelle au milieu de l’Église. »

Enfin, rappelons-nous de l’attitude des femmes et du disciple Jean restés au pied de la croix. Les disciples hommes, pour la plupart, s’étaient enfuis par peur, mais ces femmes, apparemment faibles, n’abandonnèrent pas leur Seigneur. Jésus, de Sa croix, leur adressa Ses derniers mots de consolation et de recommandation : « Femme, voici ton fils » et « Voici ta mère » (Jean 19.26-27). C’est une ultime expression de Son amour filial pour Sa mère terrestre, mais aussi l’institution d’une famille nouvelle, unie par la foi. Désormais, Jésus allait parfaire l’œuvre de salut au travers de Sa mort sur la croix, puis ressusciter et former l’Église, où tous sont liés par la grâce. Cette scène illustre comment l’Église d’aujourd’hui doit se comporter et comment nous devons marcher avec le Seigneur dans l’esprit de la croix.

En fin de compte, de Jean 19.17 à 27 se dégage un message central : premièrement, Jésus a tout abandonné jusqu’à mourir pour le pécheur ; deuxièmement, par ce sacrifice, le salut nous est acquis ; troisièmement, ceux qui reçoivent cette grâce sont appelés à devenir, en Christ, une famille unie, porteuse de l’espérance de la résurrection. Regarder la croix ne doit pas nous conduire à la simple tristesse, mais à la découverte de l’amour et de la puissance de Dieu, plus forts que toute souffrance. De plus, l’événement de la croix doit imprégner chaque sphère de notre vie, nous invitant à aimer nos ennemis, à porter les fardeaux les uns des autres et à œuvrer à l’avènement du Royaume de Dieu.

Le pasteur David Jang conclut souvent la méditation de la croix en disant : « Nous ne devons pas fuir la croix qui nous est destinée. » Jésus a enseigné à Ses disciples : « Si quelqu’un veut venir après moi, qu’il renonce à lui-même et se charge de sa croix, et qu’il me suive » (Matthieu 16.24). Par « sa croix », on entend l’abandon de notre égoïsme, de notre nature pécheresse et de nos désirs mondains, pour aimer notre prochain à l’exemple de Jésus et bâtir le Royaume de Dieu, au prix du sacrifice. Même contraint, comme Simon de Cyrène, chacun peut découvrir dans le port de la croix une bénédiction insoupçonnée et un éveil spirituel. En définitive, en tant que disciples de Jésus, nous sommes appelés à appliquer concrètement dans notre vie la voie de la croix qu’Il a Lui-même empruntée.

C’est ainsi que Jean 19.17-27, qui relate la crucifixion de Jésus, rassemble la notion de sacrifice d’expiation dans l’Ancien Testament, la prophétie du serviteur souffrant, l’accomplissement du pardon et du salut dans le Nouveau Testament, et la naissance de la communauté ecclésiale. Bien que l’image de Jésus cloué sur la colline du Crâne semble atroce, elle représente, dans la perspective du plan divin de salut, un lieu de triomphe et de gloire. Au cœur d’un monde plongé dans les ténèbres et la mort, Jésus, la lumière et la vie, a vaincu la puissance de la mort sur la croix et a annoncé, par Sa résurrection, que le Royaume de Dieu était venu. Ceux qui croient en Lui reçoivent la rémission de leurs péchés, la vie éternelle, un modèle nouveau d’existence et une espérance ferme.

Chaque fois que nous nous rappelons cette vérité, nos cœurs devraient s’enflammer. Comme les disciples en route vers Emmaüs, qui disaient : « Notre cœur ne brûlait-il pas au dedans de nous ? » (Luc 24.32), plus nous méditons la croix, plus la gratitude et la joie doivent jaillir du fond de notre âme. Nous devons davantage réaliser que Jésus n’est pas seulement un grand maître ou un philosophe, mais qu’Il est le Sauveur qui a donné Sa vie pour chacun de nous. Cette prise de conscience engendre un élan spirituel capable de dissoudre en nous l’égoïsme, la cupidité, la rancune, la haine, la peur et l’angoisse, grâce à l’amour rédempteur de la croix. Le pasteur David Jang le souligne : « Celui qui s’attache à la croix ne peut plus vivre comme avant. Chaque chrétien doit se renouveler chaque jour dans l’amour de la croix. »

En conclusion, la décision de Jésus de porter la croix jusqu’au Golgotha et d’y mourir visait à sauver tous les hommes destinés à périr dans leur péché. Ce jour-là, la plupart des gens se moquèrent de Jésus, profitèrent de la situation ou bien détournèrent simplement le regard. Seuls quelques femmes et le disciple bien-aimé demeurèrent avec Lui dans la souffrance et les larmes. Pourtant, Jésus, cloué sur la croix, pardonnait encore à ceux qui Le crucifiaient, confiait Sa mère à Son disciple, puis proclama : « Tout est accompli », achevant ainsi l’œuvre de la rédemption. Certes, humainement parlant, c’était la mort tragique d’un homme ; mais, aux yeux de Dieu, c’était l’initiative ultime pour reprendre dans Ses bras un monde pécheur, ainsi que la clé ouvrant la porte de la résurrection. Aussi ne devons-nous pas réduire la mort de Jésus, décrite dans Jean 19, à un sombre événement historique. Elle est portée par un dessein saint et souverain, révèle la justice divine et, avant tout, un amour insondable. C’est là que l’Église puise la vérité fondamentale : « Car Dieu a tant aimé le monde qu’Il a donné Son Fils unique… » (Jean 3.16), s’accomplit totalement sur la croix.

Aujourd’hui encore, lorsque nous méditons la croix de Jésus, notre vie s’en trouve inévitablement transformée. Dans un monde dominé par la cupidité, le matérialisme, l’indifférence et la colère, il n’est pas facile de renoncer à soi-même pour servir les autres et suivre la voie de la vérité. Mais si nous nous souvenons du chemin parcouru par le Christ et si nous comptons sur l’assistance du Saint-Esprit, nous expérimenterons une paix, une joie et une liberté que le monde ne peut donner. Le pasteur David Jang cite souvent Paul qui disait : « Pour moi, jamais je ne me glorifierai d’autre chose que de la croix de notre Seigneur Jésus-Christ » (Galates 6.14), en insistant sur le fait que « la croix est le fondement de l’Église et la source de toute vie ». Ainsi, l’authenticité et la gloire de l’Église et du croyant ne résident pas dans les apparences ni dans une prospérité purement mondaine, mais dans l’attachement au sacrifice de la croix, dans le souvenir incessant de la souffrance du Christ et dans la mise en pratique de Son amour.

En définitive, contempler le Christ crucifié est l’essence même de la foi chrétienne. Par Son sacrifice, le pécheur est justifié. Grâce à cet amour, nous nous repentons et nous retournons à Dieu pour vivre dans Sa grâce. Sans cette réalité, le christianisme n’est qu’une coquille vide. Mais là où se trouve la croix, la vie éclôt, et c’est dans la croix que se tient la promesse de la résurrection. C’est pourquoi nous devons fixer sans cesse les regards sur la croix, suivre cette voie, et transmettre l’amour du Christ à ceux qui nous entourent. L’histoire de la croix, entamée en Jean 19.17-27, s’étend jusqu’au matin de la résurrection, ouvrant une ère nouvelle. De nos jours encore, d’innombrables croyants à travers le monde vivent dans la lumière de cet Évangile et proclament l’amour et la vérité de la croix.

Pour résumer, « Il fut cloué sur la croix » est l’événement décisif qui montre l’amour le plus extrême de Dieu pour l’humanité pécheresse, tout en marquant la défaite définitive du péché et de la mort. Le pasteur David Jang qualifie cette scène de « plus grand paradoxe de l’histoire ». Apparemment, ce n’est qu’un lieu de mort, de honte et d’humiliation, mais en réalité s’y révèlent la gloire, la puissance et la rédemption de Dieu. À la croix, l’orgueil, la convoitise, l’injustice et la cruauté humaine sont mis à nu, tandis que l’amour, la grâce et l’espérance de la résurrection y resplendissent. C’est pourquoi nous devons nous attacher à la croix, participer à l’œuvre de rédemption, et laisser l’Évangile transformer notre vie, notre Église et le monde. C’est ainsi que la croix demeure un « Évangile vivant » pour nous aujourd’hui.

Si nous gravons dans notre cœur la vérité que par la croix de Jésus nous avons reçu le pardon et le salut, alors notre manière de prier, de célébrer le culte, d’aimer notre prochain, de servir et d’annoncer l’Évangile s’en trouvera bouleversée. Nous ne sommes plus les gens d’hier, prisonniers des ténèbres, de la cupidité et de l’égoïsme. À l’exemple du Christ, qui n’a pas cherché Son intérêt mais qui S’est donné pour nous, nous sommes appelés à reproduire dans notre vie ce sacrifice, à garder la signification du sang versé au Golgotha et à en vivre chaque jour. Le pasteur David Jang réaffirme souvent la déclaration de Paul : « Il n’y a rien dont nous puissions nous glorifier sinon la croix, et il n’y a pas de vie sans la croix. » En effet, la croix est le fondement de l’Église et la source de toute existence véritable. Ni la puissance, ni la prospérité, ni les courants de l’histoire ne peuvent ébranler l’amour et le salut de Dieu manifestés à la croix. À genoux devant la croix, nous nous humilions, nous nous repentons et nous adorons dans l’action de grâce. Chaque jour, dans notre faiblesse, nous nous souvenons de la grâce de la croix et nous la transmettons autour de nous. Cette grâce nous procure une paix et une force inaccessibles au monde.

En somme, dans Jean 19.17-27, l’événement de la crucifixion de Jésus est à la fois la plus sombre tragédie et la plus éclatante espérance. Selon l’insistance du pasteur David Jang, « la croix est notre route, notre vérité et notre vie ». En tant que chrétiens, nous devons prendre une décision : ne pas appartenir à la foule qui se moque ou aux soldats qui se partagent les dépouilles, mais ressembler à Simon de Cyrène qui, bien malgré lui, a participé à la souffrance du Christ ; à ces femmes et à Jean qui sont restés auprès du Seigneur jusqu’à la fin, reconnaissants et dévoués. Grâce au pardon obtenu à la croix, nous sommes appelés à aimer même nos ennemis, à porter les fardeaux les uns des autres et à édifier le Royaume de Dieu sur cette terre. En regardant le Christ crucifié, nous croyons que Son sang versé guérit nos péchés et nos blessures, et qu’Il est puissant pour restaurer nos Églises, nos communautés et même les nations.

En définitive, « Il fut cloué sur la croix » résume l’essence de la foi chrétienne : sans la croix de Jésus, pas d’Église, pas de salut, pas de disciples, pas de résurrection ni de vie éternelle. Comme l’a souligné à maintes reprises le pasteur David Jang, nous devons porter la croix dans notre cœur à tout moment. Quel que soit l’état du monde et le cours de l’histoire, l’amour et le salut révélés à la croix sont inébranlables. Ainsi, devant la croix, il nous revient de nous humilier, de confesser nos fautes et de rendre un culte plein de reconnaissance. C’est également notre privilège et notre joie suprême de partager chaque jour la grâce de la croix, grâce qui nous offre la paix, le réconfort et la puissance que le monde ne saurait nous donner.

Puisse la lecture de Jean 19.17-27, et la contemplation du chemin que Jésus a suivi jusqu’à la croix, nous conduire à voir plus loin qu’un simple événement du Ier siècle à Jérusalem, pour y découvrir cette grâce sans cesse renouvelée dans le cœur des croyants et la vie de l’Église. Le pasteur David Jang rappelle que cette grâce réveille constamment l’Église et envoie la Bonne Nouvelle jusqu’aux extrémités du monde. On ne peut accéder à la Résurrection sans passer par la croix, et l’on ne peut naître à une vie nouvelle sans y mourir d’abord. Que la croix du Christ nous étreigne à nouveau, que nous aussi nous reprenions notre propre croix, et que nous marchions à la suite de Jésus. Lui, le Crucifié, est notre véritable Roi, notre Grand Prêtre, notre Sauveur. Et nous, qui sommes Son peuple, qui avons reçu la mission de prolonger Son ministère de réconciliation, proclamerons la grâce du salut partout où nous allons. Alors nous aussi, dans la force de la croix, nous serons renouvelés jour après jour.

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十字架上所彰显的代赎之路 —— 张大卫牧师

  被钉在十字架上的耶稣基督这一事件,是贯穿整本圣经的救恩核心,同时也是人类的罪与上帝的爱在最戏剧化的形式中交汇之处。尤其在《约翰福音》19章17节到27节所记载的耶稣被处以十字架刑罚的过程,比起其他福音书记载得更为简洁,却传达出异常强而有力的信息。在这段经文中,耶稣走上名为各各他的“髑髅地”并被钉十字架的场面,虽然描述得极为短暂,却蕴含着无可估量的悲剧性,同时也饱含着上帝对罪人的深沉之爱。凡默想此场景的所有基督徒,都应记得耶稣所走的“十字架之路”是何等的残酷与悲烈,并应当醒悟这条路正是为我而预备的代赎之路。张大卫牧师通过这段经文强调说:“耶稣被钉十字架时所显现的一切事件与景象,同时见证了身为上帝儿子的耶稣无限的谦卑与献身,以及充斥在罪恶世界中的残酷无情。”基于这个信息,我们将围绕“被钉十字架”这一个大主题,从唯一的角度来综合整合所有内容,并在此过程中,探讨其中所蕴含的普世且永恒的福音真理与教训。


1. 被交付十字架的程:在政治中彰

  从耶稣被交付十字架的过程来看,首先,耶稣在彼拉多的法庭里,因犹太人的巨大施压与虚假的控诉而被判处死刑。彼拉多多少感觉到了耶稣并无罪,但为了保全罗马总督的地位,避免犹太领袖与民众的暴动,最终还是宣判耶稣接受十字架之刑。即便如此,在彼拉多的裁决中仍有一件事没有改变,那就是在十字架上写着“拿撒勒人耶稣,犹太人的王”这块牌子的决定。犹太人的大祭司和领袖们抗议说,应该写“这人自称犹太人的王”,但彼拉多断然回答:“我所写的,我已经写上了。”就此相当于彼拉多亲手宣示了耶稣就是犹太人的王。张大卫牧师称这场景为“讽刺中的真理”:罗马总督彼拉多因政治算计把耶稣推上十字架,但同时却用自己的手宣示了耶稣是真王。这一幕显示,在充满人类判断和罪恶意图的历史之中,上帝的摄理(旨意)仍在彰显。


2. 走向各各他的路:罪祭羊羔”的实现

  耶稣背负十字架前往各各他的路,与犹太人传统的“罪意识”密切相关。《利未记》16章提到“赎罪日”的规定:大祭司要预备两只山羊,一只献给耶和华作赎罪祭,另一只则承担全百姓的罪被赶到旷野去,最终被弃绝或死亡。无罪的牲畜替代人类担当罪而死,或者被逐入荒野而死,以此使以色列群体得到罪的赦免。像这样通过“替罪羊(scapegoat)”的死来赦免百姓之罪的犹太传统,在耶稣的十字架事件中达到了终极且永远的完成。《以赛亚书》53章同样预言了这样的“受苦仆人”形象:“他为我们的过犯被刺,为我们的罪孽被压伤”(赛53:5)。主就像被牵到宰杀之地的羔羊一样,一言不发,默默走上苦难的道路,而完成此路的正是各各他山岗。

  张大卫牧师同时默想《以赛亚书》53章与《约翰福音》19章,强调说:“当耶稣背着十字架走向各各他之时,正是以赛亚先知所预见的受苦仆人预言得到成就的现实时刻。”在这里,我们要留意的是,主亲自背负了本该罪犯自己要背的十字架。十字架刑在古罗马的死刑制度中是最残酷与最羞辱的方式。拥有罗马公民权的人不会被判此刑,一般只对被统治民族或极恶犯人施行;且受刑者要亲自背着将杀死自己的刑具——十字架,绕城而行,直至行刑之地。这里包藏了让罪犯蒙受最大屈辱,并向市民发出“如果叛乱就会这样处死”之警告的残酷意图。况且,耶稣在此之前已被犹太人鞭打凌辱、讥笑和侮辱,身体极度虚弱。然而主依旧默默地走完那条路。

  根据《马太福音》27章和《马可福音》15章记载,耶稣背十字架行走途中,因体力不支倒下,罗马兵丁就抓来古利奈人西门代为背负耶稣的十字架。西门是来自北非古利奈(今利比亚)的外邦人,因逾越节来耶路撒冷朝圣,恰巧目睹了耶稣行刑的场面。原本只是无意而为,却意外地获得了背主十字架的“荣耀”(?)同时又痛苦的经历。马可介绍西门是“亚力山大和鲁弗的父亲”,后来在《罗马书》16章13节中,保罗问安的“鲁弗”极有可能就是西门的儿子。据此,教会的传统推断,西门与他的家人在十字架事件之后加入了早期基督教会,并发挥了重要作用。张大卫牧师指出:“有些人虽是被迫背起十字架,但即便是被迫之境,一旦经历与主同受苦,也会在其中反转成祝福的管道。”西门原本只是在耶路撒冷作短暂逗留的旅行者,但那一次背十字架的经历,却改变了他和他全家的命运。


3. 十字架行列中的刺:从耻辱到救

  如此,耶稣的十字架行列在人的恶劣制度与权力的暴力之中,以及漠不关心的群众眼光里,达到了高潮。祂的衣服被剥去,头戴荆棘冠冕,被讥笑嘲弄,以棍棒与鞭子抽打,最后在各各他(加略山/髑髅地)的山岗承担了极度的痛苦。“各各他”(希伯来语意为“骷髅”)这名字本就象征了骇人听闻的刑场,周围散落着受刑者的骸骨,可谓恐怖至极。犹太宗教领袖为了将耶稣与最穷凶极恶的罪犯等同看待,特意把两名强盗置于耶稣的左右,让祂倍加羞辱。可讽刺的是,耶稣被钉在两强盗之间这一画面,反而凸显了祂无罪的事实,以及上帝救恩计划的强烈对比。十字架在世人看来本是羞辱与嘲弄的象征,但对于信耶稣的人而言,却成了救恩的能力与恩典宝座。耶稣和罪犯接受同样的刑罚,但祂本无罪,却甘愿为我们代死,成为真正的赎罪祭。

  在《约翰福音》19章19节之后描写了犹太人的祭司长对彼拉多写的名号——“拿撒勒人耶稣,犹太人的王”——极度愤慨这一幕。他们要求彼拉多把这句改写成“他自称犹太人的王”。然而彼拉多则坚定表示:“我所写的,我已经写上了。”这段简短的对话暗示,已经作出的“犹太人的王”这一宣告,不可能再撤销。事实上,耶稣确实就是犹太人的王,但犹太宗教领袖们予以拒绝,还想通过罗马总督彼拉多强迫其撤回那句话。结果,彼拉多并不撤销这个表达,反倒在拉丁语、希腊语、希伯来语三种语言里同时告诉了世人:“耶稣乃真王。”福音书作者约翰深知这其中的象征意义,引导读者认识到“在十字架上成就了上帝的王权”。张大卫牧师如此解释:“上帝甚至能使用人的恶意与诡计,来彰显祂的救赎计划。”换言之,人绝无法逃脱上帝的主权,即使是不义地杀害耶稣的行为,也会最终成为成就上帝旨意的路径。


4. 一切的主:完全倒空的

  接着,在《约翰福音》19章23节之后记载了士兵分耶稣衣服的场面。当时执行十字架刑的士兵,有把囚犯最后的所有物品分赃的惯例。耶稣的衣服也被四个兵丁各分一份;至于没缝线、整块编织的里衣,则抽签决定归属。约翰把这情景与《诗篇》22篇18节(“他们分了我的外衣,为我的里衣拈阄”)相连,证明旧约的预言得到了应验。但我们绝不能忽略的事实是:耶稣在世上的一切全被夺走,甚至连最后蔽体的衣服也成了士兵们争夺的财物。这一幕展现了“完全倒空”的极致。虽然耶稣在传道期间就已经“没有枕头的地方”(太8:20),但在祂被处死之前,真的连任何一件属于自己的东西都没剩下,就这样挂在十字架上。张大卫牧师评论说:“耶稣作为上帝,却甘愿舍弃一切,以成为最终为我们代赎的祭物。”耶稣至死都没有坚持拥有任何财物,只是一心为我们的罪付上代价的牺牲者。

  在此场景中,可以看到两种截然相反的面貌:其一是在十字架下,为得到耶稣最后的衣物而抽签分赃的士兵,其二是什么也不保留,甘愿一无所有、把一切都舍下的耶稣。世人如那贪婪的士兵一般,连他人的东西也想夺为己有;耶稣则是那位不自保权利,甘愿把一切赐给我们的主。这样强烈的对比让我们看清了人类罪性的残酷一面,也看见了上帝无私奉献之爱的完满牺牲。因而基督徒不该效法那些士兵,而应铭记在十字架上把一切倾倒出来的主耶稣。这对今日执着于“拥有”的现代人而言,是极大的挑战:要脱离贪念,看望十字架上的耶稣,并在谦卑与分享,以及自我牺牲的道路上行走。这才是真实的基督徒生活。张大卫牧师也指出:“有时连教会都在十字架脚下争夺各自的利益或地位,这与那些士兵何其相似。我们应当时刻在十字架下,注视那‘一无所有’的主,悔改并决心舍弃对拥有和贪婪的执念。”


5. 十字架下的母:因而无

  随后在《约翰福音》19章25节记载了站在耶稣十字架旁边的几位妇女:耶稣的母亲马利亚、耶稣的姨母撒罗米(从《马可福音》可知,她是西庇太儿子雅各和约翰的母亲)、革罗巴的妻子马利亚,以及抹大拉的马利亚。当时女性社会地位低下,亦没有像男性门徒那样被正式呼召为门徒,但讽刺的是,在十字架的最后时刻,却是这些妇女留在最危险的现场。那是极度惨烈、恐怖的刑场;倘若被认定与被钉在十字架的罪犯关系亲密,极有可能会被罗马当局追究连带责任。即便如此,她们仍然为了陪伴主的最后一刻而坚守不离。这正是“爱里没有惧怕”(约壹4:18)的最佳写照。张大卫牧师说:“真有对主的爱,就不会被任何威胁或恐惧所拦阻。”耶稣看着这些妇女,又看着祂所爱的门徒约翰,说:“母亲,看,你的儿子!看,你的母亲!”(参约19:26-27)。这一话语既彰显了耶稣对肉身母亲的极深孝心,也在基督的群体里启示了“因信心相连的全新家庭”这一概念。

  事实上,耶稣在传道时曾说过:“谁是我的母亲?谁是我的弟兄?凡遵行我天父旨意的人,就是我的弟兄姐妹和母亲了”(太12:48-50)。从这角度看,马利亚不仅是耶稣的肉身母亲,也是一位需要跟随主之路的信心门徒。所以在十字架上说“母亲,看,你的儿子”时,已经超越了单纯的“血肉亲情”层面,宣告了凡相信并跟从耶稣的人都是上帝的儿女,彼此应当互相照顾、成为主内的一个家庭。耶稣在十字架上极度痛苦中依旧坚立上帝国度的共同体原则,也为留下的门徒们提供了最后的爱。


6. 十字架——上帝的相互吻合之

  通过十字架事件,我们看见耶稣一生的使命如同一篇浩大的史诗,在此得以完成。耶稣虽取了与我们相同的肉身,却无罪;祂在世传道时宣扬天国的福音,医治贫穷、病痛的人,亲近税吏与娼妓等罪人,宣告救恩的盼望。最终,祂在犹太领袖的忌恨与群众的误解中被判极刑,但祂甘愿背负一切,在十字架上舍命。从人的角度,这是一个悲剧,然而在上帝的眼中,却是为罪恶的世界舍下独生子之终极之爱,亦是至圣的代赎。张大卫牧师称十字架为“上帝的爱与公义彼此相合之地”,原因在于:“十字架既展示了上帝彻底的爱,也完成了罪的代价。”这意味着十字架既彰显上帝最深的慈爱,也实现了罪应当受到惩治的公义。

  此事发生在逾越节期间也让十字架救恩的意义更为鲜明。旧约时代,以色列人在埃及为奴之时,将逾越节羔羊的血涂于门框,死神就越过他们(出埃及记12章),并以此为纪念年年守逾越节。如今耶稣的十字架之死恰于逾越节,这并非历史的偶然,而是“背负世人罪孽的上帝羔羊”(约1:29)耶稣,为全人类一次性付清罪的代价。因主在十字架上所流的宝血,罪人得以从永死的刑罚中被拯救,与上帝和好。正如当初逾越节羔羊的血在出埃及事件中成为保护生命的标志,如今耶稣的血成为拯救罪人的大能。


7. 十字架之路:利的宣言

  耶稣背负十字架的行程,并非仅仅是走向死亡的行列,实则是为完成人类救赎使命的胜利游行。表面看,充斥着讥笑、羞辱、鲜血与痛苦,似乎是一场悲怆的失败;但在属灵的真实中,这是粉碎罪与死亡权势、宣告上帝国度得胜的时刻。从耶稣最后的话“成了”(约19:30)也可见,这条路并非败北,而是成全。我们注视十字架时,不该只止步于忧伤与痛苦,更要看见它之后的复活得胜。十字架因耶稣复活而成为永生的大门,对基督徒而言,它是“与上帝和好,并享平安”的根基。

  默想圣经对十字架的记述时,我们得出两方面的重要应用:首先,耶稣吩咐“要爱你们的仇敌”(太5:44)时,并非停留在抽象的伦理教导。祂亲身经历了要杀害祂的那些人——罗马士兵、犹太宗教领袖,以及群众的嘲讽与暴行,却依然为他们祈祷:“父啊,赦免他们”(路23:34)。祂不只是口头上宣扬爱,而是用生命承受了所有恶意与仇恨,却仍未发出咒诅与复仇的呼声。祂以善胜恶(罗12:21),在十字架上向那也曾敌对祂的人施予救恩的恩典。张大卫牧师称这是“耶稣所教训的话语与祂真实生活完全一致的关键证明。”我们若跟随耶稣,就应当在家庭、职场、社会与人际关系中,舍弃仇恨与愤怒,在十字架的爱中活出见证。这才是作主门徒的道路。

  第二,十字架呼唤我们进入“彼此背负重担的共同体”。保罗在《加拉太书》6章2节说:“你们各人的重担要互相担当,如此就完全了基督的律法。”正如耶稣承担了我们的罪和咒诅、并担当我们的软弱一样,我们也应该在彼此之间分担痛苦、悲伤、缺乏与伤口。十字架本是为他人牺牲与分享的极致表征。因此,真正深刻默想并信靠十字架的人,不会只停留于“我个人得救”的满足,而会实践对教会与邻舍的奉献与付出。特别是在教会共同体中,若有人软弱,这就是我们自己的事,要积极伸出援手,这正是十字架精神的体现。张大卫牧师说:“十字架的信仰绝不能只成为独立的‘我’的信仰;唯有在主用血所买赎的群体中彼此联结、彼此背负时,十字架才能在教会中成为现今活泼的大能。”


8. 站在十字架旁的人:新的共同体的

  最后,让我们再次思考陪伴在耶稣十字架旁的妇女们和门徒约翰。当大多数男性门徒因害怕而逃离,却是这些看似软弱的妇女始终相随。耶稣就在这样一个时刻,把无法言喻的安慰和托付交给了她们:“母亲,看你的儿子!……看,你的母亲!”(约19:26-27)。这既是耶稣对肉身母亲最后的亲情表达,也是基督里因信所结成的新家庭的宣告。如今耶稣将通过十字架开启全新的救赎历史,并在这信心中建立彼此相顾、彼此联合的教会。此画面清楚指明了今日教会应有的模样,以及我们站在十字架面前与主同行时应当持守的心志。

  耶稣的十字架事件让我们看见,祂的一生好似宏大的叙事,在此画下句点;然而对我们而言,这又是新的篇章——复活与救恩之门的开始。十字架不仅是一个惨烈的历史悲剧,更是上帝为罪人预备的最深情的爱,也是通往复活之晨的入口。张大卫牧师称十字架为“上帝的爱与公义亲吻之处”,正因这里是上帝倾注极深之爱并成就公义的焦点。


9. 超越史悲:十字架所示的命

  因为正处于逾越节时节,这使十字架事件显得愈发具有救赎象征:旧约中以色列百姓用羔羊之血挡过了灭命之灾(出埃及记12章),每年纪念这拯救之恩;新约里,耶稣恰恰在逾越节被钉十字架,担当了世人的罪,完成一次性的救赎,使凡信祂的人免于永远的刑罚,获得与上帝和好的途径。就如出埃及时逾越羔羊的血意味着保全性命,如今耶稣所流的血正是赦罪与新生的确据与盼望。

  耶稣背十字架之路,表面看是屈辱、嘲讽、鲜血与痛苦,但实际上是打破罪恶与死亡权势、彰显上帝国度得胜的宣言。耶稣临终的话语“成了!”(约19:30)明示了这条路是一次完成的救赎之途。基督徒默想十字架时,应当跨越哀痛,看见那背后的复活与胜利。正因耶稣的复活,十字架成了永生的关口,对所有信徒而言,它是带来“与神和好的平安”的基础。

  当我们再次注视十字架,就会发现其中两点重要的生命应用:其一,主所宣告的“爱你们的仇敌”(太5:44)从来不是抽象理论,而是耶稣亲自先行示范的实践。祂为那些要杀害祂的罗马士兵及宗教领袖、嘲弄祂的群众代求:“父啊,赦免他们”(路23:34)。这不是嘴上说爱,而是真正担当了所有恶毒与仇视,仍未发出咒诅。祂用善胜过恶(罗12:21),向仇敌也颁赐救恩,这是上帝超越的慈爱在十字架上的体现。张大卫牧师说:“这是耶稣的教导与祂实况生活完全合一的最显著标志。”若我们效法耶稣,也必须在家人、同事、邻舍乃至社会群体中,放下愤怒与憎恶,以十字架的爱活出来,这才是真门徒的生命。

  第二,十字架呼召我们成为“彼此担负重担的群体”。保罗在《加拉太书》6章2节说:“你们各人的重担要互相担当,如此就完全了基督的律法。”耶稣既然已背负了我们的罪、咒诅和软弱,我们也应当在教会和生活中分担彼此的痛苦、悲伤、缺陷与伤口。十字架最根本的意义,就是为了他人的牺牲与分享。若我们对十字架的默想与相信足够深刻,就不会只停留在“我个人是否得救”的范围,而会将其转化为对教会和他人的关怀付出。尤其在教会共同体里,若有人软弱,就把此视为自己的问题,积极伸出援手;这才是十字架精神在当下教会中活现的途径。张大卫牧师也说:“十字架信仰绝不可能只局限在独立的‘我’身上;唯有在主用宝血买赎的共同体里彼此联结、彼此承担,这十字架才会在教会里展现它当下的大能。”


10. 在十字架旁的翰:新共同体

  回想留在耶稣十字架旁的妇女与门徒约翰:大多男性门徒因惧怕而远避,倒是那些被视为地位低下的妇女始终不离不弃。耶稣在濒临断气的时刻,对她们说出最后的安慰与嘱托:“母亲,看,你的儿子……看,你的母亲”(约19:26-27)。这既是耶稣对肉身母亲最极致的孝爱,也是宣告那在基督里借信心相连的新家庭。从此耶稣将通过十字架成就新的救恩历史,也在这信仰里建立彼此照顾、彼此相爱的教会。此一画面诠释了今日的教会应何去何从,以及我们该如何在十字架前与主同行。

  耶稣的十字架事件,在祂的一生如同一部大叙事般告一段落;对我们而言,却打开了复活与新生命之门。十字架虽然看似残酷悲惨的历史事件,但同时也是上帝拥抱罪人的开端,并且是通往复活之晨的关键。张大卫牧师形容十字架是“上帝的慈爱与公义相遇之处”,正因这里既彰显了神至深的慈爱,也成全了公义的要求。


11. 太人的王:在十字架上成就神理的见证

  正如《约翰福音》19章所记的,彼拉多写下“拿撒勒人耶稣,犹太人的王”之名号,虽然犹太祭司长们要求改为“他自称犹太人的王”,但彼拉多拒绝更改,表示“我所写的,我已经写上了。”从而在拉丁、希腊、希伯来三种语言,向全世界宣告了耶稣乃真正的王。福音书作者约翰清楚点出这所含的象征意涵,让读者明白:“十字架上完满地成就了上帝之王权。”张大卫牧师评价:“上帝甚至可以利用人的恶意与权术,实现祂的救赎计划。人无法偏离神的摄理,无论人意欲何为,最终皆服从于上帝的旨意。”耶稣被钉十字架是人类有史以来最大的不义,但也在上帝的主权中化为最伟大的救恩史诗。


12. “都成了!”:到新生命的完成宣言

  在《约翰福音》19章17-27节中所见的十字架事件,核心信息有三:第一,耶稣为罪人舍弃一切,甚至牺牲性命,成就了代赎之恩;第二,因这代赎,我们才有可能获得救赎;第三,凡真心接受这一牺牲的人,必得着主所赐的全新团契之爱和复活盼望。我们注视十字架时,不能只停留在悲伤,也要在那深切苦难之中看见上帝无限的爱和大能。另外,唯有当十字架的事件在我们生活各方面被重现,我们才能实践爱仇敌、彼此担负重担、努力扩张神国度的使命。

  张大卫牧师总结默想十字架时常提到:“我们不可逃避自己该背负的十字架。”耶稣对门徒说:“若有人要跟从我,就当舍己,背起他的十字架来跟从我”(太16:24)。此处的“自己十字架”指我们要放下自私、罪性、世俗欲望,如同耶稣一般,为爱邻舍、扩展上帝国度而愿意牺牲。也许有时我们会像古利奈人西门那般“被迫”背起十字架,但即便如此,也可能因此经历意外的祝福与属灵觉醒。作为相信并跟从主的门徒,最终我们得在自己生活中实践主所走过的十字架之路。


13. 十字架事件:从旧祭祀到新教会的核心

  《约翰福音》19章17-27节里,耶稣的十字架将旧约的赎罪祭与受苦仆人预言,以及新约罪的赦免与救恩的完成,以及教会共同体的诞生统统凝聚在一起。耶稣在各各他这髑髅地被钉在十字架上的景象看似极度凄惨,却在上帝的救恩大工里成为最荣耀、最得胜的地方。黑暗与死亡掌权的世界中心地带,降临了带着光明与生命的耶稣,祂在十字架上击碎了死亡权势,并以复活宣告上帝国度的到来。所有信祂之人都能领受罪得赦免与永生,并且拥有全新的人生准则与盼望。

  当我们牢记这一事实,我们内心就会炽热起来。正如往以马忤斯路上的门徒与复活的耶稣交谈时感到“心里火热”(路24:32),我们越是默想十字架事件,心灵也应越被感恩与敬畏充满。耶稣不仅是一位伟大的老师或哲学家,而是那“为我甘愿舍命的救主”——对此越认识深刻,我们的日常生活就越被它撼动,因我们能将自私、贪婪、愤怒、仇恨、恐惧和忧虑都融化在那代赎之爱中。张大卫牧师说:“一旦抓住十字架,就不可能再回到过去那种活法;基督徒唯有让自己常常被十字架之爱所捕捉,才会经历日日更新。”


14. 终结论:“被十字架”乃信仰的核心高峰

  因此,耶稣甘愿背负十字架、走上各各他山,并至死承担那刑罚,正是为要拯救世上必死的罪人,这是上帝决定性的救赎行动。那天,无数人嘲笑耶稣,或忙于谋取利益,或选择视而不见;唯有少数几位妇女与祂所爱的门徒约翰,在苦难与悲恸中伴随主到底。而耶稣就在十字架上仍然饶恕钉祂的人,托付母亲给门徒,并宣告“成了”,成就了全部的代赎之工。十字架的表面是一个人凄惨的死,却是上帝重新拥抱罪人的爱情新开始,也是开启复活之门的钥匙。因此我们不可把《约翰福音》19章记载的十字架事件,仅仅视为一桩悲痛的历史悲剧;在其中潜藏着主宰宇宙万物的上帝之圣洁旨意、祂的公义,以及何等深切的爱。教会所当坚守的核心真理正由此而来——“上帝爱世人,甚至将祂的独生子赐给他们……”(约3:16)在十字架上圆满实现。

  今天的我们同样若真心默想耶稣的十字架,人生的方向难免翻转。在充满贪婪、物质主义、冷漠与愤怒的世界中,甘愿舍己、服事他人、行走真理之路并非易事。然而,只要我们纪念主走过的道路,并靠着圣灵的帮助效法祂,就能得着世界无法给予的平安与喜乐,以及真正的自由。张大卫牧师常引述保罗的话:“我不以别的夸口,只夸我们主耶稣基督的十字架”(加6:14),并强调:“十字架是教会的一切根基,也是所有生命的源头。”的确,教会与信徒真正的能力与荣耀并不在于外在华丽或世俗富足,而在于是否时刻记得与主同钉十字架的苦难与死,并将那爱行在实际生活中。

  基督被钉十字架正是整卷圣经的核心。正因为基督的代赎,罪人得以称义;也因这份爱,我们每天能够悔改归向祂,得享恩典中的新生命。若缺少此根基,基督信仰便如空壳。唯有在十字架之处有生命,也唯有在此开启复活的荣耀。于是我们天天当仰望十字架,走上主所指引的道路,并将耶稣的爱分享给他人。《约翰福音》19章17-27节里开始的十字架故事,最终延伸到复活之晨,掀开了新历史的篇章。如今,世界各地数不清的信徒仍在这福音的光中生活,并传扬十字架的爱与真理。

  概而言之,“被钉十字架”这一宏大事件,是上帝对罪恶人类所表达的最极致、最决然的爱,也是永远粉碎罪与死权势的胜利标志。张大卫牧师把这一幕称为“人类历史上最伟大的悖论”,因为看似充斥着死亡、失败、耻辱与侮辱的场景,却在那里彰显了上帝的荣耀与权能,并且赐下了极其伟大的救恩。十字架揭露了人类的骄傲、贪欲、不义与残酷,同时也显露出无限的爱、恩典与复活的盼望。故此,我们应当紧紧抓住这代赎的现场——十字架,将自己、教会、乃至全世界都带向基督的救赎里。这就是十字架事件在今日对我们“活的福音”的意义。

  若我们真的相信并铭记耶稣在十字架上所成就的罪得赦免与救恩,我们的敬拜、祷告、爱邻舍、服事与传福音自必截然不同。我们不再是属黑暗的,也不会再被贪婪与自私所捆绑。透过耶稣所示范的“舍己之爱”,若我们也在日常生活中加以彰显、默想各各他流出的宝血之意义,最终我们个人与教会都会被真正的能力与喜乐充满。这正是“信那位被钉十字架之基督”的人所拥有的身份与使命。张大卫牧师多次教导:“我们信仰的每个关口,都要以十字架为先导;让十字架浸透我们的一切生活。”正因此,我们深刻体会,没有十字架,便没有真正的完全。一旦在十字架前谦卑悔改,以感恩与敬拜来朝见主,并在微小的生活角落里活出十字架之恩,此就成为我们最大的喜乐与特权。借着不断地记念此恩典,我们才能得享世人所不能夺去的平安、安慰与能力。

  愿我们通过默想《约翰福音》19章17-27节的短短经文,更深地凝望主耶稣背负十字架的身影。那并非仅是公元一世纪耶路撒冷的历史事件,而是每时每刻在所有信徒与教会中不断重现的“进行时恩典”。张大卫牧师强调,正是这恩典不断唤醒教会与信徒,并驱使我们在世界各处传扬救恩的消息。只有通过十字架,我们才能进入复活的荣耀;唯有在十字架上死去,才能得享真正的新生命。唯愿我们深深感恩于基督在十字架上显露的爱,并在各自的岗位上背起自己当背的十字架,继续跟随祂。那位从死里复活、至今仍活着的主,若我们真心信祂,就不禁要宣告:“主啊,我愿意背起我的十字架跟随你!”但愿此宣告不仅停留在口里,更成为每日真实的生活。唯有在不断地抓牢十字架、效法耶稣心肠的灵命操练中,我们才能见证贪婪与骄傲的消融,无动于衷变为爱心,冲突化作和好之奇迹。

  因此,《约翰福音》19章17-27节所记载的耶稣基督十字架事件,同时是人类历史上最惨烈的悲剧,又是最璀璨的盼望时刻。每当我们默想此事,务必要谨记张大卫牧师的提醒:“十字架就是我们的道路、我们的真理和我们的生命。”既受召为基督徒,就再一次立志,不要成为曾讥笑耶稣或在十字架下抢夺祂衣服的那些人,倒要像古利奈人西门一样与耶稣同负十字架,像那些妇女和约翰一样守候在主旁,为那爱而感恩,以自愿的献身作出回应。也要借着十字架上的赦免之恩,去爱那仇恨我们的人,彼此承担重担,为在这世上建立神的国度而努力。凝视被钉十字架的耶稣之时,我们当相信祂伤口里流淌的宝血能洁净我们的罪与伤口,也能医治教会与群体,并成为恢复万邦的能力。

  最终,“被钉十字架”这一主题可说是整个基督信仰的精髓,也是我们信仰旅程的起点与终点。若无耶稣的十字架,教会、救恩、门徒身份和复活永生都无从谈起。正如张大卫牧师在多次证道中反复强调:“我们要将十字架常悬在心中,不管时代与风潮如何变迁,都不可动摇在十字架上所彰显的上帝之爱与救恩。”因此,让我们在十字架前谦卑悔改,满怀感恩敬拜,将十字架的恩典在日常生活中与人分享——这是我们所能拥有的最大喜乐与特权。只要我们持续记念这恩典,便能得享世界无法夺去的平安、安慰与大能。

  总之,《约翰福音》19章17-27节这一小段经文,促使我们更深地注视主耶稣走上的十字架道路。这条道路并非局限于第一世纪耶路撒冷的历史,而是在今日凡信者的心中、凡教会之处持续活化的“当下恩典”。张大卫牧师认为,这恩典才能使教会与信徒不断被唤醒,也能把救恩之光照到世间各个角落。唯有先经过十字架,我们才得以进入复活的荣光;也唯有在十字架上与主同死,我们才能获取真正的新生。愿我们真诚地感谢耶稣在各各他山上所显明的爱,并将各自肩头的十字架扛起来,继续与祂同行。被钉十字架又从死里复活、现今仍然活着的那位主,是我们真正的王、大祭司与救主。当我们活在这位王的国度、承担这位大祭司委托的使命,并把救主赐下的恩典在世上宣告之时,也会被十字架大能日日更新。愿我们铭记:没有十字架就没有一切,而有了十字架就拥有永远的盼望与胜利。愿主帮助我们在日常行走中常常仰望并跟随那背十字架的主,直到世界的尽头。阿们。

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十字架に現れた贖いの道 – 張ダビデ牧師

 十字架にかけられたイエス・キリストの出来事は、聖書全体を貫く救いの核心であり、人類の罪と神の愛が劇的に交差する場であると言えます。特にヨハネの福音書19章17節から27節に記録されたイエス様の十字架刑の過程は、他の福音書よりも簡潔でありながら非常に力強いメッセージを伝えています。本本文では、イエス様がゴルゴタと呼ばれる“髑髏の丘”へ行き、十字架につけられる場面がごく短く描写されていますが、その中には計り知れない悲劇と同時に、罪人に対する神の深い愛がありのままに示されています。そして、この場面を黙想するすべてのキリスト者は、イエス様が歩まれた「十字架の道」がいかに苛烈で無残なものであったかを思い起こしつつ、その道がまさに自分のための贖いの道であったことを悟らなければなりません。
 張ダビデ牧師はこの本文を通して、私たちに「イエス様が十字架につけられた時に現れたすべての出来事と姿は、神の御子であるイエス様の無限のへりくだりと献身、そして罪に穢れた世の残酷さを同時に示す証言」であると強調します。この御言葉を土台に、十字架へ向かうイエス様の足取りとその傍らにいた人々、そしてその場に動員されていたローマ兵士たちの姿を一つひとつ深く掘り下げてみたいと思います。ただ一つの小見出しとして、「十字架につけられる」という大主題のもとに、すべての内容を統合して整理しながら、その中に含まれた普遍的かつ永遠の福音の真理と教訓を共に探っていきましょう。


1. イエスが十字架に引き渡される過程

 イエス様が十字架に引き渡される過程を見ると、まずイエス様はピラトの法廷でユダヤ人たちの激しい圧力と偽りの讒訴(ざんそ)によって死刑宣告を受けます。ピラトはイエス様に罪がないことをある程度感じ取ってはいましたが、結局ローマ総督として自らの地位を守り、ユダヤの指導者たちや民衆の暴動を防ぐために、イエス様に十字架刑を宣告してしまいました。それにもかかわらず、ピラトが下した決定の中で変わらなかった一つのことがありました。それは、十字架の上に「ナザレのイエス ユダヤ人の王」という札を貼るという行為でした。ユダヤ人の大祭司や指導者たちは「自称ユダヤ人の王と書け」と抗議しましたが、ピラトは「私が書いたものは書いたままにしておけ」と断言し、イエス様がユダヤ人の王であることをむしろ宣言する形になりました。
 張ダビデ牧師はこの場面を「アイロニー(皮肉)の中に表された真理」と呼びます。ローマ総督ピラトは政治的な計算によってイエス様を十字架に追いやったものの、同時に“真の王”がイエス様であることを自らの手で宣言させられたからです。人間の判断や罪深い思惑が絡み合う歴史のただ中においても、神の摂理は明らかになる場面といえるでしょう。


2. イエスが背負ってまれたゴルゴタの道と贖罪の背景

 イエス様が十字架を背負って歩まれたゴルゴタの道は、ユダヤの伝統的な罪意識とも密接に関わっています。旧約のレビ記16章には「贖罪日」に関する規定が記されています。大祭司は山羊を二匹用意し、そのうち一匹は主にささげる贖罪のいけにえとし、もう一匹は民全体の罪を負わせて荒野に追い出します。罪なき動物が人々の罪を代わりに負って死へと追いやられる、あるいは荒野に放逐されて殺されることで、イスラエル共同体が罪の赦しを受けるのです。このように「スケープゴート(贖罪の山羊)」の死によって民の罪が赦されるというユダヤの伝統は、イエス様の十字架の出来事によって究極的かつ永遠に完成を迎えます。イザヤ書53章もまた、この「苦しむしもべ」のイメージを予言しています。「彼が刺し通されたのは、私たちの咎のためであり、彼が打ち砕かれたのは、私たちの不義のためである(イザヤ53:5)」と。主はまるで屠り場に引かれていく子羊のように、何もおっしゃらず黙々と苦難の道を歩まれました。そしてその道が完成した場所がゴルゴタの丘でした。
 張ダビデ牧師はイザヤ書53章とヨハネの福音書19章を合わせて黙想しながら、「イエス様がゴルゴタで十字架を背負って歩かれた時こそ、イザヤ預言者が見た苦難のしもべの預言が成就する現場であった」と強調します。ここで私たちが注目すべきは、主が罪人が負うはずの十字架を直々に背負って歩かれたという事実です。十字架刑は古代ローマの死刑制度の中でも最も残酷で恥辱的な方法でした。ローマ市民権をもつ者はこの刑に処されることはなく、主に被支配民族や極悪犯に宣告され、死刑囚は自分が死ぬ刑具である十字架を自ら担いで街中を回り、処刑場へ向かいました。それは罪人に最大の屈辱を与えると同時に、市民に「反逆すればこのように死ぬ」という警告を与える残酷な意図が込められていました。
 さらにイエス様はすでにユダヤ人たちによる鞭打ちや暴行、あざけりと侮辱によって身体が深刻に疲弊している状態でした。それでもイエス様は黙々とその道を歩まれました。


3. 十字架を代わりに担いだクレネ人シモンの意味

 マタイの福音書27章やマルコの福音書15章によれば、イエス様が十字架を背負って行かれるうちに、あまりの衰弱ゆえ倒れこんでしまわれたため、ローマ兵がクレネ人シモンを無理やり引っ張ってきてイエス様の十字架を代わりに担がせました。シモンは北アフリカのクレネ、すなわち現代のリビア地域から来ており、過越の祭りを迎えてエルサレムに巡礼のためにやって来た際、偶然イエス様の極刑の場面に遭遇したのです。彼は異邦人で、特別な意図があったわけでもありませんでしたが、結果的にイエス様の十字架を担うという“光栄”(?)であり同時に苦しい経験をすることになりました。マルコはシモンを「アレクサンドロとルポの父」と紹介していますが、後にローマ16章13節でパウロがあいさつしている「ルポ」という人物がシモンの息子である可能性が高いとされています。これを通して教会の伝承では、シモンとその家族が十字架の出来事の後、キリスト教共同体の重要なメンバーになったと推定します。
 張ダビデ牧師は「ある人は十字架を無理やり担わされるが、その強制の状況でも主の苦難を共に体験するとき、むしろそれが祝福の通路となる」と説明します。シモンは本来、旅行者として一時的にエルサレムに滞在していただけかもしれません。しかし十字架を担いだあの体験が、彼の人生と家族を変化させたのです。


4. 十字架行列で極まる人間の暴力性とイエスのへりくだり

 このように、イエス様の十字架行列は人間の悪しき制度と権力の暴力性、そして無関心な群衆の視線のなかで頂点に達します。衣服をはぎ取られ、茨の冠をかぶせられ嘲弄され、棒や鞭で打たれながら、カルバリの丘(ゴルゴタ)までその苦しみを耐え忍ばれました。カルバリ(ゴルゴタ)はヘブライ語で髑髏を意味し、むごたらしい処刑の場所という名にふさわしく、辺りには処刑された者たちの骨や髑髏が転がるおぞましい所でした。ユダヤの宗教指導者たちはイエス様を極悪犯と同列に並べようとして、二人の強盗をイエス様の左右に配置し、よりいっそうイエス様を侮辱しようとしました。しかし皮肉なことに、イエス様が両側の強盗の間にかけられたその姿は、かえってイエス様の無罪性と神の救いのご計画を劇的に際立たせる場面となりました。十字架は世の人々にとっては恥と嘲りの象徴でしたが、イエス様を信じる者にとっては救いの力と恵みの御座となるからです。イエス様は強盗たちと同じ刑罰を受けながらも、実際には罪がないにもかかわらず私たちの代わりに死なれた真の犠牲のささげものになってくださいました。


5. 「ナザレのイエス ユダヤ人の王」の札にこめられた

 ヨハネの福音書19章19節以下には、ピラトが書いた名札「ナザレのイエス ユダヤ人の王」について、大祭司たちが憤慨する場面が登場します。彼らは「自称ユダヤ人の王と書け」とピラトに抗議しますが、ピラトは「私が書いたものは書いたままにしておけ」と釘を刺します。この短い対話の中には、一度決まってしまった「ユダヤ人の王」という称号は取り消せないという暗示があります。イエス様は実際にユダヤ人の王として来られたにもかかわらず、ユダヤの宗教指導者たちはそれを拒み、むしろローマ総督ピラトを通してその表現を撤回させようとしました。しかしピラトは自らの権威で書いた文言を覆さなかったので、結果的に全世界に「イエスこそ真の王である」ということを、ローマ語(ラテン語)、ギリシア語、ヘブライ語の3つの言語で同時に知らせる形になったのです。福音書の著者ヨハネは、この出来事に含まれる象徴的な意味を十分に認識しており、読者たちが「十字架の上で完成された神の王権」を理解するように記述しています。
 張ダビデ牧師はこれを「神は人の悪意や小賢しささえも、ご自身の救いのご計画を顕す道具として用いられる」と説明します。すなわち人間は神の摂理を離れ、他の道に進むことはできない存在であり、イエス様を殺すという不正な行為さえも、究極的には神の主権と目的を実現する経路となるということです。


6. 十字架の下でイエスの衣服を分け合う兵士たちと「完全な空(くう)」

 続いてヨハネの福音書19章23節以下では、兵士たちがイエス様の衣服を分け合う場面が記録されています。当時、十字架刑を執行する兵士たちは、死刑囚の最後の所有物を自分たちで山分けする慣習がありました。イエス様の衣服も、四人の兵士がそれぞれ一部ずつを取り、継ぎ目なく織られた下着については裂かずにくじを引いて誰のものにするかを決めました。ヨハネはこの場面を詩編22編18節(「彼らはわたしの着物を分かち、わたしの衣をくじ引きにする」)と結びつけ、旧約の預言が成就したことを示しています。
 しかしこの姿のなかで、私たちが見逃してはならない一つの事実があります。それはイエス様が世において持っていたすべてを奪われ、最後に身を覆う衣さえも兵士たちが分け合おうとする場面が展開しているということです。これは「完全なる放棄」の極みにほかなりません。イエス様は公生涯の間にも「頭を置くところさえなかった」(マタイ8:20)と記録されていますが、最後に息を引き取られる直前には、本当に何ひとつ所有されないまま十字架にかけられたのです。
 張ダビデ牧師はこれを「神であるイエス様がすべてを喜んで捨てられて、究極的には私たちのための贖いのささげものとなられた証拠」と語ります。イエス様は最後の最後までどんな所有権も主張されず、ただ私たちの罪の代価を支払う犠牲として残られたのです。


7. 貪欲な兵士たちと何も持たれないイエス

 この場面で私たちは、二つの対照的な姿を見ることができます。一つは、十字架の下でイエス様の最後の衣服までくじで手に入れようとする兵士たちの貪欲な姿、もう一つは、何ひとつ所有されないまま、すべてを私たちに明け渡してくださったイエス様の姿です。世の中は貪欲な兵士のように他人のものさえ奪い取ろうとしますが、イエス様はご自分の権利を主張されず、すべてを私たちのために差し出されました。この対比は、すなわち人間の罪性の顕著な一面と、神の愛がいかに完全な犠牲であるかを同時に思い起こさせます。したがってキリスト者は兵士たちのような姿ではなく、十字架の上ですべてを注ぎ出されたイエス様の歩みを心に刻むべきです。これは、今日の「所有」に執着する現代人にとって強烈な挑戦を与えます。貪欲から離れ、十字架のイエス様を見上げながら謙遜と分かち合い、そして自己犠牲の道を歩むことこそが、本当のキリスト者の生き方です。
 張ダビデ牧師は「教会がしばしばイエス様の十字架のもとでさえも、各々が分け合う分を巡って争っているような姿と似てしまうことがある」と指摘し、「私たちはいつでも十字架の下で『何ひとつ所有されなかった』主を仰ぎ見て、所有と貪欲を悔い改めて捨てる決断へと進まなければならない」と勧めます。


8. 十字架のそばにいた女性たちと「互いを委ねる」イエス

 次にヨハネの福音書19章25節を見ると、イエス様の十字架のそばにいた幾人かの女性たちの名が登場します。イエス様の母マリア、イエス様の叔母サロメ(マルコの福音書によればゼベダイの息子ヤコブとヨハネの母でもあるとされる)、クロパの妻マリア、そしてマグダラのマリアがその現場に立っていました。一般的に、当時の女性たちは社会的地位が低く、男性の弟子たちのように公的な弟子としての召しを受けてはいませんでした。しかし、皮肉にも十字架の最後の現場にまで残ったのは、まさにこの女性たちでした。そこは極悪な処刑が行われる恐ろしい場所でした。十字架に処刑される罪人の近しい者と思われれば、ローマ当局から連帯責任を問われる可能性もある場所でした。それにもかかわらず、彼女たちはイエス様の最期の瞬間を見守るためにそこに留まったのです。これは「愛のうちには恐れがない」(第一ヨハネ4:18)という御言葉を生々しく証しするものです。
 張ダビデ牧師は「真に主を愛する心があれば、いかなる脅威や恐怖もその足を止めることはできない」と語ります。そしてイエス様はこの女性たちを見つめられながら、母マリアと愛する弟子ヨハネとに互いを委ねられます。「女の方、ご覧なさい。あなたの息子です。ご覧なさい。あなたの母です。」(ヨハネ19:26-27)というこの御言葉は、イエス様がご自分の肉の母に対して最後まで配慮を示された深い孝心を表すと同時に、キリストの共同体の中で「信仰によって結ばれる新しい家族」の概念を提示する節でもあります。


9. 十字架の上から示される「新しい家族」と神のの共同体

 実際、イエス様は公生涯の中で「私の母とは誰か、兄弟たちは誰か。誰でも天の父の御心を行う者が私の兄弟、姉妹、母なのだ」(マタイ12:48-50)と語られました。イエス様にとってマリアは肉体的な母でありつつも、主の道を歩むべき信仰の弟子の一人でもありました。ゆえに十字架上で「女の方、ご覧なさい。あなたの息子です」と呼びかけられた時、それは単なる肉親的な母子関係以上の意味を帯びています。イエス様を信じ従う者ならば、誰でも神の子として互いを顧みるべきであり、主にあって一つの家族となる、ということを宣言されたのです。このようにイエス様は、十字架上の極限の苦しみの中でも神の国の共同体の原則を確立され、残される者たちに対する愛を最後まで与えられました。


10. イエスの生涯を締めくくる十字架の出

 十字架の出来事を通して、私たちはイエス様の生涯全体が一つの大きな叙事詩のように完成される瞬間を目撃します。イエス様は受肉(肉体を取って人となられる)されることで私たちと同じ身体を持ちながらも、罪を犯されなかった方です。そして公生涯の間、天国の福音を伝えられ、貧しい人や病人を癒し、罪人や取税人、娼婦にまで近づいて救いの希望を告げ知らせました。最終的にユダヤ指導者たちの嫉妬と民衆の誤解のうちに極刑を宣告されましたが、それらすべてを受け入れ、十字架で息を引き取られます。人間から見れば悲劇ですが、神の視点から見ると、罪に満ちた世に対して独り子を与えられた最も深い愛であり、聖なる贖罪の出来事でした。
 張ダビデ牧師は十字架を「神の愛と正義が互いに口づけする場所」と表現し、その理由を「十字架は神の極みまで及ぶ愛が示されると同時に、罪の代価が支払われる正義が完成される地点であるから」と説明します。


11. 過越の祭りとイエスの十字架

 過越の祭りという背景もまた、十字架の意味をより鮮明にします。旧約時代、イスラエルの民はエジプトで奴隷として苦しんでいる最中、子羊の血を塗って死の使いが通り過ぎるようにし(出エジプト12章)、これを記念して毎年過越の祭りを守ってきました。ところがイエス様の十字架の死はちょうどこの過越の期間に起こりました。これは単なる歴史的偶然ではなく、「世の罪を取り除く神の子羊」(ヨハネ1:29)であるイエス様が、全人類の罪の代価をただ一度で完全に支払われることを予表し、かつ成就するものです。キリストが十字架で流された血によって、罪人である私たちは永遠の死の刑罰から解放され、神と和解が与えられました。まさに過越の子羊の血が出エジプトの出来事でいのちの防壁になったように、イエス様の血が罪人を救う力になるという点が、ここで劇的に強調されるのです。


12. 十字架を背負う行進は「死への行進」ではなく勝利の行進

 イエス様が十字架を背負って進まれる道は、単なる死への行進ではなく、人類救いの使命を全うする勝利の行進でもありました。外見上は嘲りと侮辱、苦しみと血にまみれた惨めな敗北のように見えたかもしれません。しかし霊的現実においては、罪の権威と死の権威を打ち砕いて勝利される神の国の宣言でした。イエス様の最後の言葉が「成し遂げられた」(ヨハネ19:30)であったことからも、この道が敗北ではなく完成であることが明らかになります。私たちが十字架を見上げる時、ただ悲しみと痛みに留まらず、その向こうにある復活の勝利をも見なければならない理由がここにあります。十字架はイエス様の復活によって永遠のいのちへの門となり、キリスト者にとっては「神と和解した平安の土台」となったのです。


13. 十字架を想するときに得る二つの重要な適用点

 このように聖書に記録された十字架の出来事を深く黙想するとき、私たちは二つの重要な次元での適用点を悟るようになります。
 一つ目は、イエス様が「敵を愛しなさい」(マタイ5:44)と仰せられたとき、それは決して抽象的な倫理的命令ではなかったという事実です。イエス様は自分を殺そうとする者たち、ローマ兵や宗教指導者たち、そして群衆の嘲りと暴力を身をもって受けながら、彼らに向かって「父よ、彼らをお赦しください」(ルカ23:34)と祈られました。口先だけで愛を宣言したのではなく、ご自身の身体で悪意と憎しみをすべて受け止め、それでも呪いや復讐を叫ぶことはなさらなかったのです。主は善をもって悪に打ち勝たれ(ローマ12:21)、敵にさえも救いをもたらす神の愛を十字架で示されました。
 張ダビデ牧師はこれを「イエス様が教えられた言葉と実際の生き方が完全に一致していた決定的証拠」と説明します。私たちもイエス様に従うのであれば、家庭や職場、社会や人間関係のなかで、憎しみと怒りを捨て、十字架の愛を実践しなければなりません。それがイエス様の弟子として生きる道です。

 もう一つは、十字架は「互いの重荷を負い合う共同体」へと私たちを招くということです。ガラテヤ6章2節でパウロは「互いの重荷を負い合い、そうしてキリストの律法を全うしなさい」と語ります。イエス様が私たちの罪や呪い、弱さを負われたように、私たちも互いの悲しみや苦しみ、欠乏や傷をともに担う共同体にならなければなりません。十字架とは、徹底的に他者のための犠牲であり、分かち合いです。ですから本当に十字架を黙想し、信じるならば、「自分だけが救われた」という個人的満足にとどまるのではなく、教会と隣人に仕える生き方へと繋がっていくのです。特に教会共同体の中で弱い肢体がいるなら、それは自分自身の問題であると認識し、積極的に助けの手を差し伸べることこそが、十字架の精神を具体化することに他なりません。
 張ダビデ牧師は「十字架の信仰は、決して独立した『私』の信仰だけでは存在しえない。主が血を流して建てられた共同体の中で互いに連帯し、互いの重荷を分かち合う時、十字架は教会の中で現在の力として生き働くようになる」と語ります。


14. 十字架のそばに立った女性たちと弟子ヨハネ、そして今日の教会

 最後に、イエス様の十字架のそばに立ち続けた女性たちと弟子ヨハネの姿をもう一度考えてみましょう。男性の弟子たちは多くが恐れて逃げ去りましたが、弱々しく見える女性の弟子たちは最後まで残り、主を見守りました。そしてイエス様は彼女たちに言葉にならない慰めと託すべきことを語られました。「女の方、ご覧なさい。あなたの息子です」「ご覧なさい。あなたの母です」(ヨハネ19:26-27)というこの言葉は、肉の母を思いやるイエス様の最後の家族愛の表現であると同時に、信仰によって結ばれる霊的家族に向けた宣言であるとも言えます。
 これからイエス様は十字架を通して新しい救いの歴史を完成され、その信仰の中で互いを世話し合い、結び合う教会を誕生させていきます。この場面は、今日の教会がどうあるべきか、そして私たちが十字架の前でどんな心で主と共に歩むべきかを、いっそう明確に教えています。


15. 十字架の中心的メッセジ:贖い、救い、新しい共同体の希望

 結局、十字架につけられたイエス様の出来事を通してヨハネの福音書19章17節から27節までに示される核心メッセージは、第一にイエス様が罪人のためにすべてを捨て、死に至るまで担われた贖いの犠牲であり、第二にその犠牲によって人間の救いが可能になったということ、第三にその犠牲を心から受け入れる者たちに主は新しい共同体の家族愛と復活の希望を与えてくださるという点です。十字架を見上げる視線は、ただ悲しみに終始するのではなく、その深い苦しみの奥にある神の愛と力を認識することへと進まなければなりません。また、十字架の出来事が私たちの生活のあらゆる領域で再現されるよう、敵をも愛し、互いの重荷を負い合い、神の国を拡張することに尽力すべきです。
 張ダビデ牧師は十字架の黙想の結論として、「私たちも自分が背負うべき十字架を避けてはならない」と勧めています。イエス様は弟子たちに「だれでもわたしについて来たいと思うなら、自分を捨て、自分の十字架を負い、そしてわたしに従って来なさい」(マタイ16:24)とおっしゃいました。この「自分の十字架」とは、自分の利己心や罪性、世的な欲望を下ろして、イエス様を見習い隣人を愛し、神の国を建てるために犠牲することを意味します。クレネ人シモンのように、あるいは強制的に十字架を担わされる場合であっても、その中で思いがけない祝福と霊的目覚めが起こることもありえます。結局、私たちはイエス様を信じ従う弟子として、主の歩まれた十字架の道を具体的に実践しなければならないのです。


16. 十字架の出事に凝縮された約から教会共同体までの救いのドラマ

 このようにヨハネの福音書19章17-27節に示されるイエス・キリストの十字架の出来事は、旧約の贖罪のささげものや苦しむしもべの預言、新約における罪の赦しと救いの成就、そして教会共同体の出発までも圧縮して描き出しています。ゴルゴタという髑髏の丘にかけられたイエス様の姿はあまりにも無残に見えますが、神の救いのご計画の中では最も栄光に満ちた勝利の場でもあります。暗闇と死が支配するこの世のただ中に、光といのちとして来られたイエス様は、十字架で死の権威を破り、復活を通して神の国がすでに到来したことを宣言されました。そしてその方を信じるすべての人に、罪の赦しと永遠のいのち、新しい生き方の基準と希望を与えてくださったのです。
 私たちがこの事実を思い起こすたびに、心は燃やされるべきです。エマオへ向かう弟子たちが復活されたイエス様と御言葉を分かち合う時、「私たちの心は燃えていたではないか」(ルカ24:32)と告白したように、十字架の出来事を思えば思うほど、私たちの霊の奥底から感激と感謝が湧き上がるはずです。イエス様が単なる偉大な師や哲学者ではなく、「私のためにいのちさえ投げ出してくださった救い主」だということを、より完全に悟る必要があります。その悟りこそ私たちの日常に波及力をもたらし、利己心や貪欲、怒りや憎しみ、不安や心配を贖いの愛によって溶かしていく原動力となるのです。
 張ダビデ牧師は「十字架を握る者は決して元の生き方に戻れない」と言い、「キリスト者であるならば、十字架の愛に捕らえられた人として、日々新しく変えられていかなければならない」と力説します。


17. 十字架の結末:愛と義、死と復活が交わる神の決定的救い

 結論として、イエス様がゴルゴタの丘でご自身の十字架を背負い、死に至るまでそれに耐え忍ばれたのは、罪のために死ぬしかなかった私たちすべてを生かすための神の決定的な救いの行為でした。その日、多くの人々はイエス様の死を嘲り、互いの利益を得ようとし、あるいは見て見ぬふりをしましたが、わずかな女性たちと愛する弟子ヨハネは最後まで主のそばに留まり、その苦しみと悲しみを共にしました。そしてイエス様は十字架の上においてさえ、自分を打ち付ける者たちを赦し、母を弟子に託し、「成し遂げられた」という宣言をもってすべての贖いの働きを完了されました。十字架は一人の人間が惨たらしく殺されていく事件であると同時に、神が罪人を再び抱きしめる愛の始まりであり、復活への扉を開く鍵でもありました。だからこそ、私たちはヨハネの福音書19章に記録された十字架の出来事を、単なる悲劇的な歴史上の惨事と見なすだけではいけません。その中には、宇宙の支配者である神の聖なるご計画があり、神の正義があり、何よりも計り知れない愛が秘められています。教会がつかむべき中心的真理はまさにここにあります。「神はそのひとり子をお与えになったほどに世を愛された…」(ヨハネ3:16)という聖句が、十字架の上で完全に現実になったのです。


18. 現代を生きる私たちへの適用:十字架がもたらす平安と喜び、そして自由

 今日の私たちもイエス様の十字架を黙想するならば、人生の方向が変わらざるを得ません。貪欲と物質主義、無関心と怒りが溢れる世の中で、進んで自分をささげ、隣人に仕え、真理の道を歩むことは容易ではありません。しかし、イエス様が辿られた道を思い起こし、聖霊の助けによりその道に従うとき、私たちは世が与えられない平安と喜び、そして真の自由を味わうことができます。
 張ダビデ牧師は「十字架以外に誇るものはなく、十字架なしにはいのちがない」というパウロの告白(ガラテヤ6:14)をよく引用し、「十字架こそ教会のあらゆる基礎であり、またすべてのいのちの源泉である」と語ってきました。その言葉通り、教会と聖徒の真の力と栄光は、華やかな外形や世俗的な富にあるのではなく、イエス様と共に十字架の死と苦難を絶えず思い起こし、その愛を実践するところから生まれてくるのです。


19. 十字架を見上げる信仰こそがキリストの核心

 結局、「十字架につけられるイエス様」を仰ぎ見る信仰こそが、キリスト教の核心です。キリストの贖いによって罪人である私たちは義とされ、その愛ゆえに私たちは今日も悔い改めて立ち返り、恵みのうちに新しいいのちを得ています。これがなければ、キリスト教の信仰は空虚な殻に過ぎないでしょう。十字架があるところにいのちがあり、そこではじめて復活の栄光にも至るのです。だからこそ私たちは日々十字架を仰ぎ、その道を歩み、他の人々にもキリストの愛を伝えなければなりません。ヨハネの福音書19章17-27節から始まったこの十字架の物語は、最終的に復活の朝にまで続き、新しい歴史の幕を開けます。そして今日に至るまで、全世界の多くの聖徒たちがこの福音の光の中で生かされ、十字架の愛と真理を伝え続けてきました。


20. 最後に

 これらすべてを要約するならば、「十字架につけられる」という偉大な出来事は、罪人である人類に向けられた神の最も極端で決定的な愛の表現であると同時に、罪と死の勢力を永遠に滅ぼす勝利の象徴でもあります。張ダビデ牧師はこの場面を「人類史上、最も偉大な逆説の現場」と呼びます。それは、死と敗北、恥辱と侮辱が渦巻くように見えた現場だったにもかかわらず、実はそこにこそ神の栄光と権威、そして最も深い救いが実現したからです。十字架の前で人間の高慢や欲望、不義や残酷さはことごとく曝(さら)け出されますが、同時に無限の愛と恵み、そして復活の希望が表されるのです。だから私たちはこの贖いの現場である十字架を握りしめ、己自身と教会共同体、さらに世界に向けて、キリストの救赎のわざにあずかる者となるべきです。これこそ十字架の出来事が今日、私たちにとって「生きた福音」として適用される道にほかなりません。
 イエス様の十字架を通して罪の赦しと救いが訪れたという真理を再び心に刻むならば、私たちの礼拝も祈りも、そして隣人愛や奉仕、福音宣教もすべてが変わらざるを得ません。私たちはもはや闇に属する者ではなく、貪欲と利己心に囚われて生きる存在でもありません。イエス様が示してくださった「自分を捨てる愛」を日常生活の中で再現し、ゴルゴタの丘で流された血の意味を握りしめて生きていくとき、私たちそれぞれの人生と教会は、真の力と喜びに満ちあふれるようになります。これこそが「十字架につけられたイエス・キリスト」を信じる者のアイデンティティであり使命です。そして張ダビデ牧師は、こうした事実を常に教えてきました。「私たちの信仰の入口ごとに十字架が先立ち、十字架が私たちの人生全体を支配すべきだ」。十字架なしには何ひとつ完全なものはあり得ないことを深く自覚しながら、日々の歩みのなかで主の十字架の愛を黙想し、その愛を隣人やこの世に注ぎ出すことこそ、真のキリスト者の道なのです。


 結局、十字架は宗教的なシンボルや形式的な飾りではなく、生ける神の御心そのものです。御子イエス様の従順と犠牲、御父なる神の偉大な愛、そして聖霊の力が一度に集結した出来事がまさに十字架なのです。そしてその道は「自分の十字架を負って主に従う道」へと私たちを招きます。罪と死に打ち勝ち、復活されて今も生きて働かれる主を信じるのならば、「主よ、私の十字架を担ってあなたについて行きます」と告白せずにはいられません。この告白が私たちの口先にだけ留まらず、実際の生き方となるためには、日々十字架を握りしめ、イエス様の御心に倣う地道な霊的訓練が必要です。その訓練のうちで、貪欲や高慢が溶かされ、無関心が愛へと変えられ、葛藤が和解へと続く奇跡を体験するようになります。
 ですからヨハネの福音書19章17節から27節に記されたイエス・キリストの十字架の出来事は、歴史上最も悲惨な悲劇であると同時に、最も輝かしい希望の瞬間でもあります。私たちがこの出来事を黙想するたびに、張ダビデ牧師が強調したように「十字架こそが私たちの道であり、真理であり、いのち」であることを決して忘れてはなりません。キリスト者として召された以上、もう一度決心しなければなりません。イエス様を嘲った群衆でも、十字架の下で最後の衣まで奪おうとした兵士でもなく、むしろクレネ人シモンのようにイエス様の十字架をともに担い、あの女性たちやヨハネのように最後まで主のそばを守り、その愛に感謝して自発的な献身で応える弟子になりたいのです。そして十字架で示された赦しにあずかり、どんな敵でも愛し合い、互いの重荷を担いつつ、この地で神の国を打ち立てていくことに情熱を注がなければなりません。十字架につけられたイエス様を仰ぎ見る時、その傷から流れる血潮が私たちの罪や傷を清め、私たちの教会や共同体、社会や世界までも回復させる力となることを、信仰によって宣言すべきなのです。
 結局、「十字架につけられる」というテーマは、信仰の本質を凝縮した結晶であり、私たちの信仰の出発点であり到達点でもあります。イエス様の十字架なしには教会も救いも弟子道も、復活も永遠の命も存在し得ません。張ダビデ牧師が幾度も説教を通して強調してきたように、私たちはこの十字架を常に心に抱いて生きなければなりません。たとえ世の風潮が変わり、歴史の流れが荒れ狂おうとも、十字架の上に表された神の愛と救いは決して揺るがないのです。だからこそ十字架の前にへりくだってひれ伏し悔い改め、感激と感謝をもって主を礼拝し、私たちの小さな生活の中であっても十字架の恵みを分かち合うことが、私たちの抱く最高の喜びであり特権です。この恵みを日々思い起こすならば、世が与えることのできない平安と慰め、そして力を得るようになるでしょう。
 どうか「ヨハネの福音書19章17-27節」という短い本文を通して、イエス様が歩まれた十字架の道をいっそう深く仰ぎ見ることができますように。その道は単に1世紀エルサレムの歴史的出来事にとどまらず、私たち信じる者の心と共同体のうちに今も甦る「現在進行形の恵み」です。張ダビデ牧師によれば、この恵みこそが教会と聖徒を絶えず目覚めさせ、世の隅々にまで救いの知らせを届ける原動力となるのです。私たちは十字架を通り抜けなければ復活の栄光に到達できず、十字架の上で死ななければ真の新しいいのちを得ることはできません。キリストが示された十字架の愛に心から感謝し、私たちもそれぞれに委ねられた十字架を担い、主に従う決断を新たにする時とされますように。十字架につけられたイエス様こそ私たちの真の王、大祭司、そして救い主です。その王の民として、大祭司から託された務めを引き継ぐ者として、その救い主の恵みを世に宣べ伝える者として生きる時、私たちも十字架の力のうちに日ごと新たにされるのです。

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The Path of Atonement Revealed on the Cross – Pastor David Jang

The event of Jesus Christ being nailed to the cross is the core of salvation that runs through the entire Bible, and at the same time, the place where humanity’s sin and God’s love intersect most dramatically. In particular, the account of Jesus’ crucifixion in John 19:17–27 is presented more succinctly than in any other Gospel, yet conveys a powerful message. Although the scene of Jesus going up to Golgotha, the Hill of the Skull, and being crucified there is described very briefly, it contains indescribable tragedy as well as God’s profound love for sinners. For every Christian who contemplates this scene, we must remember just how harsh and terrible the “way of the Cross” was for Jesus, and realize that this was, indeed, the path of atonement for us. Pastor David Jang stresses that “all the events and scenes that emerged when Jesus was nailed to the cross are testimonies that simultaneously reveal the infinite humility and devotion of Jesus, the Son of God, and the cruelty of a world steeped in sin.” Based on this teaching, we will delve into the steps Jesus took toward the cross, the people who remained by His side, and even the Roman soldiers who were involved, all under a single overarching theme: “He Was Nailed to the Cross.” We will integrate all these aspects into one discussion and also examine the universal and eternal gospel truth and lessons contained within.

When we look at the process by which Jesus was handed over to the cross, we see that first, in the court of Pilate, Jesus received a sentence of death due to the immense pressure and false accusations from the Jews. Pilate somewhat sensed that Jesus was innocent, but in the end, in order to safeguard his position as Roman governor and to prevent a revolt by the Jewish leaders and the populace, he sentenced Jesus to crucifixion. Nonetheless, there was one aspect of Pilate’s decision that remained unchanged: attaching the placard “Jesus of Nazareth, the King of the Jews” on the cross. The Jewish chief priests and leaders protested, saying, “Write that he claimed to be the King of the Jews,” but Pilate insisted, “What I have written, I have written,” thereby inadvertently proclaiming that Jesus truly is the King of the Jews. Pastor David Jang calls this scene “the truth revealed amid irony.” Though Pilate handed Jesus over to be crucified due to political calculations, he simultaneously ended up proclaiming with his own hands that Jesus is the true King. In the midst of human judgments and sinful intentions interwoven throughout history, God’s providence still shines through.

The path Jesus walked, bearing His cross to Golgotha, is closely tied to the traditional Jewish consciousness of sin. Leviticus 16 in the Old Testament lays out regulations for the Day of Atonement. The high priest prepares two goats: one is offered as a sin offering to the LORD, while the other has the sins of all the people transferred onto it and is then sent into the wilderness. An innocent animal bears the sins of the people, leading it to death or being driven out to die in the wilderness, thereby allowing the Israelite community to receive the grace of sin-forgiveness. This idea of a scapegoat’s death atoning for the sins of the people reached its ultimate and eternal fulfillment in Jesus’ crucifixion. Isaiah 53 likewise prophesies the image of such a “suffering servant.” “He was pierced for our transgressions, he was crushed for our iniquities” (Isa. 53:5). Like a lamb led to the slaughter, He did not open His mouth but silently walked the path of suffering. And the place where He completed that path was on the hill of Golgotha.

Contemplating Isaiah 53 and John 19 together, Pastor David Jang emphasizes, “When Jesus bore the cross and walked toward Golgotha, that was precisely the moment the prophecy of the suffering servant envisioned by the prophet Isaiah was fulfilled.” At this point, we should pay attention to the fact that the Lord Himself carried the cross that a criminal would normally carry. Crucifixion was the most cruel and degrading form of capital punishment under ancient Roman law. Roman citizens were not subjected to it; it was mainly imposed on subjugated peoples or heinous criminals. The condemned were forced to carry the very cross on which they would die through various parts of the city to the execution site. This was intended to impose the highest form of humiliation on criminals and to serve as a brutal warning to citizens: “If you rebel, this is how you will die.” Furthermore, Jesus’ body was already badly weakened by the beating, flogging, mockery, and abuse He had suffered at the hands of the Jews. Nevertheless, He silently walked that path.

According to Matthew 27 and Mark 15, when Jesus, having collapsed due to extreme weakness while carrying His cross, could no longer continue, the Roman soldiers forced Simon of Cyrene to carry it on His behalf. Simon was from Cyrene in North Africa, which is in modern-day Libya; he had come to Jerusalem for the Passover and happened to witness Jesus’ extreme punishment. An outsider and a Gentile, he had no particular intention, but ended up having the simultaneously “glorious” and painful experience of bearing Jesus’ cross. Mark introduces Simon as “the father of Alexander and Rufus,” and there is a high possibility that the “Rufus” whom Paul greets in Romans 16:13 is Simon’s son. Because of this, church tradition infers that Simon and his household likely became important members of the Christian community after the cross event. Pastor David Jang explains, “Some people are compelled to bear the cross, but even in such involuntary circumstances, if they come to share in the Lord’s suffering, it can become a channel of blessing.” Simon may have planned to stay briefly in Jerusalem and then return home, but the experience of bearing the cross transformed his life and his family.

Thus, Jesus’ procession toward the cross reaches its climax amid the evil institutions and violent power of humanity, as well as the indifferent gaze of the crowd. Stripped of His clothes, mocked with a crown of thorns, beaten with rods and flogged, He endured excruciating pain all the way to Calvary. The name Golgotha (Calvary) comes from the Hebrew word for “skull,” and true to its name as a place of horrific punishment, skulls and bones from executed criminals lay scattered around. The Jewish religious leaders wanted to place Jesus on the same level as atrocious criminals, so they set two thieves on either side of Him to further disgrace Him. Yet ironically, that scene of Jesus hanging between two thieves only magnified His innocence and highlighted God’s plan of salvation. Though the cross was a symbol of shame and mockery to the world, for those who believe in Jesus it is the power of salvation and the very throne of grace. Although the Lord received the same punishment as the thieves, He was innocent and became the true sacrificial offering who died in our place.

From John 19:19 onward, we see the Jewish chief priests raging at the sign Pilate had written, “Jesus of Nazareth, the King of the Jews.” They protest to Pilate, “Write that he claimed to be the King of the Jews,” but Pilate replies, “What I have written, I have written.” Within this brief exchange lies the implication that the designation “King of the Jews,” once decided, cannot be retracted. Even though Jesus truly came as the King of the Jews, the Jewish religious leaders rejected Him and tried to have Pilate—of all people—retract that statement. But Pilate, claiming his authority, did not back down on the inscription. As a result, it was declared in Latin, Greek, and Hebrew to all the world, “Jesus is indeed the King.” The Gospel writer John clearly recognizes the symbolic meaning in this event, leading his readers to understand the “kingship of God accomplished on the cross.” Pastor David Jang refers to this as “God uses even human malice and cunning to reveal His plan of salvation.” In other words, humans cannot escape God’s providence regardless of what other path they pursue, and even the unrighteous act of putting Jesus to death ultimately became the vehicle by which God’s sovereignty and purpose were fulfilled.

Continuing in John 19:23 and the following verses, we see the soldiers dividing Jesus’ garments among themselves. At the time, it was customary for those executing a crucifixion to divide the last remaining possessions of the condemned among themselves. So they took Jesus’ clothes, each of the four soldiers taking a piece, and for His seamless undergarment, they cast lots rather than tear it. John connects this moment to Psalm 22:18 (“They divide my garments among them and cast lots for my clothing”) to demonstrate the fulfillment of Old Testament prophecy. Yet there is a crucial truth we must not overlook in this scene: Jesus was stripped of everything He had in this world, and even the last garment covering His body was now the object of the soldiers’ gambling. It is the epitome of “complete emptying.” Although He had no place to rest His head during His ministry (Matt. 8:20), in His final moments before death, He was literally left with nothing on the cross. Pastor David Jang calls this “proof that Jesus, who is God, willingly gave up everything and ultimately became the sacrifice for our atonement.” Until the very end, Jesus claimed no possessions; He remained only as the offering to pay for our sins.

In this scene, two contrasting images appear. One is the soldiers beneath the cross, casting lots to claim even Jesus’ last garment. The other is Jesus, possessing nothing at all, having given everything. The world, like these greedy soldiers, seeks to snatch what belongs to others, but Jesus did not assert His rights. Instead, He gave Himself entirely for us. This contrast simultaneously exposes the stark reality of human sinfulness and testifies to the perfection of God’s sacrificial love. Therefore, Christians must not embody the soldiers’ attitude but remember the life of Jesus on the cross, who poured out everything. This poses a powerful challenge to modern-day people obsessed with possessions. Freed from greed, we look to the crucified Jesus and pursue a path of humility, sharing, and self-sacrifice—that is the life of a true Christian. Pastor David Jang warns that “at times the church itself becomes like those soldiers beneath the cross, competing for whatever shares each can get,” and urges, “We must always look up at the Lord who ‘had nothing left’ beneath the cross, and repent of and forsake our greed.”

Next, in John 19:25 we see the names of several women who were standing near the cross: Mary, the mother of Jesus; Mary’s sister Salome (according to Mark’s Gospel, she was also the mother of James and John, the sons of Zebedee); Mary the wife of Clopas; and Mary Magdalene. Generally, women in that society had low social status and were not called as official disciples like the male disciples. Yet paradoxically, it was precisely these women who remained at the final moments by the cross. It was a terrifying place of brutal execution. Anyone seen as close to the crucified criminal risked being held accountable by the Roman authorities. Nonetheless, they stayed there to witness Jesus’ final moments. This embodies the saying, “There is no fear in love” (1 John 4:18). Pastor David Jang states, “When one genuinely loves the Lord, no threats or terror can restrain that devotion.” As Jesus gazed upon these women, He addressed His mother Mary and His beloved disciple John, instructing them to care for each other: “Woman, behold, your son! … Behold, your mother!” (John 19:26–27). This utterance reveals Jesus’ profound devotion to His mother until the end and simultaneously introduces the concept of a “new family” formed through faith within the community of Christ.

In reality, during His earthly ministry Jesus said, “Who is my mother, and who are my brothers? … Whoever does the will of my Father in heaven is my brother and sister and mother” (Matt. 12:48–50). For Jesus, Mary was His biological mother, but she was also among His followers who had to walk the path of the Lord. Therefore, when He addressed her from the cross, saying, “Woman, behold, your son,” He was pointing beyond mere biological kinship. Anyone who believes in and follows Jesus becomes a child of God, forming a family that cares for one another—He was proclaiming the unity of God’s family. Even under the extreme agony of the cross, Jesus affirmed the principles of the kingdom of God and extended His final act of love toward those who remained.

Through the crucifixion, we witness the completion of Jesus’ entire life as one grand narrative. Though He took on human flesh like us through the incarnation, He was without sin. During His public ministry, He proclaimed the gospel of the kingdom of heaven, healed the sick and the poor, and approached sinners, tax collectors, and prostitutes with hope of salvation. Ultimately, under the jealousy of the Jewish leaders and misunderstanding of the crowds, He was condemned to death, yet He accepted it all, going to His death on the cross. It was a tragedy in human eyes, but from God’s perspective, it was the ultimate act of love in giving His only begotten Son for a sinful world, a holy and atoning act. Pastor David Jang describes the cross as “the place where God’s love and justice kiss each other,” explaining, “At the cross, God’s extravagant love is manifested, and at the same time the demands of justice—paying the penalty for sin—are fulfilled.”

The context of the Passover further underscores the significance of the crucifixion. In the Old Testament, the Israelites, enslaved in Egypt, were saved when the angel of death passed over homes marked with the blood of a lamb (Exodus 12), and they commemorated that event each year with the Passover feast. Jesus’ death on the cross occurred precisely during that Passover season. This was no mere historical coincidence but the fulfillment of the true “Lamb of God who takes away the sin of the world” (John 1:29), the ultimate, once-for-all payment for humanity’s sins. Because of the blood Jesus shed on the cross, sinners can now be freed from eternal death and reconciled to God. Just as the blood of the Passover lamb served as a shield of life in the Exodus, so Jesus’ blood powerfully saves sinners from condemnation.

The path Jesus took in bearing the cross was not merely a march to death but a victorious march accomplishing the mission of humanity’s salvation. Outwardly, it looked like a miserable defeat, filled with ridicule, humiliation, pain, and blood, yet in spiritual reality, He was breaking the power of sin and death and proclaiming the kingdom of God in triumph. This is evident in Jesus’ final words, “It is finished” (John 19:30), indicating that this path was not a defeat but the completion of salvation. Hence, when we look upon the cross, we should not remain only in sorrow and suffering, but look beyond them to see the victory of the resurrection. Through Jesus’ resurrection, the cross became the gateway to eternal life and, for the believer, “the foundation of peace” in being reconciled to God.

When we contemplate the crucifixion as recorded in Scripture, we discern two major points of application. First, when Jesus taught us to “love your enemies” (Matt. 5:44), He was not issuing some abstract ethical command. He Himself experienced firsthand the violence and hatred of those who sought His life—the Roman soldiers, the religious leaders, and the mocking crowds. Even in those circumstances, He prayed for them, “Father, forgive them” (Luke 23:34). He did not merely preach love; He personally received all their evil and hatred in His body and yet did not respond with curses or calls for vengeance. He overcame evil with good (Rom. 12:21) and demonstrated on the cross God’s love that extends salvation even to one’s enemies. Pastor David Jang refers to this as “the ultimate evidence that Jesus’ teachings and actual life were in perfect harmony.” If we follow Jesus, we, too, must set aside hatred and rage in our homes, workplaces, society, and relationships, and practice the love of the cross. That is the way of living as disciples of Jesus.

Second, the cross invites us to become “a community that carries each other’s burdens.” In Galatians 6:2, Paul says, “Bear one another’s burdens, and so fulfill the law of Christ.” Just as Jesus bore our sins, curses, and frailties, we must also bear one another’s grief, pain, lack, and wounds in the community. The cross is thoroughly an act of self-sacrifice and sharing for others. Hence, if we genuinely meditate on and believe in the cross, we will not rest on a mere sense of personal salvation but practice serving the church and our neighbors. Especially within the church community, if there are weaker members, we must see their pain as our own and offer them active help—this is how the spirit of the cross comes alive in the body of Christ. Pastor David Jang notes, “Faith in the cross cannot exist simply as an isolated ‘me-and-God’ relationship. When we stand in solidarity within the church community that Christ purchased with His blood, bearing one another’s burdens, the cross then becomes a present, active power in the church.”

Finally, let us remember again the women and the disciple John who stood near the cross. Most of the male disciples fled in fear, but these seemingly weaker women remained by the Lord’s side until the end. And Jesus, from the cross, offered them incomparable comfort and counsel. “Woman, behold, your son … Behold, your mother” (John 19:26–27) was not only His final filial expression for His earthly mother but also a declaration of the spiritual family formed in faith. Jesus would complete a new history of salvation through the cross, and within that faith, there would be a church united in mutual care. This scene underscores what the church should be like today, and how we must walk alongside the Lord in front of His cross.

Ultimately, in Jesus’ crucifixion—from John 19:17 to 27—the central message emerges in three ways. First, Jesus abandoned everything and endured death for sinners as the sacrificial atonement. Second, it is through this sacrifice that humanity finds salvation. Third, for those who truly receive this sacrifice, the Lord bestows communal familial love and the hope of resurrection. When we gaze upon the cross, we must not remain in grief alone, but perceive the love and power of God that lie beyond the profound suffering. Moreover, so that the crucifixion event may be reenacted in all areas of our lives, we must love our enemies, bear one another’s burdens, and strive to advance God’s kingdom.

Pastor David Jang concludes his reflections on the cross by exhorting us “not to turn away from the cross we ourselves must carry.” Jesus told His disciples, “If anyone would come after me, let him deny himself and take up his cross and follow me” (Matt. 16:24). The “cross we carry” means relinquishing our selfishness, sinfulness, and worldly desires, and, like Jesus, loving our neighbors and building the kingdom of God through sacrifice. Even if like Simon of Cyrene we are compelled to take up the cross, that forced circumstance can lead to unexpected blessings and spiritual awakening. As believers and followers of Jesus, we must practice in our everyday lives the cruciform path that He walked.

Hence, in John 19:17–27, Jesus’ crucifixion event encapsulates the Old Testament sacrificial system and prophecy of the suffering servant, the New Testament fulfillment of forgiveness of sins and salvation, and the birth of the church community. Though the image of Jesus on Golgotha is gruesome, it is, in God’s plan of salvation, the most glorious and victorious place. In a world overshadowed by darkness and death, Jesus came as light and life, destroyed the power of death on the cross, and proclaimed that the kingdom of God has already come through His resurrection. And all who believe in Him receive forgiveness of sins, eternal life, and a new standard and hope for life.

Reflecting on these truths should set our hearts aflame. Just as the disciples on the road to Emmaus felt their hearts burning when they conversed with the risen Lord (Luke 24:32), so too, the more deeply we meditate on the crucifixion, the more we should be filled with gratitude and awe in our innermost being. We must recognize more fully that Jesus is not merely a great teacher or philosopher, but the Savior who gave His life for us. Such realization should permeate our daily lives, melting away our selfishness, greed, anger, hatred, fear, and anxiety through the love displayed in His atoning sacrifice. Pastor David Jang insists, “Those who cling to the cross can never return to life as it was before,” and “If you call yourself a Christian, you must be someone captivated by the love of the cross, continually transformed day by day.”

In conclusion, Jesus’ willingness to carry His cross up Golgotha and endure death was God’s decisive act of salvation to give life to all of us doomed by sin. On that day, many people mocked Jesus’ death, sought their own advantage, or simply turned away, but a few women and the beloved disciple John stayed with Him to share in His anguish and sorrow. Even on the cross, Jesus forgave those who crucified Him, entrusted the care of His mother to a disciple, and completed the work of atonement with the proclamation, “It is finished.” The cross was an event in which one person died in the most horrific manner, but at the same time, it was also the beginning of God’s embrace of sinners and the key that opens the door to resurrection. Thus, we must not see the crucifixion recorded in John 19 merely as a tragic moment in history. It bears the holy ordinance of the One who governs the universe, God’s justice, and above all, immeasurable love. This is the essence the church must hold onto. The statement of John 3:16—“For God so loved the world that he gave his one and only Son…”—was perfectly realized on the cross.

In our present time, if we truly meditate on Jesus’ cross, our life direction cannot remain the same. It is not easy to offer ourselves willingly in service of others and to walk the path of truth in a world full of greed, materialism, apathy, and anger. Yet when we remember the road Jesus walked and, by the Holy Spirit’s help, follow Him, we can experience a peace, joy, and genuine freedom that the world can never provide. Pastor David Jang often quotes Paul’s confession in Galatians 6:14: “May I never boast except in the cross of our Lord Jesus Christ,” stressing that “the cross is the foundation of the church and the wellspring of all life.” Indeed, the true power and glory of the church and believers do not lie in external grandeur or worldly wealth, but in continually remembering Christ’s suffering and death on the cross and practicing that love in our own lives.

Ultimately, faith that looks upon the crucified Jesus is the core of Christianity. Through Christ’s atonement, we sinners have been declared righteous; because of His love, we repent, return to God, and enjoy new life under grace. Without this, the Christian faith becomes an empty shell. Where the cross is, there is life, and only there does the glory of the resurrection appear. Therefore, we must look to the cross every day, follow its way, and share Christ’s love with others. The story of the cross that begins in John 19:17–27 continues on to resurrection morning, opening a new chapter in history. And even today, countless believers around the world live in the light of this gospel, proclaiming the love and truth of the cross.

In summary, the profound event titled “He Was Nailed to the Cross” is both God’s most extreme and definitive expression of love for sinful humanity and the symbol of His eternal victory over sin and death. Pastor David Jang calls this scene “the greatest paradox in human history,” because although it seemed a site of death, defeat, humiliation, and mockery, in reality it was where God’s glory, power, and perfect salvation unfolded. At the foot of the cross, human pride, greed, injustice, and brutality are fully exposed, but at the same time, God’s infinite love, grace, and the hope of resurrection burst forth. Consequently, we must cling to this place of atonement—the cross—and participate in Christ’s redemptive work for ourselves, our church communities, and the world. This is how the cross event becomes a “living gospel” for us today.

When we engrave on our hearts the truth that forgiveness of sins and salvation come through the cross of Jesus, our worship, prayer, love for our neighbors, service, and witness will all inevitably change. We are no longer people belonging to darkness, nor are we intended to live in greed and selfishness. By reproducing in our lives the “self-emptying love” that Jesus demonstrated, by holding onto the meaning of the blood He shed on Golgotha, we will see each of our lives, as well as our church, overflowing with real power and joy. This is the identity and calling of those who believe in the “Crucified Jesus Christ,” and it is what Pastor David Jang has consistently taught: “At the threshold of our faith, the cross must lead; it must dominate every aspect of our lives. Without the cross, nothing else can be made complete.” Understanding this deeply, we must humbly bow before the cross, repent, and worship the Lord with gratitude and awe, sharing the grace of the cross in our daily lives as our highest privilege and joy. Then we will receive a peace, comfort, and power that the world cannot provide.

Indeed, “John 19:17–27” is a brief passage, yet it allows us to behold more profoundly the path Jesus walked to the cross. That path is not confined to a historical event in first-century Jerusalem; it is a “present, ongoing grace” that revives in every believing heart and community. Pastor David Jang teaches that this grace continues to awaken the church and its members, carrying the good news of salvation into every corner of the world. Only by going through the cross can we reach the glory of the resurrection, and only by dying there can we truly find new life. If we are convinced that the Lord, now risen and alive, conquered sin and death, we cannot help but confess, “Lord, I will take up my cross and follow You.” For this confession to go beyond mere words and become a reality in our lives, we need daily reliance on the cross and consistent spiritual training to become more like Jesus in heart. Through such training, greed and pride melt away, apathy turns into love, and conflict transforms into reconciliation.

Therefore, the story of Jesus Christ’s crucifixion recorded in John 19:17–27 is simultaneously the most wretched tragedy and the most radiant hope in history. Every time we reflect upon it, as Pastor David Jang emphasized, “the cross is our way, our truth, and our life.” As Christians, we must decide anew: we will not be like the mocking crowds or the soldiers who tried to seize Jesus’ final garment, but rather, like Simon of Cyrene, we will help carry the cross; like the women and John, we will remain close to the Lord until the end. Let us respond to that love with gratitude and voluntary dedication, receiving forgiveness at the foot of the cross and, through that grace, loving even our enemies, bearing each other’s burdens, and working passionately to establish God’s kingdom in this world. As we look at the crucified Jesus, may we have faith that the blood flowing from His wounds cleanses our sins and heals our hurts, bringing restoration not only to our churches and communities but also to our society and all nations.

Ultimately, the theme “He Was Nailed to the Cross” is the distilled essence of our faith and the starting point and goal of our spiritual journey. Without Jesus’ cross, there is no church, no salvation, no discipleship, and no resurrection or eternal life. As Pastor David Jang has repeatedly emphasized in many sermons, we must keep this cross ever before us. No matter how the currents of the world change and how turbulent history becomes, the love and salvation revealed on the cross can never be shaken. Hence, we bow low at the cross in humility and repentance, worship the Lord with gratitude and awe, and find our highest joy and privilege in sharing even a fraction of the cross’s grace in our daily lives. By remembering this grace each day, we attain peace, comfort, and a power the world cannot give.

May this brief passage—John 19:17–27—lead us to contemplate more deeply the path Jesus took to the cross. That journey was not just a historical event in first-century Jerusalem, but a “continuing grace” that lives on in the hearts of believers and within Christian communities. Pastor David Jang teaches that this grace continually awakens the church, fueling the spread of salvation to the farthest reaches of society and the world. Only through the cross do we arrive at the glory of the resurrection; only by dying to ourselves there do we gain new life. If we trust that the Lord has conquered sin and death and is still alive, we must confess, “Lord, I will carry my cross and follow You.” May this commitment not remain mere words but become our lived reality through daily dependence on the cross and through sustained spiritual practice to take on the heart of Jesus. In that process, greed and pride are dissolved, apathy turns to love, and conflict is transformed into reconciliation.

Hence, the crucifixion scene in John 19:17–27 is at once the darkest tragedy in human history and the brightest moment of hope. Each time we meditate upon it, let us not forget, as Pastor David Jang has pointed out, that “the cross is our way, our truth, and our life.” Since we are called to be Christians, we must renew our resolution. Instead of becoming like those who mocked Jesus or the soldiers who gambled for His clothing, we should be like Simon of Cyrene who took up the cross, and like the women and John who stood faithfully by the Lord to the end, thanking Him for His love and responding with heartfelt service. Having received forgiveness under the cross, we should likewise extend its grace to others—loving our enemies, sharing one another’s burdens, and zealously laboring to establish God’s kingdom in our midst. When we look at the crucified Jesus, we believe that the blood flowing from His wounds cleanses our sins and heals our hurts, bringing the power of restoration to our churches, communities, nations, and ultimately to the whole world.

In the end, the theme “He Was Nailed to the Cross” is the crystallization of the essence of our faith and both the origin and destiny of our spiritual pilgrimage. Apart from the cross of Christ, the church does not exist, nor does salvation, discipleship, or resurrection to eternal life. As Pastor David Jang has tirelessly reminded us, the cross must always lie at the heart of our lives. No matter how the world’s trends shift, no matter how ferociously history flows, the love and redemption revealed at the cross cannot be shaken. Therefore, in humility, let us bow before the cross in repentance, worship the Lord with awe and gratitude, and pour ourselves out in sharing its grace. If we hold onto this grace daily, we will receive the peace, comfort, and power unknown to this world.

May John 19:17–27 bring each of us a more profound realization of the path of the cross that Jesus walked. That path does not remain a historical event but emerges anew in the hearts and communities of believers as “grace in the here and now.” Pastor David Jang maintains that this grace continues to awaken churches and believers, spreading the message of salvation to the ends of the earth. Only by traversing the cross do we reach resurrection’s glory, and only in dying there do we truly receive new life. Believing in the risen, living Lord who overcame sin and death, we cannot but pledge, “Lord, I will carry my cross and follow You.” For this pledge to go beyond a lip-service confession and become real, we need to cling to the cross daily and steadily cultivate the heart of Jesus. In this discipline, greed and arrogance melt away; apathy transforms into love; conflicts turn into reconciliation.

Accordingly, John 19:17–27 reminds us that Jesus Christ’s crucifixion was at once the most horrifying tragedy and the most brilliant hope in all of history. Each time we pause to remember it, as Pastor David Jang has emphasized, we must recognize that “the cross is our road, our truth, and our life.” Since we are called to be Christians, let us renew our commitment not to stand among the mocking throng or the soldiers looking for personal gain at the cross, but to follow in the footsteps of Simon of Cyrene, bearing the cross; or like the women and John, remain faithfully by Jesus’ side to the end, overflowing with gratitude and willingly dedicating ourselves in return for His love. Having experienced the forgiveness given at the cross, we should likewise forgive our enemies, carry each other’s loads, and invest our passion in building God’s kingdom on earth. While gazing upon the crucified Christ, let us believe that the blood from His wounds purifies our sins and heals our brokenness, thereby empowering restoration not just in our personal lives but also in our churches, communities, nations, and indeed across the world.

www.davidjang.org

El Camino de la Expiación Revelado en la Cruz – Pastor David Jang

El suceso de la crucifixión de Jesucristo constituye el eje central de la salvación que atraviesa toda la Biblia, y es a la vez el lugar donde se cruzan de manera dramática el pecado de la humanidad y el amor de Dios. De manera particular, en Juan 19:17-27 se describe el proceso de la crucifixión de Jesús con un relato breve pero inmensamente poderoso. Aunque el momento en que Jesús es clavado en la cruz en el monte llamado Gólgota o Calvario se presenta de forma muy concisa, encierra una tragedia inconmensurable y, al mismo tiempo, el profundo amor de Dios hacia el pecador. Todo creyente que reflexione en esta escena debe recordar cuán dura y estremecedora fue la senda de la cruz que recorrió Jesucristo, y comprender que ese camino fue, en realidad, la vía expiatoria a nuestro favor. El pastor David Jang enfatiza que “todos los acontecimientos y detalles que se manifestaron cuando Jesús fue clavado en la cruz dan testimonio, a la vez, de la humildad y entrega infinitas del Hijo de Dios y de la crueldad de un mundo manchado de pecado”. Basados en esta enseñanza, abordaremos de manera unificada, bajo el gran tema “Fue clavado en la cruz”, los pasos de Jesús hacia el Calvario, las personas que estuvieron a su lado y hasta la conducta de los soldados romanos allí presentes, examinando a fondo la verdad y la enseñanza eterna del evangelio que encierra esta escena.


1. El juicio ante Pilato y la decisión de condenar a Jesús

Al observar el proceso mediante el cual Jesús fue entregado a la cruz, vemos que, primeramente, Él es llevado ante el tribunal de Pilato, donde la enorme presión y las acusaciones falsas de los judíos lo condenan a muerte. Pilato, aunque intuía en cierta medida la inocencia de Jesús, finalmente cedió ante su propio interés de conservar su puesto como gobernador romano y evitar posibles motines de los líderes judíos y de la multitud. Así, terminó por sentenciar a Jesús a la crucifixión. Sin embargo, en la decisión de Pilato hubo algo que no varió: colocar el letrero sobre la cruz que decía “Jesús Nazareno, Rey de los Judíos”. Los sumos sacerdotes y los líderes judíos protestaron diciendo que escribiera: “Este dijo: ‘Yo soy Rey de los Judíos’”, pero Pilato se mantuvo firme respondiendo: “Lo que he escrito, escrito está” (Jn 19:22). Al obrar así, proclamó de forma irónica que Jesús era en verdad el Rey de los judíos. El pastor David Jang llama a este episodio “la verdad que se pone de manifiesto en medio de la ironía”. Aunque Pilato, movido por conveniencias políticas, llevó a Jesús a la cruz, con su propia mano declaró que Él era el Rey legítimo. Incluso en medio de las decisiones humanas y las intenciones pecaminosas, la providencia de Dios se revela en la historia.


2. El trasfondo del “Camino al Calvario” y la idea de la expiación

El trayecto de Jesús con la cruz hacia Gólgota se vincula estrechamente con la concepción judía tradicional sobre el pecado. En Levítico 16 se describe la celebración del “Día de la Expiación”. El sumo sacerdote preparaba dos machos cabríos: uno para ofrecerlo como sacrificio por el pecado ante Yahvé y el otro para cargar simbólicamente los pecados de todo el pueblo y, tras ser expulsado al desierto, morir. De este modo, la comunidad de Israel recibía la gracia del perdón gracias a la muerte de un animal inocente que moría en lugar de las personas o era enviado al desierto. Esa figura del “chivo expiatorio” alcanza su cumplimiento supremo y eterno en el suceso de la cruz de Jesús. Asimismo, Isaías 53 profetiza la imagen de ese “siervo sufriente”: “Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados” (Is 53:5). Como un cordero llevado en silencio al matadero, el Señor recorrió el camino del sufrimiento sin pronunciar palabra. El lugar donde ese camino se consumó fue el monte Calvario.

Reflexionando sobre Isaías 53 y Juan 19, el pastor David Jang insiste en que “cuando Jesús cargaba la cruz camino de Gólgota, se cumplía en ese momento la profecía vista por el profeta Isaías sobre el siervo sufriente”. En este aspecto, debemos prestar atención al hecho de que el Señor llevó sobre Sus propios hombros la cruz reservada a los condenados. La crucifixión era el método de ejecución más cruel y humillante del sistema romano de la época. Se excluía de este castigo a los ciudadanos romanos, y se reservaba para los pueblos subyugados o los criminales más abominables, a quienes obligaban a llevar la misma cruz con la que serían ejecutados por las calles de la ciudad. El propósito era infligir al reo la máxima humillación y, de paso, infundir temor en la población para evitar rebeliones. Más aún, Jesús ya había sido brutalmente golpeado por los judíos con varas y látigos y, por ello, se encontraba en un estado físico muy debilitado. Aun así, soportó en silencio aquel camino.

Según Mateo 27 y Marcos 15, Jesús se desplomó debido a la fatiga mientras llevaba la cruz, y entonces los soldados romanos obligaron a un hombre de Cirene llamado Simón a llevarla por Él. Simón venía de la región norteafricana de Cirene (actual Libia) para la Pascua y se topó con la escena de la crucifixión. Aunque no era judío, ni tenía la intención de participar en esa situación, acabó compartiendo el dolor (¿y el honor?) de cargar la cruz de Jesús. Marcos lo presenta como el padre de Alejandro y Rufo. Más adelante, en Romanos 16:13, Pablo envía saludos a un tal “Rufo”, y existe una gran probabilidad de que sea este mismo hijo de Simón. Así, la tradición eclesiástica señala que Simón y su familia pasaron a formar parte activa de la comunidad cristiana tras aquel suceso. El pastor David Jang explica que “hay quienes cargan la cruz de forma obligada, pero incluso en esa circunstancia forzada, cuando participan del sufrimiento del Señor, tal experiencia puede convertirse en una puerta de bendición”. Tal vez Simón se proponía regresar pronto a su tierra después de visitar Jerusalén en la Pascua, pero aquella vivencia de llevar la cruz transformó su vida y la de su familia.


3. La crueldad de las autoridades humanas y la valentía del sacrificio de Jesús

El recorrido de Jesús cargando la cruz se convierte en la cúspide de la violencia ejercida por las autoridades humanas y la insensibilidad de la multitud. Entre burlas y golpes, llevando la corona de espinas, cruzó el camino al Calvario (Gólgota). El nombre de Gólgota (Calvario) procede de un término hebreo que significa “cráneo” o “calavera”, un lugar horrendo, lleno de restos de ejecuciones. Los líderes religiosos judíos querían ubicar a Jesús en la misma categoría que los criminales más viles y, por ello, pusieron a dos ladrones a Su derecha y a Su izquierda. No obstante, de manera paradójica, esa escena subrayó aún más la inocencia de Jesús y el plan divino de salvación. Porque, si bien la cruz era motivo de afrenta y burla para el mundo, para los que creen en Jesús es el trono de la gracia y el poder de la salvación. El Señor, aunque sufrió el mismo castigo que los delincuentes, siendo totalmente inocente, se ofreció a morir en lugar nuestro como sacrificio perfecto.

Juan 19:19 en adelante relata cómo los sumos sacerdotes se indignan ante el letrero que Pilato había escrito, “Jesús Nazareno, Rey de los Judíos”. Le piden que lo cambie por “Él dijo: ‘Soy Rey de los Judíos’”, pero Pilato responde tajantemente: “Lo que he escrito, escrito está”. Este brevísimo diálogo deja claro que el título de “Rey de los Judíos” no será revocado. Aun cuando Jesús vino como verdadero Rey de los judíos, los líderes religiosos de Israel lo rechazaron. Pretendieron forzar al gobernador romano a que borrara aquella inscripción, pero Pilato se rehusó a retractarse y, de forma involuntaria, promulgó al mundo entero –en latín, griego y hebreo– que “Jesús es el Rey”. El evangelista Juan percibe el significado simbólico de este suceso y lo registra para que los lectores comprendan que en la cruz se consumó la realeza de Dios. El pastor David Jang lo describe de este modo: “Dios utiliza incluso la maldad y la astucia humanas para revelar Su plan de salvación”. El ser humano no puede salirse de la soberanía divina, ni siquiera los actos injustos de condenar a muerte a Jesús. Al final, todo se encamina al cumplimiento de los propósitos de Dios.


4. El despojo de la vestidura de Jesús: “La completa renuncia”

Seguidamente, en Juan 19:23 y versículos siguientes, se narra cómo los soldados se reparten las vestiduras de Jesús. Al ajusticiar a un reo, solía ser costumbre que los soldados se repartieran sus últimas posesiones. Repartieron las ropas de Jesús en cuatro partes, una para cada soldado, y al llegar a la túnica, tejida de una sola pieza, decidieron no romperla, sino echar suertes para adjudicársela. Juan vincula esta escena con el Salmo 22:18 (“Repartieron entre sí mis vestidos, y sobre mi ropa echaron suertes”), mostrando así el cumplimiento de la profecía del Antiguo Testamento. Sin embargo, más allá de la referencia profética, no debemos perder de vista la cruda realidad: Jesús fue despojado de todo lo que tenía en el mundo, hasta el último trozo de tela para cubrir Su cuerpo, mientras los soldados echaban suertes por Sus prendas. Esto representa el pináculo de la “entrega total”. Aunque durante Su ministerio terrenal se dice que el Señor no tenía “dónde recostar la cabeza” (Mt 8:20), llegado el momento final, colgado en la cruz, verdaderamente no conservó nada. El pastor David Jang subraya que esto constituye “la prueba de que Jesús, siendo Dios, se despojó voluntariamente de todo para convertirse en ofrenda expiatoria por nosotros”. Hasta el último instante, no reclamó posesión alguna, sino que se dedicó a pagar el precio por nuestro pecado.

En esta escena, se pone de manifiesto un gran contraste: de un lado, los soldados que, a los pies de la cruz, echan suertes para apropiarse de la última prenda del moribundo; y del otro, Jesús, que no posee nada y lo entrega todo. El mundo, cual soldados avariciosos, trata de apropiarse de lo ajeno, mientras que Jesús renuncia a Sus derechos y se entrega por completo. Tal oposición revela la cruda realidad del pecado humano y, simultáneamente, la perfección del sacrificio divino. Por ello, el cristiano no debe identificarse con la conducta de los soldados, sino contemplar la vida de Jesús, quien en la cruz lo dio todo. Este pasaje representa un desafío radical para quienes hoy viven atrapados en la obsesión por adquirir y poseer. Contemplando al Jesús crucificado, somos llamados a la humildad, a la solidaridad y al sacrificio personal. El pastor David Jang advierte: “A veces, aún bajo la sombra de la cruz, la iglesia se parece a aquellos soldados que pelean por repartirse sus propias ganancias. Hemos de contemplar al Señor que nada tuvo y, al ver Su ejemplo, arrepentirnos y renunciar a nuestro afán de posesión”.


5. Las mujeres al pie de la cruz y la formación de una nueva familia espiritual

En Juan 19:25 se mencionan los nombres de las mujeres que permanecieron junto a la cruz de Jesús. Allí estaban Su madre, María; la hermana de la madre de Jesús (Salomé, madre de Jacobo y Juan, según Marcos), María, esposa de Cleofás, y María Magdalena. En la cultura de la época, la mujer tenía un estatus muy limitado y no era considerada formalmente “discípula” como los hombres. Sin embargo, paradójicamente, fueron estas mujeres las que se mantuvieron hasta el final en la escena de la crucifixión. Era un lugar terrible, donde se ejecutaba a criminales violentos, y el simple hecho de asociarse con uno de esos condenados podía acarrear serios riesgos. Aun así, ellas se quedaron para acompañar el sufrimiento último de Jesús. Este es un claro ejemplo de que “en el amor no hay temor” (1 Jn 4:18). El pastor David Jang comenta: “Cuando uno ama de veras al Señor, ningún temor puede detener sus pasos”. En aquel momento, Jesús vio a Su madre y a Su discípulo amado, Juan, y los encomendó el uno al otro diciendo: “Mujer, he ahí tu hijo… He ahí tu madre” (Jn 19:26-27). Esta declaración alude tanto al cuidado filial de Jesús para con Su madre terrenal como a la formación de una nueva familia de fe dentro de la comunidad cristiana.

Durante Su ministerio, Jesús dijo: “¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos? … Cualquiera que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos, ése es mi hermano, mi hermana y mi madre” (Mt 12:48-50). Es decir, María era Su madre en la carne, pero también debía seguirlo como discípula en la fe. Al decir: “Mujer, he ahí tu hijo”, Jesús abre un horizonte que trasciende la relación meramente biológica, para mostrarnos que quienes le obedecen y siguen forman parte de la familia de Dios. Incluso en la agonía de la cruz, estableció el fundamento de la comunidad cristiana, donde el amor y el cuidado mutuo deben prevalecer, y donde el vínculo de la fe es aún más sólido que los lazos sanguíneos.


6. La culminación del ministerio de Jesús en la cruz

La historia de la crucifixión nos permite contemplar cómo toda la vida de Jesús se cierra como un gran poema épico. Aunque asumió la misma carne que nosotros, no tenía pecado. En Su ministerio terrenal, anunció el reino de los cielos, sanó a enfermos y trajo esperanza a pecadores, cobradores de impuestos y prostitutas. Finalmente, tras ser incomprendido por el pueblo e incitado por los celos de los líderes judíos, fue condenado a la forma más cruel de ejecución. Pero Él lo aceptó todo y murió en la cruz. Para los ojos humanos, aquello fue un terrible desastre, pero desde la perspectiva divina, fue el gesto supremo de amor, al entregar a Su Hijo unigénito para salvar a un mundo pecador, y el acto expiatorio más sagrado. El pastor David Jang describe la cruz como “el lugar donde el amor de Dios y Su justicia se besan”. Eso se entiende porque la cruz manifiesta la misericordia infinita de Dios y, al mismo tiempo, cumple el justo pago por el pecado.

La coincidencia con la Pascua realza todavía más el significado de la crucifixión. En el Antiguo Testamento, el pueblo de Israel, esclavo en Egipto, se salvó de la muerte pintando con sangre de cordero los postes de la puerta (Éx 12). Cada año, recordaban este hecho con la celebración de la Pascua. De igual manera, la muerte de Cristo sucedió precisamente en esos días de Pascua, lo que no es una simple casualidad histórica, sino un acto planeado, en el que el “Cordero de Dios que quita el pecado del mundo” (Jn 1:29) pagó una vez y para siempre el precio del pecado humano. Gracias a la sangre derramada por Jesús, los pecadores fuimos librados de la condenación eterna y reconciliados con Dios. Así como la sangre del cordero pascual fue protección contra el ángel de la muerte en el Éxodo, la sangre de Jesús se convierte en el poder salvador que nos libra de la ira y el juicio.

El camino que recorrió Jesús con la cruz no fue, pues, una simple marcha hacia la muerte, sino la consumación victoriosa de la obra de salvación. Aunque exteriormente se veía como una derrota cruel, humillante y sangrienta, en lo espiritual representaba el triunfo sobre el poder del pecado y la muerte. La frase final de Jesús, “Consumado es” (Jn 19:30), refleja que Su misión no terminó en el fracaso, sino que llegó a la plenitud. Al contemplar la cruz, no debemos quedarnos solo en la pena o el dolor, sino ver más allá, a la victoria de la resurrección. A través de ella, la cruz se transforma en la puerta de entrada a la vida eterna, y para el creyente es un fundamento de paz y reconciliación con Dios.


7. Dos aspectos clave para la vida cristiana

Contemplando profundamente la crucifixión registrada en la Biblia, encontramos dos aspectos prácticos de aplicación. Primero, cuando Jesús nos mandó “amad a vuestros enemigos” (Mt 5:44), no se trataba de un idealismo abstracto. Él experimentó en carne propia la violencia y el escarnio de los soldados romanos, de los líderes religiosos y de la multitud, y, aun así, oró: “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen” (Lc 23:34). No se limitó a enseñar sobre el amor; absorbió el odio y la agresión sin responder con maldición o venganza. Venció el mal a fuerza de bien (Ro 12:21) y reveló el amor de Dios que desea salvar aun a los que se le oponen. El pastor David Jang lo considera “la prueba concluyente de que en Jesús no hay disonancia entre Sus enseñanzas y Su práctica diaria”. Si somos sus discípulos, estamos llamados a seguir Su ejemplo en la familia, el trabajo, la sociedad y las relaciones humanas, renunciando al rencor y comprometiéndonos a amar como Él amó. Esa es la senda del discipulado.

Segundo, la cruz nos invita a formar parte de una “comunidad que asume la carga de los demás”. En Gálatas 6:2, Pablo exhorta: “Sobrellevad los unos las cargas de los otros, y cumplid así la ley de Cristo”. Así como Jesús llevó nuestros pecados, maldiciones y debilidades, nosotros también debemos asumir los dolores, heridas y carencias de los demás para vivir como comunidad. La cruz es ante todo un acto de entrega y solidaridad. Por lo tanto, el auténtico creyente no se detiene en la convicción individual de “estar yo salvado”, sino que se entrega a la iglesia y al prójimo con un corazón sacrificado. Muy en especial dentro de la comunidad cristiana, si algún hermano o hermana sufre, hemos de sentirlo como si nos pasara a nosotros y ofrecerle ayuda activa. El pastor David Jang apunta que “la fe de la cruz no puede existir de forma individualista. Solo cuando la iglesia comparte y carga mutuamente las cargas, la cruz cobra vitalidad en la vida diaria de la congregación”.


8. El ejemplo de las mujeres al pie de la cruz y del discípulo amado

Al meditar de nuevo en las mujeres que se mantuvieron al pie de la cruz y el discípulo amado, recordamos que la mayoría de los discípulos hombres habían huido aterrados. Sin embargo, estas mujeres, aunque socialmente eran consideradas débiles, no se movieron de allí. Por su parte, Jesús se dirigió a ellas, ofreciéndoles palabras de consuelo y un encargo: “Mujer, he ahí tu hijo… He ahí tu madre” (Jn 19:26-27). Esas palabras recogen la expresión del amor familiar de Jesús hacia Su madre terrenal, y también ilustran cómo Él estaba estableciendo una nueva familia basada en la fe. El Señor culminaría la historia de la salvación en la cruz, y ese amor se expandiría en la iglesia, de modo que todos fueran uno en el amor. Este episodio señala cómo la iglesia de hoy debe actuar y con qué actitud hemos de acompañar a Jesús en Su sufrimiento.

Así, la crucifixión de Jesús se convierte en la culminación del plan divino. Su encarnación hizo que tuviera naturaleza humana, pero jamás pecó. Durante Su ministerio, se entregó a sanar y liberar a los desamparados, y finalmente fue crucificado por la incomprensión de muchos. Con todo, ese suceso, aparentemente trágico, representa la ofrenda de amor de Dios para redimir a Su creación. El pastor David Jang describe la cruz como “el lugar donde se encuentran el amor y la justicia de Dios, para sellarse con un beso”, pues a la vez que Dios expresa Su amor infinito, Cristo satisface la justicia del Padre pagando nuestros pecados.


9. El significado de la Pascua y la muerte de Jesús

La fecha de la crucifixión, coincidente con la Pascua, subraya la condición de Jesús como Cordero de Dios. En el Antiguo Testamento, Israel conmemoraba cómo, en la noche previa a su liberación de Egipto, la sangre de un cordero en el dintel de la puerta los salvó de la plaga mortal (Éx 12). Jesús muere en la cruz precisamente en el tiempo de la Pascua, cumpliendo así la imagen del “Cordero de Dios” que quita el pecado del mundo. Su sangre, derramada en la cruz, nos libra de la muerte eterna y forja la reconciliación con Dios. De esta manera, lo que fue un símbolo en el antiguo Éxodo se materializa plenamente en la pasión de Cristo.

Lo que aparentemente era una marcha hacia la derrota, se convierte en un desfile triunfal de salvación para toda la humanidad. Mientras la gente se burlaba y la sangre corría, en el plano espiritual se estaba destruyendo el poder del pecado y la muerte. Cuando Jesús pronuncia: “Consumado es” (Jn 19:30), se vislumbra la consumación de la victoria divina, no la derrota. Por eso, al contemplar la cruz, no podemos quedarnos en el lamento, sino que debemos también vislumbrar la resurrección que sigue. Transformada por la resurrección, la cruz es la puerta de la vida eterna, el fundamento de la paz y la libertad con que el creyente vive.


10. Dos implicaciones para el discipulado

En la narrativa bíblica de la crucifixión se hallan dos aplicaciones fundamentales para nuestra vida:

(1) El amor hacia los enemigos no es meramente un ideal: Cuando Jesús dijo “amad a vuestros enemigos” (Mt 5:44), lo vivió plenamente. Sufrió en carne propia la brutalidad de la gente que lo golpeó y lo escarneció, pero clamó por su perdón. De este modo, venció el mal con el bien, y manifestó el amor salvífico de Dios incluso por los malvados. El pastor David Jang recalca: “En Jesús, no hay separación entre Su palabra y Su vida; lo que enseñó lo vivió hasta el último aliento”. Si pretendemos ser Sus discípulos, debemos también desterrar el odio y el rencor en nuestras relaciones familiares, laborales y sociales, para imitar el amor de Cristo.

(2) Cargar unos con las cargas de los otros: La cruz nos invita a una vida comunitaria donde se comparten y asumen los problemas, sufrimientos y debilidades del prójimo. Gálatas 6:2 ordena “Sobrellevad los unos las cargas de los otros, y cumplid así la ley de Cristo”. Del mismo modo en que Jesús cargó con nuestras culpas, la verdadera iglesia practica la solidaridad y el apoyo mutuo. La fe genuina en la cruz no conduce a la autosuficiencia espiritual, sino a entregarnos al servicio y al cuidado de los demás. El pastor David Jang concluye: “La fe en la cruz no puede sostenerse de forma aislada. Cuando la comunidad cristiana comparte los pesos, la cruz se convierte en un poder activo en medio de nosotros”.


11. Permanecer al pie de la cruz y la invitación a la nueva familia

Si volvemos la mirada a las mujeres y a Juan, el discípulo amado, que se quedaron junto a la cruz cuando casi todos los demás se dispersaron por miedo, descubrimos una actitud que todo creyente debería imitar. Incluso en un lugar donde se ajusticiaba a criminales, ellas resistieron por amor a Jesús. Él, a cambio, les dirigió tiernas palabras de consuelo y les confió su cuidado mutuo: “Mujer, he ahí tu hijo… Hijo, he ahí tu madre” (Jn 19:26-27). Con ello, Cristo muestra tanto Su afecto familiar hacia María como Su visión de una familia de fe en la que todos somos hijos e hijas de Dios. La crucifixión se convierte en el cimiento de una iglesia que practica la comunión y la unión en el amor. Así, este pasaje describe la forma ideal de la iglesia en el presente, y la manera en que nuestro seguimiento del Señor nos conduce a la participación plena en Su pasión y Su misión.

La cruz de Jesús pone fin a una historia de entrega total. Si contemplamos Su encarnación, notamos que Él hizo Suya nuestra humanidad, pero permaneció sin pecado. Proclamó el Reino, sanó, restauró y extendió la mano a los marginados, y terminó condenado bajo falsas acusaciones. Desde el punto de vista humano, fue un escándalo; desde la visión de Dios, fue el sacrificio redentor máximo. El pastor David Jang define la crucifixión como “el momento en que se estrechan en un beso la justicia y el amor de Dios”.


12. Cruz y Pascua: La victoria sobre el poder del pecado

El hecho de que la crucifixión de Jesús coincida con la celebración de la Pascua es decisivo. El pueblo de Israel, esclavo en Egipto, fue protegido de la muerte por la sangre del cordero en las puertas de sus casas, y ahora los creyentes somos salvados por la sangre del Cordero que quita el pecado del mundo. Lo que en la Pascua judía era símbolo de liberación física y política, se transforma aquí en una liberación definitiva del pecado y la muerte. El sacrificio de Jesús en la cruz abre el camino para la reconciliación con Dios. Así, la resurrección ensancha este acontecimiento y confirma que la muerte ha sido vencida. Para la comunidad cristiana, este es el suceso central que da vida y esperanza.

El recorrido de Jesús hacia el Calvario, por tanto, no es una derrota en sentido estricto, sino un avance triunfal en el plan de salvación. Aunque parecía que toda la culpa y violencia de la humanidad caían sobre Él, espiritualmente estaba destruyendo el reino del pecado. De ahí que Su última palabra, “Consumado es” (Jn 19:30), evidencie un cumplimiento pleno y victorioso de la misión de salvar a la humanidad.


13. El amor a los enemigos y la comunidad de la cruz

Observando de nuevo la crucifixión, nos hacemos conscientes de lo que implica el verdadero amor a los enemigos. Cristo no solo enseñó “amad a vuestros enemigos”, sino que soportó con mansedumbre la violencia y la burla, orando por el perdón de quienes lo crucificaban: “Padre, perdónalos” (Lc 23:34). Así, cumplió con integridad lo que predicó y encarnó hasta el límite esa enseñanza. Quien quiera llamarse discípulo de Cristo debe anhelar este mismo camino. En un mundo marcado por el egoísmo y la ira, la vía de la cruz invita a la compasión, la reconciliación y la renuncia al rencor. El pastor David Jang reafirma que “la prueba de que Cristo vivió conforme a Su palabra está en la cruz, donde sufrió la peor injusticia sin levantar nunca una maldición”.

El segundo elemento práctico es la vida comunitaria del “sobrellevar los unos las cargas de los otros” (Gá 6:2). En la cruz, Jesús cargó con la pena y la condena del pecado humano. De manera análoga, la iglesia está llamada a ser una familia que comparte, consuela y sostiene mutuamente a sus miembros. Donde la cruz es recordada y venerada, no puede prevalecer el egoísmo ni la indiferencia. El pastor David Jang advierte que “una fe individualista no puede ser verdadera fe en la cruz. Debemos formar comunidades que llevan las cargas del prójimo para que la fuerza del sacrificio de Cristo fluya en medio de nosotros”.


14. La perseverancia de las mujeres y el discípulo amado, ejemplo de lealtad

La valentía de las mujeres y de Juan ante la cruz contrasta con el miedo que dispersó a los demás discípulos. Aparentemente frágiles, ellas demostraron mayor coraje y fidelidad. Jesús recompensó su dedicación confiándoles la tarea de cuidarse mutuamente: “Mujer, he ahí tu hijo… Hijo, he ahí tu madre” (Jn 19:26-27). Esa expresión es un ejemplo de amor filial y de la consolidación de una nueva familia de fe, en la que Dios es el Padre y todos somos hermanos. Este instante marca el surgimiento de la iglesia post-pascual, que avanza unida en el sufrimiento y la esperanza de la resurrección. La escena sugiere cómo la iglesia de hoy debe mantener una relación afectiva y cercana con el Señor crucificado.

Por consiguiente, la crucifixión de Jesús revela de manera dramática el núcleo del plan de redención divino. Él vino en carne para identificarse con nosotros, recorrió las aldeas anunciando el Reino, se acercó a los marginados y soportó la peor humillación para rescatarnos. Aunque fue una tragedia desde la óptica humana, para Dios se trató de la ofrenda máxima de amor. El pastor David Jang describe la cruz como “el espacio donde la justicia de Dios y Su amor infinito se manifiestan plenamente”.


15. La grandeza de la paradoja: Muerte y victoria en la cruz

La cruz, vista en aquel entonces como un símbolo de deshonra, se convierte para los creyentes en un estandarte de victoria. Aunque haya humillación y muerte, es en realidad la vía de la glorificación y el poder de Dios. El pastor David Jang lo llama “el escenario de la mayor paradoja de la historia de la humanidad”, porque, si bien se percibía como un lugar de derrota, vergüenza y burla, allí se desplegaban la gloria, la autoridad y la salvación divinas. La cruz expone la soberbia y la maldad humanas, pero a la vez revela la misericordia y la gracia divinas, que dan paso a la esperanza de la resurrección. Por eso, debemos apropiarnos de la fuerza redentora de la cruz, asumirla de corazón y compartirla con el mundo. Esa es la forma en que hoy el suceso de la crucifixión sigue siendo “evangelio vivo” para quienes lo aceptan.

Al entender que nuestros pecados fueron perdonados gracias a la cruz de Cristo, toda nuestra vida es transformada. Del mismo modo que los discípulos de Emaús sintieron arder su corazón cuando el Resucitado les explicaba las Escrituras (Lc 24:32), reflexionar en la cruz debería encender nuestro interior con gratitud y reverencia. Jesús no fue solo un gran maestro o filósofo; es el Salvador que entregó Su vida por cada uno de nosotros. Ese reconocimiento mueve nuestro corazón y rompe las cadenas del egoísmo, la avaricia, el odio y el temor, porque en la cruz hallamos un amor infinito. El pastor David Jang exhorta: “Quien se aferra a la cruz no puede volver a vivir igual, porque el amor de Cristo nos impulsa a cambiar y renovarnos”.


16. Conclusión: La cruz, eje del evangelio y camino del discipulado

En conclusión, el acto de Jesús de llevar Su cruz hasta el Calvario, aceptando la muerte, fue la manifestación contundente de la redención que Dios ofrece a la humanidad, condenada por el pecado. Ese día, muchos lo injuriaron, se repartieron Sus ropas o ignoraron Su dolor, pero unas pocas mujeres y el discípulo amado se quedaron con Él. Desde la cruz, Jesús perdonó a quienes lo crucificaban, cuidó de Su madre encomendándola a Juan y selló Su obra con la frase “Consumado es”. La crucifixión, aunque parece la muerte atroz de un hombre, es en realidad el inicio del amor de Dios que nos acoge y la llave que abre la puerta de la resurrección. Así, no podemos reducir Juan 19 a un mero relato triste. Allí se halla la voluntad santa de Dios, Su justicia y, por encima de todo, Su inmenso amor. Este pasaje concentra la esencia de la fe cristiana: “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que dio a Su Hijo unigénito…” (Jn 3:16) se cumple plenamente en la cruz.

En nuestros días, al contemplar la cruz de Cristo, nuestras metas y prioridades se renuevan. En un mundo regido por la codicia y la indiferencia, optar por servir a los demás y seguir la verdad de Dios no es tarea fácil. Sin embargo, cuando recordamos el camino que recorrió Jesús y recibimos la fortaleza del Espíritu Santo, experimentamos una paz y un gozo que el mundo no puede dar. El pastor David Jang cita con frecuencia la confesión de Pablo: “Lejos esté de mí gloriarme, sino en la cruz de nuestro Señor Jesucristo” (Gá 6:14), subrayando que “en la cruz se asientan todos los cimientos de la iglesia y de la vida nueva”. Ni la opulencia ni la fama terrenal constituyen la gloria del cristiano; su verdadero poder y virtud radican en recordar sin cesar la pasión de Cristo y en vivir de acuerdo con Su amor.

De este modo, la fe centrada en “Jesucristo crucificado” es el corazón mismo del cristianismo. Gracias a Su sacrificio expiatorio, los pecadores fuimos declarados justos, y Su amor nos lleva al arrepentimiento y a una vida renovada cada día. Sin la cruz, la fe cristiana carece de sentido. Donde hay cruz, hay vida; y allí se abre la puerta de la resurrección. Por ello, debemos contemplarla continuamente, seguir Su senda y anunciar este amor a los demás. La historia de la cruz en Juan 19:17-27 se extiende hasta la mañana de la resurrección, inaugurando un capítulo nuevo en la historia de la salvación, y sigue transformando hoy a innumerables creyentes en el mundo entero que viven iluminados por este evangelio.

En pocas palabras, el gran acontecimiento de “Ser clavado en la cruz” es la expresión más radical y definitiva del amor de Dios por la humanidad pecadora, y, al mismo tiempo, la señal de la victoria que destruye para siempre el poder de la muerte. El pastor David Jang lo llama “la más grande paradoja de la historia humana”, porque en ese lugar de muerte, humillación y burla, se manifestó la gloria y el dominio divinos. Ante la cruz se desnuda el pecado y la crueldad del hombre, pero también se revela el amor perfecto y la gracia de Dios, anunciando la esperanza de la resurrección. Por lo tanto, debemos abrazar este acto supremo de expiación y ser partícipes de la obra redentora de Cristo en nosotros, en la iglesia y en el mundo. Así, la cruz se hace “evangelio vivo” en nuestro presente.

Si recordamos que a través de la cruz obtuvimos perdón y salvación, nuestras oraciones, nuestro culto, nuestro amor al prójimo y nuestra labor evangelizadora no pueden seguir iguales. Ya no somos hijos de las tinieblas, ni personas dominadas por la codicia o el egoísmo. Cuando recreamos el amor de la cruz en nuestra vida cotidiana y comprendemos el valor de la sangre derramada en el Calvario, nuestras existencias y la iglesia se llenan de alegría, fuerza y esperanza. Ese es el sentido de nuestra identidad y misión cristianas. El pastor David Jang repite a menudo: “En el umbral de nuestra fe, la cruz se encuentra al frente, y esta debe regir toda nuestra vida”. Reconozcamos, pues, que sin la cruz nada puede ser verdadero ni pleno, y que cada día debemos contemplar su amor y extenderlo a los demás. Solo así podremos ser fieles al camino de Cristo.

En definitiva, la cruz no es un simple emblema religioso o un adorno, sino la misma esencia del corazón de Dios. En ella se unen la obediencia y el sacrificio del Hijo, el amor del Padre y el poder del Espíritu Santo. Y ese camino invita también a nosotros a cargar con “nuestra cruz” y seguir a Jesús. Si creemos en el Señor resucitado, que triunfó sobre la muerte, no podemos sino decir: “Señor, tomaré mi cruz y caminaré contigo”. Para que esta confesión no se quede en palabras, debemos ejercitarnos espiritualmente cada día, contemplando la cruz y asimilando el corazón de Cristo. Tal práctica derrite nuestro orgullo y avaricia, volviéndolos amor y reconciliación, y transformando los conflictos en paz.

Por tanto, los versículos de Juan 19:17-27, que describen la crucifixión de Jesús, constituyen el relato de la tragedia más sobrecogedora de la historia y, a la vez, de la esperanza más brillante. Cada vez que lo meditamos, no olvidemos –siguiendo la enseñanza del pastor David Jang– que “la cruz es nuestro camino, nuestra verdad y nuestra vida”. Si somos llamados cristianos, hemos de decidirnos de nuevo a no ser como la muchedumbre que se burlaba ni como los soldados que se repartían las vestiduras de Jesús, sino a parecernos a Simón de Cirene, quien tomó la cruz y experimentó la bendición, o a las mujeres y al discípulo amado, que no abandonaron al Señor, sino que lo acompañaron hasta el final. Igualmente, fortaleciéndonos con el perdón que brota de la cruz, somos llamados a amar aun a los enemigos, a llevar las cargas del prójimo y a construir aquí el reino de Dios. Al contemplar a Jesús crucificado, recordemos que de Sus heridas mana la sangre que limpia nuestro pecado y sana nuestras dolencias, y proclamemos que ese poder sigue obrando hoy para restaurar a la iglesia, a la sociedad y a todas las naciones.

En conclusión, el tema “Fue clavado en la cruz” resume la esencia de la fe cristiana, el punto de partida y la meta de nuestro camino espiritual. Sin la cruz de Jesús, no habría iglesia, ni salvación, ni discipulado, ni esperanza de resurrección. Tal como insiste el pastor David Jang en innumerables sermones, debemos llevar siempre la cruz en el corazón. Por más que cambien las tendencias y por más que la corriente de la historia se torne turbulenta, la obra salvadora de Dios en la cruz jamás se conmoverá. Por ende, postrémonos en arrepentimiento, alabemos y oremos con gratitud y, en nuestra vida, compartamos la gracia de la cruz. Así, obtendremos la paz, el consuelo y el poder que el mundo no puede ofrecer.

Recordemos, pues, que el Calvario no se limita a un hecho histórico del siglo I en Jerusalén, sino que sigue vivo para nosotros. El pastor David Jang afirma que la gracia de la cruz está siempre operante para sacudir a la iglesia y llevar las buenas nuevas a toda la tierra. Solo pasando por la cruz llegamos a la resurrección, y solo muriendo allí hallamos la verdadera vida. Al contemplar esa entrega total de Jesús, demos gracias y reafirmemos nuestra determinación de cargar nuestra propia cruz y seguirlo. Jesucristo, crucificado en el Calvario, es nuestro auténtico Rey, nuestro Sumo Sacerdote y nuestro Salvador. Como tales, recibimos Su ministerio, Su gracia y Su misión de proclamar este mensaje al mundo. Dentro de la fuerza de la cruz, nuestra vida experimenta renovación constante.

Que al reflexionar en Juan 19:17-27 podamos enfocar nuestra mirada en la senda de la cruz que recorrió Jesús. Aquel suceso no es un mero acontecimiento histórico del siglo I, sino la gracia que sigue viva y actuando en cada creyente y en la comunidad de fe. El pastor David Jang señala que esta gracia es el motor que despierta a la iglesia y extiende el evangelio de salvación a los rincones más remotos del mundo. Solo a través de la cruz alcanzamos la victoria de la resurrección; solo muriendo allí accedemos a una vida nueva. Sigamos, pues, empuñando la cruz y seamos transformados día tras día, entregando nuestro egoísmo y dejándonos moldear por el amor de Jesús. Si permitimos que ese amor fluya a nuestro alrededor, veremos milagros de reconciliación, de superación de conflictos y de paz verdadera.

Por lo tanto, al meditar en este pasaje de Juan 19, recordemos con el pastor David Jang que “la cruz es el camino, la verdad y la vida”. El cristiano que se precie debe decidir una vez más no comportarse como la multitud burlona o como los soldados que se repartieron las ropas del Señor, sino identificarse con los que llevaron la cruz con Él, los que lo acompañaron hasta el final y respondieron con gratitud y entrega. Del mismo modo, acogidos en el perdón de la cruz, estamos llamados a amar incluso a nuestros adversarios, a sostenernos mutuamente y a edificar el reino de Dios en este mundo. Contemplando al Cristo crucificado, proclamemos con fe que Su sangre aún tiene el poder de purificar nuestros pecados, sanar nuestras dolencias y renovar a la iglesia y a la sociedad.

En definitiva, “Fue clavado en la cruz” resume el centro de la fe cristiana, el principio y la meta de nuestro camino espiritual. Sin la cruz de Jesús, nada tendría sentido: ni la iglesia, ni la salvación, ni el discipulado, ni la resurrección. Como recalca a menudo el pastor David Jang, debemos grabar la cruz profundamente en nuestro corazón. Aunque las corrientes del mundo cambien, el amor y el plan de salvación de Dios manifestados en la cruz son inamovibles. Así, la humildad, la alabanza y la acción de gracias ante la cruz, junto con el compartir de la gracia recibida, son nuestro privilegio más grande y nuestra fuente de gozo. De esta forma, la paz, la consolación y el poder que sobrepasan el entendimiento humano descenderán a nuestras vidas.

Recordemos que el Calvario trasciende la historia del primer siglo y sigue actualizándose cada vez que los creyentes nos acercamos a Jesús con fe. El pastor David Jang enseña que esta gracia redentora continúa impulsando y purificando a la iglesia para llevar la luz del evangelio hasta los confines de la tierra. Solo a través de la cruz se llega a la resurrección; solo muriendo con Cristo en la cruz se experimenta la verdadera vida. Que esta meditación nos impulse a tomar nuestra propia cruz, a seguirlo sin reservas y a llevar el mensaje del amor y la redención de Cristo al mundo entero. Jesús, crucificado en el Calvario, es nuestro Rey y Salvador, y Su poder se perfecciona en nuestra debilidad cuando nos aferramos a la cruz. Así, día a día, la fuerza del sacrificio de Cristo renueva nuestro ser, y en esa renovación hallamos vida, victoria y esperanza. ¡Gloria sea dada al Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo!

www.davidjang.org

십자가에 드러난 대속의 길 – 장재형목사

십자가에 못 박히신 예수 그리스도의 사건은 성경 전체를 관통하는 구원의 핵심이며, 동시에 인류의 죄와 하나님의 사랑이 극적으로 교차되는 자리라고 할 수 있습니다. 특히 요한복음 19장 17절부터 27절까지 기록된 예수님의 십자가 처형 과정은 그 어느 복음서보다 간결하면서도 강력한 메시지를 전해 줍니다. 본문에서는 예수님께서 골고다라 불리는 해골의 언덕으로 가셔서 십자가에 달리시는 장면이 매우 짧게 묘사되지만, 그 안에는 헤아릴 수 없는 비극과 동시에 죄인을 향한 하나님의 깊은 사랑이 고스란히 담겨 있습니다. 그리고 이 장면을 묵상하는 모든 그리스도인은 예수님께서 걸어가신 ‘십자가의 길’이 얼마나 혹독하고 처절한 것이었는지를 기억하며, 그 길이 곧 나를 위한 대속의 길이었음을 깨달아야 합니다. 장재형(장다윗)목사는 이 본문을 통해 우리에게 “예수님께서 십자가에 못 박히실 때 드러난 모든 사건과 모습들은 하나님의 아들이신 예수님의 무한한 겸손과 헌신, 그리고 죄로 얼룩진 세상의 잔혹함을 동시에 보여주는 증언”임을 강조합니다. 이 말씀을 바탕으로, 십자가로 향하시는 예수님의 걸음과 그 곁을 지켰던 사람들, 그리고 그 자리에 동원되었던 로마 군인들의 모습까지 하나하나 천착해 보고자 합니다. 오직 하나의 소주제로, “십자가에 못 박히시다”라는 대주제 아래에서 모든 내용을 통합하여 정리하되, 그 속에 담긴 보편적이고도 영원한 복음의 진리와 교훈을 함께 살펴보겠습니다.

예수님께서 십자가에 넘겨지는 과정을 보면, 먼저 예수님은 빌라도의 법정에서 유대인들의 엄청난 압박과 거짓된 참소로 인해 사형 언도를 받습니다. 빌라도는 예수님께서 죄가 없음을 어느 정도 직감했지만, 결국 로마 총독으로서 자신의 지위를 지키고 유대 지도자들과 민중의 폭동을 방지하기 위해, 예수님께 십자가 형을 언도하고 말았습니다. 그럼에도 불구하고 빌라도가 내렸던 결정 가운데 변화되지 않았던 한 가지가 있었는데, 바로 십자가 위에 “나사렛 예수 유대인의 왕”이라는 패를 붙이는 일이었습니다. 유대인의 대제사장들과 지도자들은 “자칭 유대인의 왕이라 쓰라”고 항의했지만, 빌라도는 “내가 쓸 것을 썼다”라고 단언함으로써 예수님께서 유대인의 왕이심을 오히려 선포하는 꼴이 되었습니다. 장재형목사는 이 장면을 가리켜“아이러니 속에서 드러난 진리”라고 말합니다. 로마 총독 빌라도는 정치적 계산에 의해 예수님을 십자가로 내몰았지만, 동시에‘진실한 왕’이 예수님이심을 자기 손으로 선포하게 되었기 때문입니다. 인간의 판단과 죄악된 의도가 얽혀 있는 역사 한가운데서도 하나님의 섭리가 드러나는 장면이라 할 수 있습니다.

예수님께서 십자가를 지고 걸어가신 골고다의 길은, 유대인의 전통적 죄의식과도 밀접하게 연관됩니다. 구약 레위기 16장에는‘속죄일’에 관한 규정이 나옵니다. 대제사장은 염소 두 마리를 준비해 하나는 여호와께 속죄제로 바치고, 다른 하나는 온 백성의 죄를 전가받아 광야로 내보내 버립니다. 죄 없는 짐승이 사람들의 죄를 대신 져 죽음에 이르게 하거나, 혹은 광야로 쫓겨나 죽임을 당하는 방식으로 이스라엘 공동체가 죄 사함의 은총을 입게 되는 것입니다. 이처럼 ‘속죄양(scapegoat)’의 죽음을 통해 백성들의 죄가 사해진다는 유대 전통은, 예수님의 십자가 사건을 통해 궁극적이고 영원한 완성에 도달합니다. 이사야 53장 또한 이러한 ‘고난받는 종’의 이미지를 예언하고 있습니다. “그가 찔림은 우리의 허물 때문이요, 그가 상함은 우리의 죄악 때문이라(사 53:5).” 주님은 마치 도수장에 끌려가는 어린 양같이, 아무 말도 하지 않으시고 묵묵히 고난의 길을 걸으셨습니다. 그리고 그 길을 완성하신 곳이 골고다 언덕이었습니다.

장재형목사는 이사야 53장과 요한복음 19장을 함께 묵상하며 “예수님께서 골고다에서 십자가를 지고 걸어가실 때, 그것이야말로 이사야 선지자가 바라본 고난의 종 예언이 성취되는 현장이었다”고 강조합니다. 이 지점에서 우리가 눈여겨봐야 할 것은, 주님이 죄수가 짊어져야 할 십자가를 직접 지고 걸어가셨다는 사실입니다. 십자가형은 고대 로마의 사형 제도 중에서도 가장 잔인하고 치욕스러운 방법이었습니다. 로마 시민권자는 이 형에 처해지지 않았고, 주로 피지배 민족이나 극악범들에게 선고되었으며, 사형수는 자신이 죽을 형틀인 십자가를 직접 지고 도시 곳곳을 돌아 처형장으로 갔습니다. 이는 죄인에게 최고의 치욕을 안기고, 동시에 시민들에게 ‘반역하면 이렇게 죽는다’라는 경고 효과를 주기 위한 잔혹한 의도가 담겨 있었습니다. 더욱이 예수님께서는 이미 유대인들에게 매와 채찍, 조롱과 모욕을 당해 몸이 심각하게 지친 상태였습니다. 그럼에도 불구하고 예수님은 그 길을 묵묵히 걸어가셨습니다.

마태복음 27장과 마가복음 15장에 따르면, 예수님께서 십자가를 지고 가시다가 너무 쇠약해져 쓰러지시자, 로마 병사들이 구레네 사람 시몬을 억지로 끌어다 예수님의 십자가를 대신 지게 합니다. 시몬은 북아프리카의 구레네, 곧 현재의 리비아 지역에서 왔는데, 유월절을 맞아 예루살렘에 순례차 왔다가 예수님의 극형 장면을 우연히 목격하게 된 것입니다. 그는 이방인으로서 특별한 의도가 있던 것도 아니었으나, 결과적으로는 예수님의 십자가를 지는 영광(?)스럽고도 고통스러운 경험을 하게 됩니다. 마가는 시몬을 “알렉산더와 루포의 아버지”라고 소개하는데, 나중에 로마서 16장 13절에서 바울이 문안하는“루포”라는 인물이 시몬의 아들일 가능성이 높습니다. 이를 통해 교회 전승은 시몬과 그의 가정이 십자가 사건 이후 기독교 공동체의 중요한 멤버가 되었을 것으로 추정합니다. 장재형목사는 “어떤 이는 십자가를 억지로 지지만, 그 억지의 상황에서도 주님의 고난을 함께 경험하게 되면 오히려 그것이 축복의 통로가 된다”라고 설명합니다. 시몬은 본디 여행자로서 잠시 예루살렘에 머무르다 돌아갈 예정이었을지 모르지만, 십자가를 짊어진 그 경험이 그의 인생과 가정을 변화시킨 것입니다.

이처럼 예수님의 십자가 행렬은 인간의 악한 제도와 권력의 폭력성, 그리고 무관심한 군중들의 시선 속에서 절정에 달합니다. 옷이 벗겨지고, 가시면류관을 쓰신 채 조롱받고, 몽둥이와 채찍에 맞으시며, 갈보리 언덕까지 그 고통을 감내하셨습니다. 갈보리(골고다)는 히브리말로 해골이라는 뜻인데, 참혹한 형벌의 장소라는 이름에 걸맞게 사방은 처형된 자들의 뼈나 해골이 굴러다니는 흉측한 곳이었습니다. 유대 종교 지도자들은 예수님을 극악한 범죄자들과 동일 선상에 놓고 싶었기에, 두 강도를 예수님의 좌우편에 배치함으로써 예수님을 더욱 치욕스럽게 만들었습니다. 그러나 아이러니하게도, 예수님이 양쪽 강도 사이에 매달린 모습은 역으로 예수님의 무죄함과 하나님의 구원 계획을 극적으로 부각하는 장면이 되었습니다. 십자가는 세상 사람들에게는 수치와 조롱의 상징이었지만, 예수님을 믿는 자들에게는 도리어 구원의 능력과 은혜의 보좌가 되는 것이기 때문입니다. 그분은 강도들과 똑같은 형벌을 받으셨지만, 실제로는 죄가 없으심에도 우리를 대신해 죽으신 참된 희생의 제물이 되셨습니다.

요한복음 19장 19절 이하에서는 빌라도가 작성한 명패 “나사렛 예수 유대인의 왕”에 대해 대제사장들이 분개하는 장면이 등장합니다. 그들은 “자칭 유대인의 왕이라 쓰라”고 빌라도에게 항의했으나, 빌라도는 “내가 쓸 것을 썼다”라고 못 박습니다. 이 짧은 대화 안에는, 이미 한 번 결정된 ‘유대인의 왕’이라는 호칭이 취소될 수 없음을 시사합니다. 예수님이 실제로 유대인의 왕으로 오셨음에도 유대의 종교 지도자들은 이를 거부했고, 오히려 로마 총독인 빌라도를 통하여 그 표현을 철회하게 만들려 했습니다. 그러나 빌라도는 자기 권위로 쓴 문구를 번복하지 않았고, 결과적으로 온 세상에 “예수께서 진정한 왕이시다”라는 말을 로마어(라틴어), 헬라어(그리스어), 히브리어로 동시에 알려 버린 셈이 되었습니다. 복음서 저자 요한은 이 사건에 담긴 상징적 의미를 분명히 인지했고, 독자들이 “십자가 위에서 완성된 하나님의 왕 되심”을 깨닫도록 기술하고 있습니다. 장재형목사는 이것을 가리켜 “하나님께서는 사람의 악의와 잔꾀조차도 당신의 구원 계획을 드러내는 도구로 사용하신다”고 설명합니다. 즉 인간은 하나님의 섭리를 벗어나 어떤 다른 길로 갈 수 없는 존재이며, 심지어 예수님을 죽이는 불의한 행동마저도 궁극적으로 하나님의 주권과 목적을 실현하는 경로가 된다는 뜻입니다.

이어서 요한복음 19장 23절 이하에서는 군인들이 예수님의 옷을 나누어 가지는 모습이 기록됩니다. 당시 십자가형을 집행하는 병사들은 사형수의 마지막 소지품을 자신들끼리 나누는 관습이 있었습니다. 예수님의 옷도 그렇게 네 명의 군병이 각각 한 부분씩 차지했고, 통으로 짠 속옷에 대해서는 찢지 않고 제비를 뽑아 소유를 결정했습니다. 요한은 이 장면을 시편 22편18절(“그들이 내 옷을 나누며 내 겉옷을 제비 뽑나이다”)과 연결 지어 구약의 예언이 성취되었음을 보여 줍니다. 그런데 이 모습 속에서 우리가 놓쳐서는 안 될 한 가지 진실이 있습니다. 예수님께서는 세상에서 가진 모든 것을 다 빼앗기셨고, 심지어 마지막 몸을 가릴 옷마저도 군병들이 나누어 가지려는 장면이 펼쳐졌다는 사실입니다. 이는 “완전한 비움”의 극치를 보여 줍니다. 예수님은 공생애 동안에도 머리 둘 곳이 없으셨다고 기록되지만(마 8:20), 마지막 운명하시기 직전에는 정말로 아무것도 가지지 못하신 상태로 십자가에 달리셨습니다. 장재형목사는 이것을 “하나님이신 예수님께서 기꺼이 전부를 버리셔서, 궁극적으로 우리를 위한 대속물이 되셨다는 증거”라고 말합니다. 예수님은 마지막까지 그 어떤 소유도 주장하지 않으시고, 오직 우리의 죄 값을 치르시는 희생으로 남으셨습니다.

이 장면에서 우리는 두 가지 대조되는 모습을 볼 수 있습니다. 하나는 십자가 밑에서 예수님의 마지막 옷까지도 제비뽑기로 차지하려는 군병들의 모습이고, 다른 하나는 아무것도 소유하지 않은 채 모든 것을 내주신 예수님의 모습입니다. 세상은 탐욕스러운 군병처럼 남의 것까지 빼앗으려 하지만, 예수님은 스스로의 권리를 주장하지 않고 모든 것을 우리에게 내어주신 분이십니다. 이 대비는 곧 인간 죄성의 극명한 단면과, 하나님의 사랑이 얼마나 완전한 희생인가를 동시에 상기시킵니다. 때문에 그리스도인은 군병들의 모습이 아닌, 십자가 위에서 모든 것을 쏟아부으신 예수님의 삶을 기억해야 합니다. 이는 오늘날‘소유’에 집착하는 현대인에게 주는 강력한 도전입니다. 탐욕에서 벗어나, 십자가의 예수님을 바라보며 겸손과 나눔, 그리고 자기 희생의 길로 들어서는 것이 참된 그리스도인의 삶입니다. 장재형목사는 “교회가 종종 예수님의 십자가 아래에서조차 각자 나눠 가질 몫을 찾아 다투는 모습과 비슷해지기도 한다”라고 지적하며, “우리는 언제나 십자가 아래에서 ‘아무것도 가지지 않으셨던’ 주님을 바라보며, 소유와 탐욕을 회개하고 버리는 결단으로 나아가야 한다”고 권면합니다.

다음으로 요한복음 19장 25절을 보면, 예수님의 십자가 곁에 있었던 몇몇 여인들의 이름이 등장합니다. 예수님의 어머니 마리아, 이모 살로메(마가복음에 의하면 세베대의 아들 야고보와 요한의 어머니이기도 합니다), 글로바의 아내 마리아, 그리고 막달라 마리아가 그 현장에 서 있었습니다. 일반적으로 당시 여성들은 사회적 지위가 낮았고, 남성 제자들처럼 공식적 제자로 부름받지 못했으나, 역설적이게도 십자가 최후의 현장에는 바로 이 여인들이 끝까지 남아 있었습니다. 그곳은 극악한 처형이 이뤄지고 있는 공포스러운 자리였습니다. 십자가에 처형되는 죄인의 측근으로 보이면, 자칫 로마 당국자들로부터 연대 책임을 물을 수 있는 곳이었습니다. 그럼에도 불구하고 그들은 예수님의 마지막 순간을 지키기 위해 그 자리에 머물렀습니다. 이는“사랑 안에는 두려움이 없다”(요일 4:18)는 말씀을 생생히 보여 줍니다. 장재형목사는 “진정 주님을 사랑하는 마음이 있으면, 어떠한 위협과 공포도 그 발길을 붙잡지 못한다”라고 말합니다. 그리고 예수님은 이 여인들을 바라보시며, 어머니 마리아와 사랑하는 제자 요한에게 서로를 맡기십니다. “여자여, 보소서 아들이니이다. 보라 네 어머니라.”(요 19:26-27) 이 말씀은 예수님께서 자신의 육신의 어머니를 끝까지 돌보시는 깊은 효심을 드러내기도 하며, 동시에 그리스도의 공동체 안에서“믿음으로 맺어진 새로운 가족”의 개념을 제시하는 구절이기도 합니다.

실제로 예수님은 공생애 중에 “누가 내 어머니이며 동생들이냐? 누구든지 하나님 아버지 뜻대로 행하는 자가 내 형제요 자매요 어머니라”(마 12:48-50)고 하셨습니다. 예수님에게 마리아는 육적 어머니이면서도 주님의 길을 따라야 할 믿음의 제자 중 한 사람이기도 했습니다. 그렇기에 십자가상에서 “여자여 보소서 아들이니이다”라고 부르실 때, 이는 ‘단순히 육신적인 모자(母子) 관계’ 이상의 의미를 갖습니다. 예수님을 믿고 따르는 자라면 누구나 하나님의 자녀로서 서로를 돌봐야 하고, 주 안에서 한 몸을 이루는 가족임을 선포하신 것입니다. 이처럼 예수님께서는 십자가상의 극심한 고통 속에서도 하나님 나라 공동체의 원리를 확립하시며, 남겨진 자들을 향한 사랑을 마지막까지 베푸셨습니다.

십자가 사건을 통해 우리는 예수님의 삶 전체가 마치 하나의 대서사시처럼 완성되는 순간을 보게 됩니다. 예수님은 성육신하심으로 우리와 동일한 육신을 지니셨으나, 죄는 없으셨습니다. 그리고 공생애 동안 하늘나라 복음을 전파하시며, 가난하고 병든 이들을 고치시고, 죄인들과 세리, 창녀들에게 다가가 구원의 소망을 선포하셨습니다. 결국 유대 지도자들의 시기와 민중의 오해 속에서 극형을 선고받으셨으나, 그 모든 것을 받아들이시고 십자가에서 운명하십니다. 인간이 보기에는 비극이었으나, 하나님의 시선에서는 죄악된 세상을 향해 독생자를 내어주신 최고의 사랑이었고, 거룩한 대속의 사건이었습니다. 장재형목사는 십자가가 “하나님의 사랑과 정의가 서로 입맞추는 자리”라고 표현하며, 그 이유를 “십자가는 하나님의 극진한 사랑이 드러나는 동시에, 죄값을 치루는 정의가 완성되는 지점이기 때문”이라 설명합니다.

유월절 시기라는 배경 역시 십자가 사건의 의미를 더욱 선명하게 합니다. 구약 시대 이스라엘 백성은 애굽에서 종살이하던 중, 어린 양의 피로 죽음의 사자가 지나가도록 했고(출 12장), 이를 기념하여 해마다 유월절을 지켰습니다. 그런데 예수님의 십자가 죽음이 바로 유월절 기간에 일어났습니다. 이는 단순한 역사적 우연이 아니라, “세상 죄를 지고 가는 하나님의 어린 양”(요1:29)이신 예수님께서 온 인류의 죄값을 단번에 치루시는 것을 예표하고 완성하는 것입니다. 그리스도께서 십자가에서 흘리신 보혈로 말미암아, 죄인인 우리는 영원한 죽음의 형벌에서 해방되고 하나님과 화목하게 되었습니다. 이처럼 유월절 어린 양의 피가 출애굽 사건에서 생명의 보호막이 되었듯이, 예수님의 피가 죄인을 구원하는 능력이 된다는 점이 극적으로 부각됩니다.

예수님께서 십자가를 지고 가시는 길은 단순한 죽음의 행진이 아니라, 인류 구원의 사명을 완수하는 승리의 행진이기도 했습니다. 겉으로 보기에는 조롱과 모욕, 고통과 피가 가득한 처절한 패배처럼 보였을지 모르지만, 실제 영적 실재에서는 죄의 권세와 사망의 권세를 깨뜨리고 승리하시는 하나님 나라의 선언이었습니다. 예수님의 마지막 말씀이 “다 이루었다”(요19:30)였다는 사실에서도, 이 길이 패배가 아닌 완성임이 드러납니다. 우리가 십자가를 바라볼 때, 단지 슬픔과 고통에만 머무르지 않고 그 너머에 있는 부활의 승리를 함께 보아야 하는 이유입니다. 십자가는 예수님의 부활로 인해 영원한 생명의 관문으로 전환되었고, 그리스도인에게는 “하나님과 화목하게 된 평강의 토대”가 되었습니다.

이처럼 성경에 기록된 십자가 사건을 깊이 묵상할 때, 우리는 두 가지 중요한 차원의 적용점을 깨닫게 됩니다. 첫째, 예수님께서“원수를 사랑하라”(마 5:44)고 하셨을 때, 이는 결코 추상적인 윤리적 명령이 아니었다는 사실입니다. 예수님은 직접 자신을 죽이려는 자들, 로마 군병들과 종교 지도자들, 그리고 무리들의 조롱과 폭력을 몸소 겪으며, 그들을 향해 “아버지 저들을 사하여 주옵소서”(눅 23:34)라고 기도하셨습니다. 말로만 사랑을 선포하신 것이 아니라, 자신의 몸으로 악의 증오를 모두 받아내고도 끝내 저주와 복수를 외치지 않으신 것입니다. 그분은 선으로 악을 이기셨고(롬 12:21), 원수에게조차 구원을 베푸시는 하나님의 사랑을 십자가에서 드러내셨습니다. 장재형목사는 이를 “예수님께서 가르치신 말씀과 실제 삶이 완전히 일치했던 결정적 증거”라고 설명합니다. 우리도 예수님을 따른다면, 가정과 직장, 사회와 인간관계 안에서 증오와 분노를 내려놓고 십자가의 사랑을 실천해야 합니다. 그것이 곧 예수님의 제자로 살아가는 길입니다.

둘째, 십자가는 “서로의 짐을 지는 공동체”로 우리를 초대합니다. 갈라디아서 6장 2절에서 바울은 “너희가 짐을 서로 지라 그리하여 그리스도의 법을 성취하라”고 말합니다. 예수님께서 우리의 죄와 저주, 그리고 연약함을 짊어지셨듯, 우리도 서로의 슬픔과 고통, 부족함과 상처를 함께 지는 공동체가 되어야 합니다. 십자가는 철저히 타인을 위한 희생이고 나눔이었습니다. 그러므로 진정으로 십자가를 묵상하고 믿는다면, “나만 구원받았다”는 개인적 만족에 머무르지 않고, 교회와 이웃을 위해 헌신하는 삶으로 이어져야 합니다. 특별히 교회 공동체 안에서 약한 지체가 있다면, 그것이 곧 내 문제임을 인식하고 적극적으로 도움의 손길을 내미는 것이야말로 십자가 정신의 구현입니다. 장재형목사는 “십자가 신앙은 결코 독립된 ‘나’의 신앙으로만 존재할 수 없다. 주님이 피 흘려 사신 공동체 속에서 서로 연대하며 서로의 짐을 나눌 때, 십자가가 교회 안에서 현재적 능력으로 살아 움직이게 된다”라고 말합니다.

끝으로, 예수님의 십자가 곁에 서 있었던 여인들의 모습과 제자 요한의 모습을 다시 생각해 봅시다. 남성 제자들은 대부분 두려움에 도망쳤지만, 연약해 보이는 여성 제자들은 끝까지 남아 주님을 지켜보았습니다. 그리고 예수님은 그들에게 말할 수 없는 위로와 당부의 말씀을 주셨습니다. “여자여 보소서 아들이니이다” “보라 네 어머니라”(요 19:26-27)는 말씀은, 육신의 어머니를 위한 예수님의 마지막 가족적 사랑의 표현이자, 동시에 믿음 안에서 맺어진 영적 가족을 향한 선언이라고도 할 수 있습니다. 이제 예수님께서는 십자가를 통해 새로운 구원의 역사를 완성하시고, 그 믿음 안에서 서로를 돌보고 연합하는 교회를 탄생시키실 것입니다. 이 장면은 오늘날 교회가 어떠해야 하는지, 그리고 우리가 십자가 앞에서 어떤 마음으로 주님과 동행해야 하는지를 더욱 선명히 알려 줍니다.

결국, 십자가에 못 박히신 예수님의 사건을 통해 요한복음 19장 17절부터 27절에 이르기까지 드러나는 핵심 메시지는, 첫째로는 예수님께서 죄인을 위해 모든 것을 버리고 죽음까지 감당하신 대속의 희생이며, 둘째로는 그러한 희생을 통해 인간의 구원이 가능하다는 사실이고, 셋째로는 그 희생을 진심으로 받아들이는 자들에게 주님은 새로운 공동체의 가족애와 부활의 소망을 주신다는 점입니다. 십자가를 바라보는 시선은 애통함에 그쳐서는 안 되고, 그 깊은 고통 너머에 있는 하나님의 사랑과 능력을 인식해야 합니다. 또한 십자가 사건이 우리 삶의 모든 영역에서 재현되도록, 원수를 사랑하고, 서로의 짐을 지며, 하나님의 나라를 확장하는 데 힘써야 합니다.

장재형목사는 십자가 묵상의 결론으로 “우리도 자신이 지고 가야 할 십자가를 외면하지 말아야 한다”고 권면합니다. 예수님은 제자들에게 “아무든지 나를 따라오려거든 자기를 부인하고 자기 십자가를 지고 나를 따를 것이니라”(마 16:24)라고 하셨습니다. 이때 ‘자기 십자가’는 우리의 이기심, 죄성, 세상적 욕망을 내려놓고, 예수님을 본받아 이웃을 사랑하며 하나님 나라를 이루기 위해 희생할 것을 의미합니다. 구레네 시몬처럼 억지로라도 십자가를 지게 되면, 그 속에서 뜻밖의 축복과 영적 각성이 일어날 수 있습니다. 결국 우리는 예수님을 믿고 따르는 제자로서, 주님이 걸어가신 십자가의 길을 삶 속에서 구체적으로 실천해야만 합니다.

이처럼 요한복음 19장 17-27절에 나타난 예수님의 십자가 사건은, 구약의 속죄 제사와 고난받는 종의 예언, 신약에서의 죄 사함과 구원의 성취, 그리고 교회 공동체의 출발을 집약적으로 담아내고 있습니다. 골고다라는 해골의 언덕에 달리신 예수님의 모습은 너무나 처참해 보이지만, 하나님의 구원 경륜 속에서는 가장 영광스럽고도 승리의 자리입니다. 흑암과 죽음이 지배하는 세상 한가운데서 빛과 생명으로 오신 예수님은 십자가에서 사망의 권세를 물리치셨고, 부활을 통해 하나님 나라가 이미 임했음을 선포하셨습니다. 그리고 그분을 믿는 모든 이에게 죄 사함과 영생, 새로운 삶의 기준과 희망을 주셨습니다.

우리가 이 사실을 기억할 때마다 마음이 뜨거워져야 합니다. 엠마오로 가던 제자들이 부활하신 예수님과 말씀을 나눌 때, “우리 마음이 뜨겁지 아니하더냐”(눅 24:32)라고 고백했던 것처럼, 십자가 사건을 다시 묵상하면 할수록 우리 심령 깊은 곳에서 감격과 감사가 솟아나야 합니다. 예수님이 단지 위대한 스승이나 철학자가 아니라, “나를 위해 목숨까지 내어주신 구주”라는 사실을 더욱 온전하게 깨달아야 합니다. 그 깨달음이야말로 우리 일상에 파급력을 가지며, 이기심과 탐욕, 분노와 미움, 두려움과 염려를 대속의 사랑으로 녹여 내는 원동력이 됩니다. 장재형목사는 “십자가를 붙든 자는 결코 예전과 같은 삶으로 돌아갈 수 없다”며, “그리스도인이라면 십자가의 사랑에 사로잡힌 사람으로 날마다 새롭게 변화되어야 한다”고 역설합니다.

결론적으로, 예수님께서 골고다 언덕에서 스스로의 십자가를 지고 죽음까지 감당하신 것은, 죄로 인해 죽을 수밖에 없는 우리 모두를 살리기 위한 하나님의 결정적 구원 행위였습니다. 수많은 사람들은 그 날에 예수님의 죽음을 조롱하고, 서로 이득을 챙기며, 혹은 외면했지만, 소수의 여인들과 사랑하는 제자 요한은 끝까지 주님의 곁에서 그 고통과 슬픔을 함께했습니다. 그리고 예수님은 십자가상에서조차 자신을 못 박는 자들을 용서하시고, 어머니를 제자에게 부탁하시며, “다 이루었다”는 선포로 모든 대속의 사역을 완수하셨습니다. 십자가는 한 인간이 처참하게 죽어 간 사건이지만, 동시에 하나님이 죄인을 다시 품으시는 사랑의 시작이며, 부활의 문을 여는 열쇠였습니다. 그러므로 우리는 요한복음 19장에 기록된 십자가 사건을 단순히 고통스러운 역사적 비극으로만 보아서는 안 됩니다. 그 안에는 우주의 주관자이신 하나님의 거룩한 작정이 있고, 하나님의 공의가 있고, 무엇보다도 헤아릴 수 없는 사랑이 있습니다. 교회가 붙들어야 할 핵심 진리는 바로 여기에서 나옵니다. “하나님이 세상을 이처럼 사랑하사 독생자를 주셨으니…”라는 요한복음 3장 16절 말씀이 십자가 위에서 완벽히 구현되었습니다.

오늘날 우리 역시 예수님의 십자가를 묵상한다면, 삶의 방향이 달라질 수밖에 없습니다. 탐욕과 물질주의, 무관심과 분노가 가득한 세상 속에서, 기꺼이 자신을 드리며 이웃을 섬기고 진리의 길을 걷는 것은 쉬운 일이 아닙니다. 하지만 예수님께서 걸어가신 길을 기억하고, 성령의 도우심으로 그 길을 따라갈 때, 우리는 세상이 줄 수 없는 평강과 기쁨, 그리고 참된 자유를 누리게 됩니다. 장재형목사는 “십자가 외에는 자랑할 것이 없고, 십자가 없이는 생명이 없다”는 바울의 고백(갈 6:14)을 자주 인용하면서, “십자가가 교회의 모든 기초이며, 또한 모든 생명의 원천”이라고 말해 왔습니다. 그 말대로, 교회와 성도의 참된 능력과 영광은 화려한 외형이나 세속적 부유함에 있지 않고, 예수님과 함께 십자가의 죽음과 고난을 끊임없이 기억하며, 그 사랑을 실천하는 데서 비롯됩니다.

결국 십자가에 못 박히신 예수님을 바라보는 믿음이야말로 기독교의 핵심입니다. 그리스도의 대속을 통해 죄인인 우리가 의롭다 함을 얻었고, 그 사랑으로 인해 우리는 오늘도 회개하고 돌아서며, 은혜 안에서 새 생명을 누립니다. 이것이 없으면 기독교 신앙은 공허한 껍데기에 불과할 것입니다. 십자가가 있는 곳에 생명이 있고, 거기서 비로소 부활의 영광도 열립니다. 그러므로 우리는 날마다 십자가를 바라보고, 그 길을 따라가며, 다른 이들에게도 그리스도의 사랑을 전해야 합니다. 요한복음19장 17-27절에서 시작된 이 십자가 이야기는, 결국 부활의 아침까지 이어져서 새로운 역사의 장을 열어젖히게 됩니다. 그리고 오늘날에도 전 세계적으로 수많은 성도들이 이 복음의 빛 속에 살아가며, 십자가의 사랑과 진리를 전파하고 있습니다.

이 모든 사실을 요약하자면, “십자가에 못 박히시다”라는 위대한 사건은 죄인 된 인류를 향한 하나님의 가장 극단적이며 결정적인 사랑의 표현이며, 동시에 죄와 사망의 세력을 영원히 파멸시키는 승리의 상징이기도 합니다. 장재형목사는 이 장면을 두고 “인류 역사상 가장 위대한 역설의 현장”이라고 부릅니다. 왜냐하면 죽음과 패배, 치욕과 모욕이 난무한 현장 같았지만, 사실은 그곳에서 오히려 하나님의 영광과 권세, 그리고 극진한 구원이 이루어졌기 때문입니다. 십자가 앞에서 인간의 교만과 욕심, 불의와 잔혹함이 낱낱이 폭로되지만, 동시에 무한한 사랑과 은혜, 그리고 부활의 소망이 드러납니다. 그러므로 우리는 이 대속의 현장인 십자가를 붙들고, 나 자신과 교회 공동체, 그리고 세상을 향한 그리스도의 구속 사역에 참여해야 합니다. 그것이 십자가 사건이 오늘날 우리에게 ‘살아 있는 복음’으로 적용되는 길입니다.

예수님의 십자가를 통해 죄 용서와 구원이 임했다는 이 진리를 다시금 가슴에 새긴다면, 우리의 예배와 기도, 그리고 이웃 사랑과 봉사, 복음 전파가 모두 달라질 수밖에 없습니다. 우리는 더 이상 어둠에 속한 자들이 아니며, 탐욕과 이기심에 사로잡혀 살 존재들도 아닙니다. 예수님께서 보여 주신 “자기를 버리는 사랑”을 삶 속에서 재현하고, 골고다 언덕에서 흘려주신 보혈의 의미를 붙들고 살아갈 때, 비로소 우리 각자의 인생과 교회가 참된 능력과 기쁨으로 충만해질 것입니다. 이것이 “십자가에 못 박히신 예수 그리스도”를 믿는 자들의 정체성이요 사명입니다. 그리고 장재형목사는 이 사실을 언제나 가르쳐 왔습니다. “우리의 믿음의 문턱마다, 십자가가 가장 앞서며, 십자가가 우리의 삶 전체를 지배해야 한다.” 십자가 없이는 어느 것도 온전할 수 없음을 깊이 인식하면서, 매일의 걸음마다 주님의 십자가 사랑을 묵상하고, 그 사랑을 이웃과 세상에 흘려보내는 것이 진정한 그리스도인의 길입니다.

결국 십자가는 종교적 상징이나 형식적 장식물이 아니라, 살아 계신 하나님의 마음 그 자체입니다. 성자 예수님의 순종과 희생, 성부 하나님의 크신 사랑, 그리고 성령님의 능력이 한꺼번에 결집된 사건이 곧 십자가입니다. 그리고 그 길은 ‘자신의 십자가를 지고 주님을 따르는 길’로 우리를 초대합니다. 죄와 죽음을 이기시고 부활하셔서 지금도 살아 역사하시는 주님을 믿는다면, 우리는 감히 “주님, 제 십자가를 지고 당신을 따르겠습니다”라고 고백하지 않을 수 없습니다. 이런 고백이 우리의 입술에만 머무르지 않고 실제 삶이 되려면, 매일 십자가를 붙들고 예수님의 심장을 닮아 가는 꾸준한 영적 훈련이 필요합니다. 그 훈련 속에서 탐욕과 교만이 녹아지고, 무관심이 사랑으로 변화되며, 갈등이 화해로 이어지는 기적을 경험하게 됩니다.

따라서 요한복음 19장 17절부터 27절에 기록된 예수 그리스도의 십자가 사건은, 역사상 가장 처절한 비극이면서 동시에 가장 찬란한 희망의 순간입니다. 우리가 이 사건을 묵상할 때마다, 장재형목사가 강조했듯 “십자가가 우리의 길이고 진리이며, 생명”임을 잊지 말아야 합니다. 그리스도인으로 부름받은 이상, 우린 다시금 결단해야 합니다. 예수님을 비웃던 군중이나, 십자가 아래서 마지막 옷까지 가져가려던 군병이 되는 것이 아니라, 오히려 구레네 사람 시몬처럼 예수님의 십자가를 같이 지고, 여인들과 요한처럼 끝까지 주님 곁을 지키며, 그 사랑에 감사하고 자발적 헌신으로 답하는 제자가 되어야 합니다. 그리고 십자가에서 베풀어진 용서를 힘입어, 어떤 원수라도 사랑하고, 서로 짐을 져 주며, 이 땅에서 하나님 나라를 세워 가는 일에 열정을 쏟아야 합니다. 십자가에 달리신 예수님을 바라볼 때, 그분의 상처에서 흘러나오는 보혈이 우리의 죄와 상처를 정결케 하고, 우리의 교회와 공동체, 사회와 열방까지도 회복시키는 능력이 됨을 믿음으로 선포해야 합니다.

결국 “십자가에 못 박히시다”라는 주제는 신앙의 본질을 압축해 놓은 결정체이자, 우리 신앙 여정의 출발점이자 목표 지점입니다. 예수님의 십자가 없이는 교회도, 구원도, 제자도도, 부활과 영생도 없습니다. 장재형목사가 여러 설교를 통해 거듭 강조해 온 바와 같이, 우리는 이 십자가를 늘 마음에 품고 살아야 합니다. 아무리 세상의 풍조가 바뀌고, 역사의 물결이 거세도, 십자가 위에서 드러난 하나님의 사랑과 구원은 결코 흔들리지 않습니다. 그러므로 십자가 앞에 겸손히 엎드려 회개하고, 감격과 감사로 주님을 예배하며, 우리의 작은 삶 속에서라도 십자가의 은혜를 나누는 것이 우리가 지녀야 할 최고의 기쁨이자 특권입니다. 이 은혜를 날마다 기억한다면, 세상에 줄 수 없는 평강과 위로, 능력을 얻게 될 것입니다.

아무쪼록 “요한복음 19장 17-27절”이라는 짧은 본문을 통해, 예수님께서 걸어가신 십자가의 길을 더욱 깊이 바라볼 수 있기를 바랍니다. 그 길은 단지 1세기 예루살렘의 역사적 사건에 머무는 것이 아니라, 매 순간 믿는 자의 심령과 공동체 안에 다시 살아나는 ‘현재진행형 은혜’입니다. 장재형목사는 이 은혜가 교회와 성도를 계속해서 깨우고, 세상의 구석구석에까지 구원의 소식을 전하는 동력이 된다고 말합니다. 우리는 십자가를 통과해야만 부활의 영광에 이를 수 있으며, 십자가에서 죽어야만 진정한 새 생명을 얻을 수 있습니다. 그리스도께서 보여 주신 십자가의 사랑에 진심으로 감사하며, 우리도 각자에게 맡겨진 십자가를 지고 주님을 따르겠다는 결단을 새롭게 다지는 시간이 되길 바랍니다. 십자가에 못 박히신 예수님이야말로 우리의 참된 왕이시고, 대제사장이시며, 구원자이십니다. 그리고 그 왕의 백성으로, 그 대제사장의 맡긴 사역을 이어받는 자로, 그 구원자의 은혜를 세상에 선포하는 자로 살 때, 우리 역시 십자가의 능력 안에서 날마다 새로워질 것입니다.

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L’amour de la Croix – Pasteur David Jang

Ce texte s’appuie sur la parole de Jean 13.1 : « Avant la fête de la Pâque, Jésus, sachant que Son heure était venue de passer de ce monde au Père, ayant aimé les Siens qui étaient dans le monde, Il les aima jusqu’au bout. » Il présente un aperçu biblique de la souffrance et de l’amour, tout particulièrement à méditer durant la période du Carême. Il met en lumière la souffrance de Jésus-Christ et sa véritable signification : celle de l’« amour jusqu’au bout » de Jésus-Christ. En s’appuyant sur différents passages bibliques—Psaume 119, Romains 5, Philippiens 1 et 3, Colossiens 1, 2 Timothée 1 et 2, 1 Pierre 2 et 4—l’auteur souligne que la souffrance du Christ n’est pas une simple « malédiction » ou un « malheur », mais plutôt « le chemin qui conduit à l’amour ». De plus, malgré la querelle des disciples lors du dernier repas, encore en proie aux valeurs du monde (cherchant qui était le plus grand), Jésus montre qu’Il les a « aimés jusqu’au bout ». Ainsi, Il nous enseigne que, par une vie de service et d’humilité, nous goûterons à la vie éternelle et à la gloire de la résurrection. Dans cette perspective, le pasteur David Jang insiste sur le fait que la vraie signification de la souffrance du Christ ne se réduit pas à un objet de tristesse ou de compassion humaine, mais qu’il importe de discerner et de mettre en pratique l’essence d’amour et de service qu’elle recèle : voilà le cœur véritable du discipolat. Nous pouvons structurer cette réflexion en deux points : premièrement, « La signification de la souffrance et l’amour du Christ », et deuxièmement, « L’application pratique de “Il les aima jusqu’au bout” ».


I. La signification de la souffrance et l’amour du Christ

À chaque période de Carême, nous réfléchissons avec une attention particulière à la souffrance que Jésus a endurée. Le pasteur David Jang souligne que le Carême n’est pas seulement un temps où l’on contemple la passion douloureuse de Jésus, mais un moment opportun pour saisir l’amour transcendant et éternel de Dieu qui est contenu dans cette souffrance. Le dernier repas décrit dans Jean 13 inaugure la marche résolue de Jésus vers la croix. L’évangéliste Jean atteste que Jésus, « ayant aimé les Siens qui étaient dans le monde, Il les aima jusqu’au bout » (Jn 13.1). L’expression « jusqu’au bout » ne suppose aucune limite temporelle ni aucune condition ; elle désigne un amour « parfait », un amour qui se poursuit jusqu’à la croix.

Selon l’enseignement du pasteur David Jang, ce que nous appelons habituellement « souffrance », vu d’un point de vue strictement humain, peut sembler « malédiction » ou « épreuve douloureuse ». Mais, du point de vue de Jésus, elle est « un acte d’amour décidé » envers les hommes. Il n’a pas évité la souffrance ; Il a choisi la voie de la croix, portant sur Lui le péché et les limites de l’humanité. Ainsi a-t-Il révélé l’amour de Dieu, Sa volonté de sauver le monde. La Bible affirme que cette souffrance nous est bénéfique. Le Psaume 119.67 déclare : « Avant d’être affligé, je m’égarais ; maintenant j’observe Ta parole. » Et au verset 71 : « Il m’est bon d’être affligé, afin d’apprendre Tes statuts. » Autrement dit, la souffrance est un moyen par lequel nous découvrons réellement ce qu’est la Parole de Dieu.

Le pasteur David Jang relève également Romains 5.3-4 où Paul déclare : « Nous nous glorifions même des afflictions, sachant que l’affliction produit la persévérance, la persévérance la victoire dans l’épreuve, et la victoire dans l’épreuve l’espérance. » Le processus qui nous fait grandir dans la connaissance de l’amour de Dieu se déploie davantage lorsque nous traversons la souffrance humaine. Participer à la souffrance du Christ ne signifie pas seulement affronter la douleur, mais discerner, dans cette souffrance, le service, la grâce et la profondeur du pardon qu’Il offre aux pécheurs. Philippiens 1.29 dit : « Car il vous a été fait la grâce, par rapport à Christ, non seulement de croire en Lui, mais encore de souffrir pour Lui. » Il y a ici une inversion surprenante : la souffrance du Christ devient un canal de grâce.

En outre, dans Philippiens 3.10-11, Paul confesse : « Mon but est de Le connaître, Lui, ainsi que la puissance de Sa résurrection et la communion à Ses souffrances, en devenant conforme à Lui dans Sa mort, pour parvenir, si je puis, à la résurrection d’entre les morts. » Cela montre que la souffrance n’arrive pas sans but, mais qu’elle est un chemin sacré pour prendre part à la « puissance de la résurrection » du Christ. La souffrance constitue l’occasion d’imiter l’humilité, le service, et l’amour dont Jésus a fait preuve jusqu’à s’offrir entièrement sur la croix. Dans Colossiens 1.24, Paul déclare : « Je me réjouis maintenant dans mes souffrances pour vous ; et ce qui manque aux souffrances du Christ, je l’achève en ma chair, pour Son corps, qui est l’Église. » Ainsi, la souffrance peut servir à édifier l’Église et à manifester le service envers la communauté. Cela rejoint l’affirmation du pasteur David Jang : « La souffrance ne se vit pas seul ; elle est une opportunité d’étendre l’amour et de servir. »

Dans sa deuxième lettre à Timothée, Paul exhorte à maintes reprises à souffrir avec l’Évangile (2 Tm 1.8, 2.3). Derrière cette exhortation se trouve la compréhension théologique que la souffrance du Christ est déjà investie d’une signification positive, celle de « l’amour de Dieu ». Par conséquent, les disciples ne doivent pas simplement chercher à échapper à la souffrance par crainte, mais ils doivent suivre la voie qu’Il a tracée au cœur de cette souffrance. Dans 1 Pierre 2.20-21 et 4.13, il est également question de la valeur qu’il y a à souffrir pour faire le bien, car c’est agréable aux yeux de Dieu. Participer aux souffrances du Christ conduit, au moment où Il apparaîtra dans Sa gloire, à une joie et un bonheur immenses. Le pasteur David Jang précise que « la souffrance est inévitable dans la vie chrétienne, et elle nous conduit finalement à prendre part à la gloire de la résurrection. »

Il existe en effet une grande différence entre la compréhension intellectuelle de cette vérité et son application réelle dans la vie. Bien que la Bible traite de la souffrance de façon récurrente, de nombreuses Églises et croyants manquent d’une compréhension appropriée de la souffrance. Le pasteur David Jang rappelle souvent le principe : « Il n’y a pas de gloire sans souffrance. » L’œuvre de salut accomplie par le Seigneur à la croix témoigne de la façon la plus puissante de l’amour de Dieu envers le pécheur : c’est précisément cette souffrance elle-même. Par conséquent, si l’Église assimile trop rapidement la souffrance à une malédiction ou un châtiment, elle risque de perdre le cœur même de l’Évangile : « l’amour du Christ qui va jusqu’au bout. » Dans le passage de Jean 13, on voit clairement la détermination de Jésus à endosser volontairement la souffrance pour continuer à aimer les Siens jusqu’au bout.

Le pasteur David Jang souligne que, dans Jean 13.1, l’expression « Il les aima jusqu’au bout » n’inclut pas seulement l’idée d’une absence de limite temporelle (« jusqu’à la fin »), mais aussi l’idée d’une absence de restriction quant à Son sacrifice ou à Son dévouement. Même lorsque les disciples ont commis des erreurs, ont abandonné Jésus et même L’ont renié, Son amour à leur égard ne s’est pas interrompu. Le point culminant de cet amour est le sacrifice sur la croix, et c’est précisément ce sacrifice qui prouve que la souffrance de Jésus n’est pas une malédiction mais un acte d’amour. Ainsi, la souffrance devient « le prix à payer pour aimer ».

En examinant Jean 13, nous découvrons que Jésus était pleinement conscient de la mort qui L’attendait : « Avant la fête de la Pâque, Jésus, sachant que Son heure était venue… » Cet événement aboutira au supplice de la croix, un châtiment cruel. Malgré tout, Il choisit d’aimer les Siens jusqu’au bout. D’un point de vue purement humain, c’est incompréhensible et cela relève d’un amour qui dépasse notre entendement. Le pasteur David Jang explique que « lorsque quelqu’un aime vraiment quelqu’un d’autre, il n’hésite pas à s’exposer à la souffrance si celle-ci est inévitable pour le bien de l’autre, car l’amour implique nécessairement un sacrifice et un don de soi. » La souffrance de Jésus exprime de manière la plus concrète qui soit le choix de l’humilité et l’attitude de serviteur qu’Il a incarnés.

Si l’on se réfère aux Évangiles de Matthieu 20 et de Luc 22, on voit clairement que, malgré l’amour persistant de Jésus, les disciples étaient encore imprégnés de valeurs séculières : ils se disputaient pour savoir qui était le plus grand. Dans Matthieu 20.20-27, notamment, Jésus enseigne que, dans Son royaume, celui qui veut être grand doit d’abord devenir serviteur. Le pasteur David Jang met l’accent sur ce point : « Dans le monde, les chefs dominent et cherchent la grandeur. Dans le royaume du Seigneur, c’est l’inverse. » Pour être un disciple authentique, on se réjouit plutôt de prendre la dernière place, en servant humblement les autres.

Le lavement des pieds relaté dans Jean 13.4-5 incarne cet enseignement dans un acte concret : aucun disciple n’a voulu prendre l’initiative de remplir ce rôle de serviteur, laver les pieds de ses compagnons. Or, Jésus se lève, ôte Son vêtement, prend un linge et un bassin, puis lave les pieds de Ses disciples. À l’époque, il incombait normalement à un esclave d’accomplir cette tâche humble. Pourtant, personne n’a voulu endosser ce rôle. Alors, le Seigneur donne Lui-même l’exemple et enseigne que l’amour ne se limite pas à des paroles, mais qu’il se prouve par le service. Le pasteur David Jang souligne : « Le dernier repas de Jésus avec Ses disciples eut lieu à un moment crucial, tout près de la crucifixion. Malgré l’imminence de Sa souffrance, le Seigneur insiste sur l’importance d’être serviteur, plutôt que de chercher la grandeur. »

Ainsi, la souffrance qui débute dans Jean 13 n’est pas un simple tableau de douleur, mais la scène dramatique d’un « Dieu qui aime jusqu’au bout ». Jésus n’annonce pas seulement cet amour par des paroles, Il prend la place la plus humble. C’est là la véritable essence du chemin vers la croix. En acceptant la croix, Jésus offre la vie éternelle au pécheur, et, dans l’histoire, l’amour infaillible et immuable du Christ s’est manifesté de façon éclatante. Dans cette optique, le pasteur David Jang enseigne que la vie chrétienne consiste à « ne jamais renoncer à l’amour, même dans la souffrance », et à « rendre témoignage à cet amour par le service ». La croix implique la souffrance mais aussi l’amour ; et de cet amour découle la vie éternelle.


II. L’application pratique de « Il les aima jusqu’au bout »

Comme nous l’avons vu, la souffrance du Christ représente l’apogée de l’amour, et la croix est le lieu où se révèle « Dieu qui aime jusqu’au bout ». Le pasteur David Jang souligne l’importance, pour l’Église et les croyants d’aujourd’hui, de traduire ce message biblique dans la pratique. Lorsque Jésus a été confronté à la dispute des disciples sur la question « Qui est le plus grand ? », Il leur a répondu par le lavement des pieds. De même, pour mener une vie où l’on « aime jusqu’au bout », il faut se demander comment appliquer cet exemple de façon concrète.

Jésus dit à Ses disciples : « Si donc Moi, le Seigneur et le Maître, Je vous ai lavé les pieds, vous devez aussi vous laver les pieds les uns aux autres » (Jn 13.14). Être disciple, c’est donc avant tout suivre l’exemple donné par le Seigneur. Toutefois, dans nos cœurs subsistent souvent un esprit de comparaison—« Qui est le plus grand ? »—, un désir de s’élever, une attitude qui veut être servi plutôt que de servir. Le pasteur David Jang fait observer que « dans l’Église d’aujourd’hui, des convoitises telles que la recherche de la gloire, du pouvoir et du paraître sont parfois bien présentes. Mais dans le royaume du Seigneur, c’est l’inverse : le plus grand est celui qui s’abaisse et sert davantage. Nous devons expérimenter ce renversement radical de nos valeurs. »

Alors, comment imiter l’exemple de Jésus, « Il les aima jusqu’au bout » ? D’abord, il faut comprendre que l’amour n’est pas qu’un sentiment ou une parole, mais une détermination de se donner pour le bien de l’autre, en dépit des circonstances. Dans Jean 13, Jésus lave les pieds de Ses disciples bien qu’Il sache déjà qu’ils se disputent (Jn 13.2) et qu’un d’entre eux Le trahira (Jn 13.21-27). Son amour ne dépend pas de la réaction ou du mérite de ceux qu’Il aime. L’amour relève de notre propre responsabilité, de l’engagement que nous devons prendre, même si cela implique la souffrance. Le pasteur David Jang commente : « L’amour ne doit pas vaciller, même si la personne que nous aimons ne réagit pas comme il faudrait. C’est précisément cet amour que Jésus a démontré à l’égard de Ses disciples et de l’humanité. »

En second lieu, l’amour que Jésus a manifesté s’est concrétisé dans un « service actif ». Le lavement des pieds n’était pas un simple geste pour illustrer l’humilité. À cette époque, après une journée de marche, les pieds étaient sales et poussiéreux, et les laver répondait à un besoin réel. Jésus ne s’est pas contenté de belles paroles ; Il a pris des mesures concrètes pour subvenir aux besoins de Ses disciples. C’est le même principe dans nos communautés ecclésiales : veiller sur autrui, se dévouer à sa famille et à son entourage, et, d’une manière générale, identifier et prendre en charge les besoins des autres. Le pasteur David Jang déclare : « Un amour authentique s’accompagne toujours d’un passage à l’acte. Peu importent la beauté ou la force d’un discours, si en réalité nous ne nous soucions pas de nos semblables, cet amour n’est pas celui de Jésus. »

Dans Luc 22.14-20, on apprend que, avant de souffrir, Jésus désirait célébrer la Pâque avec Ses disciples. Il partage avec eux le pain et la coupe, en disant : « Ceci est Mon corps qui est donné pour vous. » Le verbe « donner » est lourd de sens : l’amour, c’est se « donner soi-même ». Et cet acte de don s’accomplit parfaitement sur la croix. Jésus nous ordonne de célébrer ce repas en souvenir de Lui, afin que nous ne perdions jamais de vue l’amour sacrificiel qu’Il nous a offert. Le pasteur David Jang indique : « Chaque fois que nous prenons la Cène, nous sommes conviés à méditer l’amour concret de Jésus, qui a livré Son corps et versé Son sang pour nous. Ce n’est pas une simple cérémonie, mais un appel à nous rappeler que nous devons à notre tour nous servir les uns les autres de la même manière. »

L’Église est donc appelée, dans cet esprit, à commémorer le sacrifice de Jésus et à exhorter chaque croyant à vivre l’« amour jusqu’au bout » dans son quotidien. Si l’Église ne pratique pas cet amour et n’emprunte pas la voie de Jésus, alors l’Évangile apparaîtra vite comme un slogan creux aux yeux du monde. Or, on sait qu’aux premiers temps de l’Église, les disciples mettaient en commun leurs biens et se soutenaient mutuellement (Ac 2.44-45) ; ils prenaient soin les uns des autres au milieu des persécutions et des souffrances. C’est ainsi que l’Empire romain fut touché et que la puissance de l’Évangile fut révélée. Le pasteur David Jang affirme : « Aujourd’hui encore, l’Église a la responsabilité de manifester la réalité du royaume de Dieu par la pratique concrète de l’amour, pour que le monde sache que nous sommes vraiment Ses disciples. »

De plus, si nous regardons autour de nous, les personnes « dont il faut laver les pieds » sont innombrables : les pauvres, les malades, les exclus, les migrants, les personnes en situation de handicap, etc. Jésus, sans hésiter, les aurait servis. Pourtant, il nous arrive de les délaisser sous prétexte que « nous sommes trop occupés » ou que « quelqu’un d’autre s’en chargera ». Le pasteur David Jang rappelle : « Si Jésus passait du temps avec les exclus, les malades, les publicains, les prostituées, les lépreux, c’est parce qu’Il choisissait délibérément de s’approcher des exclus. C’est la logique même de l’amour de la croix. » L’Église et les croyants ne doivent pas se demander « Qui me servira ? » mais « Qui puis-je servir ? ».

Pour expérimenter plus pleinement l’amour de Jésus qui va « jusqu’au bout », il est crucial d’adopter une perspective « eschatologique » sur la vie, c’est-à-dire de changer notre échelle de valeurs. Le pasteur David Jang explique : « L’arrivée de nouveaux cieux et d’une nouvelle terre signifie l’avènement d’un monde entièrement renouvelé, fondé sur des valeurs diamétralement opposées à celles de la terre. » L’énigmatique parole de Jésus, « Plusieurs des premiers seront les derniers, et plusieurs des derniers seront les premiers », illustre les lois de ce royaume. Dans le monde, la réussite se définit en termes de réussite sociale, de prestige, de domination, tandis que dans le royaume de Dieu, on s’élève en s’abaissant, on trouve l’honneur en se dépouillant de soi-même et en élevant l’autre. Lorsque Jésus lave les pieds de Ses disciples dans Jean 13, Il témoigne de manière tangible de cet ordre nouveau.

Nous ne devons pas craindre la souffrance, mais y découvrir le « mystère de l’amour » et, dans le contexte qui nous est propre, choisir de persévérer dans l’amour. Le pasteur David Jang insiste : « Même si notre vie est difficile, même si les autres ne nous comprennent pas ou nous persécutent, nous ne devons jamais renoncer à aimer jusqu’au bout. » Car la gloire de la résurrection ne se manifeste pas simplement en « endurant » la souffrance, mais en la « comblant d’amour ». Jésus, confronté à la souffrance, à l’abandon de Ses disciples et à l’opprobre du monde, a délibérément choisi de se donner jusqu’au bout. C’est ce don qui conduit à la résurrection. Sans amour, la souffrance n’est que malédiction, mais remplie d’amour, elle ouvre l’accès à la vie éternelle.

La souffrance de Jésus n’a rien d’un sacrifice passif ou d’une injustice subie : c’est un amour actif, exprimé de manière tangible. En choisissant la croix, le supplice le plus infamant, Jésus révèle la profondeur de l’amour de Dieu, qui surpasse le péché et la faillibilité des hommes. Le pasteur David Jang affirme : « La croix est amour à 100 %. Nous sommes appelés à la proclamer et à en être témoins. Mais pas seulement par nos mots : nous devons modeler notre propre vie sur l’exemple de Jésus, “Il les aima jusqu’au bout”. » L’amour va de pair avec la souffrance, mais c’est en traversant cette souffrance que nous pouvons réellement découvrir la grâce de Dieu et entrevoir l’espérance de la résurrection. Voilà le message essentiel du Carême : ne pas nous contenter d’observer de loin la passion de Jésus ou d’éprouver une pitié humaine à Son égard, mais décider de mettre en pratique le même amour.

Au cours de la vie de foi, il arrive de connaître des conflits et des blessures, même à l’intérieur de l’Église. Des disputes peuvent éclater entre responsables et fidèles ou entre les fidèles eux-mêmes : « Qui a raison ? » « Qui mérite d’être le plus considéré ? » « Qui doit être servi en premier ? » Pourtant, dans tout cela, Jésus nous dit : « Soyez des serviteurs les uns des autres ; lavez-vous les pieds les uns aux autres. » Ce commandement demeure pleinement d’actualité. En prenant soin du pied de l’autre, en pardonnant ses faiblesses, en servant nos frères et sœurs, l’Église est appelée à être la lumière et le sel du monde. Le pasteur David Jang insiste : « Ce n’est qu’en adoptant réellement la posture de serviteur dans tous les domaines de la vie que le monde, en voyant l’Église, se dira : “Oui, ce sont vraiment les disciples de Jésus !” » Autrement dit, l’attitude de Jésus lavant les pieds de Ses disciples doit se perpétuer dans nos communautés aujourd’hui.

Toute forme d’amour implique nécessairement un renoncement ; toute forme d’édification de l’autre suppose une part de souffrance. Cependant, cette souffrance n’est pas une « malédiction ». Elle peut même être le plus beau cadeau de Dieu, car elle nous permet de goûter plus intensément l’amour de Jésus et la grâce qu’Il répand sur chacun de nous. Certes, si nous nous sacrifions par pur intérêt personnel ou par ambition, nous nous épuiserons, mais si nous souffrons parce que nous choisissons d’aimer, alors cette souffrance recèle une douceur profonde. C’est précisément la leçon de Jésus. Dans Jean 13, Jésus, qui aime « jusqu’au bout », intègre dans Son amour la joie, la reconnaissance et même la promesse de la résurrection. Le pasteur David Jang rappelle sans cesse cet Évangile en soulignant à quel point les disciples, malgré leurs années passées aux côtés de Jésus, n’avaient pas pleinement assimilé cette « humilité et cet amour ». Il met en garde contre la facilité avec laquelle l’Église d’aujourd’hui s’en détourne, risquant ainsi de perdre l’essence de sa mission et de cesser d’être une source d’espérance pour le monde.

Lors du dernier repas, malgré les faiblesses de Ses disciples qui allaient bientôt L’abandonner, Jésus « les aima jusqu’au bout ». Dans cette « souffrance du Christ » se concentre l’aboutissement de Son amour, et ce sacrifice est le fondement de notre vie éternelle. Nous ne nous souvenons pas de cet amour uniquement de façon abstraite ; nous le manifestons concrètement par l’attitude du serviteur qui lave les pieds et sert autrui. Lorsque l’Église vit ainsi, le monde pourra enfin constater la vérité des paroles de Jésus : « À ceci tous connaîtront que vous êtes Mes disciples, si vous avez de l’amour les uns pour les autres » (Jn 13.35).

Le pasteur David Jang conclut en ces termes : « La croix du Christ, Sa souffrance, sont l’expression de la volonté de Dieu de nous aimer jusqu’au bout ; c’est là que s’est ouverte la porte de la vie éternelle. Nous aussi, pour marcher à la suite de cette Bonne Nouvelle, devons choisir la voie de l’amour jusqu’au bout. » Un tel choix n’est pas aisé, car le monde nous pousse à nous élever et à nous centrer sur nous-mêmes. Mais nous avons l’exemple de Jésus et l’assistance du Saint-Esprit. Si nous nous attachons à cet amour et consentons à devenir les serviteurs les uns des autres, l’Église retrouvera la puissance de la croix et proclamera avec force l’espérance de la résurrection. Tant pendant le Carême que tout au long de notre vie de foi, puissions-nous méditer en profondeur la souffrance et l’amour de Jésus, et décider de les mettre en pratique : alors, nous pourrons, à notre tour, laver les pieds des autres et devenir de véritables disciples.

Cette parole de Jean 13.1, « Il les aima jusqu’au bout », proclame avec force que le chemin du chrétien dans ce monde est à la fois un chemin de « souffrance » et un chemin « d’amour ». La souffrance du Christ est certes douloureuse, mais elle est aussi le plan le plus magnifique de Dieu pour sauver l’humanité, et Jésus y a consenti par obéissance totale. Le pasteur David Jang martèle ce point dans ses prédications et ses écrits : plutôt que d’éviter la souffrance par crainte, nous devons en saisir le sens divin et l’essence de l’amour, et suivre les traces du Christ. C’est en vivant ainsi que nous faisons l’expérience de la puissance de la résurrection, c’est-à-dire d’une vie nouvelle et d’une joie profonde. Une souffrance dépourvue d’amour risque de conduire au désespoir, mais une souffrance imprégnée d’amour est une porte mystérieuse vers la vie. Tel est le message spirituel essentiel auquel nous invite la période du Carême.

D’abord, nous devons réaliser que la souffrance de Jésus ne se résume pas à une douleur humaine, mais qu’elle exprime l’infinité de l’amour de Dieu. Jésus a aimé « jusqu’au bout », révélant que la souffrance n’est pas une malédiction, mais bien la route qui mène à la vie éternelle. Et participer à cette souffrance constitue pour nous une grâce et une bénédiction. Deuxièmement, l’amour et la souffrance du Christ doivent être rendus visibles dans la vie quotidienne de l’Église et des croyants, par des gestes concrets. Lorsque nous suivons l’exemple de service donné par Jésus en lavant les pieds de Ses disciples, en nous aimant les uns les autres jusqu’au bout, le monde découvre alors l’espérance de la résurrection. Voilà le message que le pasteur David Jang ne cesse de proclamer. Comme dans Jean 13, « Il les aima jusqu’au bout », nous aussi, quelles que soient les circonstances, nous sommes appelés à persévérer dans l’amour, à adopter l’attitude humble d’un serviteur, et à manifester la réalité du royaume de Dieu autour de nous.

Tout cela découle de la leçon que Jésus a donnée à Ses disciples lors de ce dernier repas. Tandis qu’ils cherchaient encore à savoir « qui est le plus grand », Jésus a choisi « d’être le serviteur » en lavant leurs pieds. Et Il allait aussitôt après se livrer à la croix, ouvrant ainsi à l’humanité la voie de la vie éternelle. Oui, la croix implique la souffrance, mais elle est aussi le message d’amour le plus beau qui soit. Puissions-nous donc, au cours du Carême et tout au long de notre vie de foi, nous imprégner de cette parole que répète le pasteur David Jang—« la croix est souffrance, mais elle n’est pas malédiction, elle est amour »—et décider à notre tour d’aimer jusqu’au bout. L’amour ne se prouve pas seulement par des paroles, mais par une vie concrète de service, caractérisée par le lavement des pieds et l’humilité. Même si le chemin est étroit et difficile, suivre l’exemple de Jésus nous donne accès à une joie profonde et à l’espérance de la résurrection. Puissions-nous, en tant que communauté, continuer à proclamer l’écho de cette vérité de Jean 13.1—« Il les aima jusqu’au bout »—et à la faire résonner dans nos vies.

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十字架之爱 – 张大卫牧师

本文围绕约翰福音13章1节的经文——“逾越节以前,耶稣知道自己离世归父的时候到了,他既然爱世间属自己的人,就爱他们到底”——阐述了关于苦难与爱的圣经洞见,尤其强调在受难期(四旬期)期间,我们要深深默想耶稣基督的苦难,以及这苦难的真正意义在于“基督对我们爱到底”。文中引用诗篇119篇、罗马书5章、腓立比书1章与3章、歌罗西书1章、提摩太后书1章与2章、彼得前书2章与4章等多处经文,指出基督的苦难并非“咒诅或不幸”,而是“引领我们进入爱的道路”。此外,尽管门徒在最后的晚餐仍陷于世俗价值观的争执,谁大谁小,然而主耶稣仍然“爱他们到底”。祂以此向我们彰显,通过服事与卑微的生活,我们也能尝到永生和复活的荣耀。由此,张大卫牧师强调:不要把耶稣基督的苦难仅仅视为悲伤或人性的怜悯,而应领悟其中蕴含的“奇妙服事与爱的本质”,并将之付诸实践,这才是真门徒的核心。本文分两大部分来整理:第一,“苦难的意义与基督的爱”,第二,“‘爱他们到底’的实践性应用”。


一、苦的意基督的

在受难期(四旬期)里,我们会格外地默想耶稣所经历的苦难。张大卫牧师提醒说,受难期不单是对耶稣痛苦受难的悲叹与哀伤,而是更要抓住那“超越且永恒的神之爱”在苦难之中的彰显。约翰福音13章所记载的最后的晚餐,正是基督走向十字架道路的正式开端。约翰见证说,耶稣既然爱属自己的人,就爱他们到底(约13:1)。这里的“爱他们到底”,并没有时间或条件的限制,乃是“完全的爱”,这种爱本身正是通往十字架的道路。

按照张大卫牧师的教导,我们从人的角度看“苦难”,往往会认为它是“咒诅”或“痛苦的考验”,可是在耶稣的眼中,这却是对世人的“爱的决断”。主耶稣并没有逃避苦难,而是选择背负十字架的道路,承担了人类的罪和局限,也借此彰显了神对世人的救赎之意。圣经告诉我们,这苦难对我们大有益处。诗篇119篇67节说:“我未受苦以先走迷了路;现在却遵守你的话。”第71节又说:“我受苦是与我有益,为要使我学习你的律例。”可见,苦难的经历能成为我们真正认识神话语的途径。

张大卫牧师同样引用罗马书5章3-4节中保罗的话:“在患难中也是欢欢喜喜的。因为知道患难生忍耐,忍耐生老练,老练生盼望。”他指出,对神的爱有更深的认识,往往在我们经历人性苦难的过程里更加完全地发生。所谓“与基督的苦难有分”,并不只是说我们遭遇痛苦,而是指我们在苦难之中更加体悟耶稣的服事、恩典,以及祂对罪人的深切饶恕。腓立比书1章29节写道:“因为你们蒙恩,不但得以信服基督,并要为他受苦。”其中暗含着“基督的苦难反而成为恩典管道”的悖论。

此外,腓立比书3章10-11节保罗说:“使我认识基督、晓得他复活的大能,并且晓得和他一同受苦,效法他的死,或者我也得以从死里复活。”这说明苦难并非毫无目标地临到,而是引导我们与基督“复活的大能”相连的圣洁之路。苦难是效法耶稣在十字架上所彰显的卑微与服事,并甘心把自己完全交出之爱的机会。歌罗西书1章24节保罗说:“现在我为你们受苦倒觉欢乐,并且为基督的身体,就是为教会,要在我肉身上补满基督患难的缺欠。”这说明苦难能成为建造教会、服事群体的工具,正如张大卫牧师所强调的“苦难不是孤立承受的,而是爱的延伸与服事的机会”。

在提摩太后书里,保罗也多次劝勉要与他“一同为福音受苦”(提后1:8, 2:3)。这番劝勉背后,包含了“基督的苦难已带着神的爱”的神学认知。故而门徒不应在惧怕中躲避苦难,反倒要在苦难中跟随主的道路。彼得前书2章20-21节、4章13节也谈到,为行善受苦在神面前是可喜爱的;与基督的苦难有分,将来当主在荣耀里显现时,也会带来极大的喜乐。对此,张大卫牧师的解读是:“苦难对基督徒而言必然会临到,但最终会引我们进入复活的荣耀。”

的确,仅仅在头脑里理解这些教导,和在实际生活中去践行,往往截然不同。虽然圣经里屡次论及苦难,今日许多教会与信徒仍对苦难没有正确的认识。张大卫牧师常提到“没有苦难就没有荣耀”的真理。主耶稣在十字架上成就救赎之工,正是因那苦难本身最有力地见证了神对罪人的爱。因此,如果教会只把苦难简单视为“咒诅或刑罚”,就会错失福音的核心——“基督对我们爱到底”的救赎之爱。从约翰福音13章的经文可见,耶稣“爱属自己的人,爱他们到底”的背后,显然有着“甘心领受苦难”的意志。

张大卫牧师指出,约翰福音13章1节那句“爱他们到底”,此处所指“到底”没有时间上的局限(意即“直到最后一刻”),也没有牺牲与奉献的限制。不管门徒有何过失,甚至抛弃耶稣或在危难时否认祂,耶稣的爱仍然不止息;这爱的巅峰就是十字架上的牺牲。而这牺牲正证明了耶稣的苦难不是咒诅,而是爱。换言之,苦难是“为了爱所付的代价”。

回到约翰福音13章首节:“逾越节以前,耶稣知道自己离世归父的时候到了……”,这句表明主十分清楚将临的是痛苦的死亡与惨烈的十字架刑罚。即便如此,耶稣还是选择了“爱到底”的道路。从人的角度来看,这是难以理解的超越之爱。张大卫牧师在此处强调:“若人真正爱某个人,即便那份爱会带来苦难,也不会退缩。因为爱本身意味着为对方牺牲和奉献,这几乎是必然的。”耶稣的苦难正是祂“俯就卑微、以仆人的姿态活着”的爱最具体的展现。

结合马太福音20章、路加福音22章里门徒彼此争论谁大的场景,我们看到即便耶稣“爱他们到底”,门徒仍受制于世俗的权力观,谁位分高、谁权势大。耶稣则清楚宣告:“在你们中间,谁愿为大,就必做你们的用人”(参太20:20-27)。张大卫牧师对此评论说:“世上的君王都要管辖人、高高在上,但在主的国度却相反。”真正的门徒应在卑微处服事,以此为荣耀,用谦卑彼此相待。

耶稣在最后的晚餐里为门徒洗脚(约13:4-5)正是这一教导的实践。当时,门徒没人愿意主动作“仆人”的角色;于是耶稣解下外衣,拿起毛巾束腰,倒水在盆里,一一洗门徒的脚。要知道,在当时的中东文化背景下,这通常是仆人才做的最卑微的工作。可门徒却谁也不先去洗脚或彼此服事。主耶稣亲自示范说明,爱绝不是停留在言语上,而必须通过实际的服事来印证。张大卫牧师说:“最后的晚餐,正是耶稣救赎人类前最紧迫的时刻。但主却反向地告诉门徒:并不是‘谁更大’,而是‘谁真像仆人那样服事’,这才是首要之事。”

因此,约翰福音13章呈现的苦难开端,并非只是悲惨的场景,而是“那位爱我们到底的神”所展现的戏剧性舞台。耶稣没有用言语空谈,而是亲身选择了最卑微之处。这就是通往十字架的核心。祂甘心背十字架,使我们这些罪人得享永生,并在历史中永远铭刻“基督的爱是信实不变的”这一真理。基于此,张大卫牧师总结说,基督徒的生命就是要“在苦难中依然不放弃爱”,并“以服事来见证这份爱”。十字架虽是苦难,但同时也是爱,而正是这爱带来“永生”的应许。


二、“到底”的

如上所述,基督的苦难乃是爱的巅峰,十字架则是“那位爱我们到底的上帝”最真实的展现。张大卫牧师再三强调,今天的教会与信徒当如何在现实生活中活出这份圣经信息,才是至关重要的。正如耶稣在门徒为“谁大谁小”争论不休时,用“洗脚的服事”来回答他们一样,我们若要“爱人到底”,就必须有具体的行动与应用。

主耶稣对门徒说:“我是你们的主,你们的夫子,尚且洗你们的脚;你们也当彼此洗脚。”(约13:14)即是告诉我们,跟随主的榜样并付诸行动,才是门徒的标志。可现实是,我们内心仍常被“谁更伟大”、“谁更高”的比较心所捆绑,常常渴望被服事,而不是去服事别人。张大卫牧师指出:“现今很多教会也潜藏着名誉欲、权力欲、炫耀心。但在主的国度,真正为大的,乃是那些甘愿谦卑与服事别人的人。我们要经历的,正是这价值观的彻底扭转。”

那么,该如何效法耶稣“爱他们到底”的样式呢?首先,我们要认识到,“爱”不是单纯的情感或言语,而是一种“不论何种境遇都不放弃、为对方益处舍己”的意志。约翰福音13章里,耶稣明知门徒中有人争大位,有人即将背叛自己(约13:2, 21-27),但祂仍然爱他们到底。这表明,爱并不取决于对方是否配合或回报,而是我们本分所在,纵使会带来苦难也要承担。张大卫牧师评论道:“哪怕对方没有令人满意的表现,爱也不该因此动摇。耶稣对门徒,以及对全人类所显明的爱,就是这样的爱。”

耶稣所示范的爱,具体体现为“服事的行动”。给门徒洗脚不仅是表面姿态,而是实实在在地满足他们日常所需。那时候在炎热多尘的环境里,一整天下来,脚满是尘土,需要用水洗净,乃是极具体的服事。耶稣不只是“口头上、心意上”表示关怀,而是真正动手去照顾门徒。这种爱,在教会群体当中,或在家庭、邻舍乃至更广泛的社会中,也应当化为行动:留意别人的需要,并乐意实实在在地帮助。张大卫牧师提醒说:“真爱从来都是伴随行动的。即便言词再美妙,若不在行动上帮助周围有需要的人,也不能称为跟随耶稣榜样的爱。”

特别是路加福音22章14-20节描述,耶稣在受难前渴望与门徒同守逾越节,还分给他们饼和杯,说“这是为你们舍的我的身体”。其中明显带有“给予、舍己”的信息。也就是说,爱就是“把自己献出来”,而这份“舍己”在十字架上被彻底成全。耶稣也嘱咐我们每逢守圣餐,要纪念祂的这种牺牲之爱。张大卫牧师表示:“当我们在圣餐礼中,领受主为我们撕裂的身体和所流的宝血时,要思想这份真实的爱。而不只是履行仪式,还当省察我们是否也如此彼此服事。”

因此,教会当在纪念主牺牲的场合,彼此劝勉,要在生活中活出“爱到底”的样式,将这爱带到世界。如果教会对这爱无动于衷,不愿真心跟随主所指示的道路,那福音在世人眼中也就成了空洞的口号。回顾初代教会,门徒彼此供应、甘愿分享财物(徒2:44-45),在逼迫和苦难中仍彼此照顾,这种见证正是转化罗马帝国、彰显福音大能的关键。张大卫牧师说:“在当代,我们也有责任透过实践爱的行动来见证神的国度,这正是世人能真切认出‘他们真是耶稣的门徒’的主要标志。”

再者,若我们环顾四周,就会发现有许多“需要我们洗脚”的人:贫困者、病患、被边缘化的人、外来移民、残疾人等等。他们往往被社会忽视。我们也许看见他们,却觉得“我是更重要的人”,或者想着“会有别人去帮助”,就此忽略。但张大卫牧师提醒说:“耶稣在世时,与边缘人、病患、税吏、妓女、麻风病人同行,医治他们、接纳他们,绝非偶然。这正是十字架之爱所体现的方式。祂先主动走到他们面前。”因此,教会和信徒当自问的,不是“谁来服事我”,而是“我要去服事谁”。

要更深体验耶稣“爱到底”,需要我们生命中“末世性的价值观改变”。张大卫牧师指出:“新天新地,也就是神的国度降临,意味着以往价值观的根本改变。”正如耶稣所言“在后者要在前,在前者要在后”,这是天国的逆向原则。在世上,人们把更高的地位与他人的敬重视为成功;但在神的国度里,反倒是降卑服事他人,甘心舍己,使人得益处,这才算是“真正的尊贵”。约翰福音13章中,耶稣为门徒洗脚的举动就是对此“天国奥秘”的最佳诠释。

面临苦难时,不应只是恐惧,而要在其中窥见“爱的奥秘”,并在神所赐的时机与环境中,实践“爱到底”。张大卫牧师一再强调:“无论生活多艰难,无论人是否理解或甚至逼迫我们,都不可放弃爱到底的生命。”因为复活的荣耀,不仅是苦苦忍耐就能得到,而更是因“在苦难中仍以爱充满”而带来的祝福。主耶稣正是在面对苦难、门徒背叛和世人讥诮时,依然选择把自己完全交出,这才连结到复活的大能。我们也是如此。若没有爱,苦难便是咒诅;若在爱里经历苦难,就孕育着永生的盼望。

耶稣的苦难并非“被动的牺牲”或“单纯地受委屈”,而是非常具体、积极地表达爱。基督甘愿接受十字架这样最羞辱的刑罚,就是要彰显神之爱远超人的罪与局限。张大卫牧师说:“十字架完全是出于爱。我们既蒙召成为这爱的见证人,就必须将它传播并见证出来,而且不仅在言语上,更要在我们自身生活中‘效法那位爱我们到底的耶稣’。”这条爱的道路往往伴随苦难,但也正是在苦难中,我们才体验神更深的恩典,并怀抱复活的盼望。所以在受难期,我们切莫只是远远观望耶稣的受苦,或对祂的痛苦停留在怜悯,而要反思“我们如何去实践同样的爱”,并立志照此去行。

在信仰生活中,我们也难免在教会里遭遇冲突与伤害:领袖与信徒之间、信徒彼此之间,常常为“谁对谁错”“谁更值得被认可”“谁应先受优待”而争执。然而耶稣对这样的我们说:“你们要作仆人,彼此洗脚。”这教导今天仍然有效。只有当我们彼此洗脚、互相包容,彼此服事,教会才会在世上真正成为光与盐。张大卫牧师进一步指出:“当信徒在各个领域都以仆人的姿态委身,那时人们才能从教会身上看到‘啊,他们真是耶稣的门徒。’”换句话说,耶稣在最后的晚餐里为门徒洗脚的场景,也必须在当今教会共同体中被重新呈现。

爱的代价必然伴随牺牲。为他人得益处、让别人得生命与建造,总会有苦难夹杂其中。然而,那苦难并非咒诅,反倒常常成为神的珍贵礼物。因为在苦难的经历中,我们更深体会耶稣之爱,以及祂向我们各人所施的恩典。若是为“自我、野心”去承担的劳苦,往往令人疲惫不堪;但若因爱而牺牲,那就甘之如饴。耶稣教导的正是如此。约翰福音13章里,“爱他们到底”的主,把喜乐、感恩和复活的盼望一并储存在爱中。张大卫牧师也反复传递这一福音讯息:门徒跟随主多年,仍未能真正内化“服事与爱”,当代教会也太容易疏忽这点。如果不恢复此核心,教会就会失去本质,也无法将盼望带给世界。

耶稣在最后的晚餐里对门徒的态度——明知他们软弱,甚至会弃祂而去,却依然“爱他们到底”——这正是教会与信徒的终极榜样。基督的苦难乃是爱的结晶,祂对我们的牺牲更是我们得永生的根基。对此,我们不仅要在观念上记得,更应在实际生活里践行“彼此洗脚”,即持守仆人心态、付诸服事行动。当这样的教会、这样的信徒聚集时,世人就会看见约翰福音13章35节所言“你们若有彼此相爱的心,众人因此就认出你们是我的门徒了”确实成真。

张大卫牧师说:“耶稣的十字架、那苦难,就是上帝爱到底的意志,也因此开启了永生之门。我们也当走上这福音之路,选择‘爱到底’的生活。”这样的选择并不轻松,因为世俗不断诱惑我们去追逐自我中心和更高地位,但我们已得着主耶稣的榜样,并且有圣灵帮助。只要我们真心持守这份爱,甘心彼此作仆人,教会就能再次彰显十字架的大能,并宣告那完全的复活盼望。无论是受难期还是日常生活,我们若深思并践行张大卫牧师所强调的这番真理——“十字架虽是苦难,却绝不是咒诅,而是爱”——就能定意活出这份爱。爱不是口号,而是透过彼此洗脚、彼此谦卑来印证。纵使这道路狭窄艰难,但只要我们遵行耶稣已立的榜样,就能享受超越世俗的喜乐与复活的盼望。愿“爱他们到底”这句话,今日也透过我们的生命与教会不断回荡,直到主再来。

愿我们牢记:首先,要看到耶稣苦难的意义超越人间痛苦,揭示神无限大爱;并且祂那“爱到底”的姿态让我们明白,苦难并非咒诅,而是迈向永生的门。而能与这苦难同有份,对我们而言,反是蒙恩与福分。其次,基督的苦难与爱应该在当代教会和信徒日常生活里通过具体行为再现。唯有重现耶稣在洗脚时示范的服事精神,“爱到底”才得以真实彰显,世人亦能借此认识复活的盼望。张大卫牧师反复传递的讯息正是如此:像约翰福音13章所说的“爱他们到底”一样,我们也要在任何光景下都不放弃爱,甘心作仆人,将神的国度见证在地上。

这一切,终归源于耶稣在最后的晚餐所作的教导与行动。门徒在争谁大谁小时,主以“仆人之姿”回应。随后主走向十字架,为全人类敞开永生之路。十字架虽然象征苦难,却也是最美的爱之信息。由此,盼望我们在受难期以及每个信仰日常,能再次深深思想张大卫牧师一贯强调的真理:“十字架虽苦,却不是咒诅,而是爱。”并下定决心活出“爱到底”的生命。爱需要用生活来见证,通过彼此洗脚、甘心卑微来彰显。尽管这道路艰险,但因有主耶稣所立的榜样,我们就能得享世人无法给予的喜乐与复活盼望。愿“爱他们到底”的呼声,依然在今天通过我们的生命与教会,继续传扬不息。阿们。

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