
- El significado de la Navidad y el Evangelio
Cuando se acerca la Navidad, naturalmente volvemos la mirada al “significado de la venida de Jesús a esta tierra”. No se trata solo del ambiente festivo de fin de año, los adornos o los villancicos que suenan en todo el mundo. Para los cristianos, la Navidad es una de las fiestas más importantes, porque durante este tiempo se hace más clara la pregunta fundamental: “¿Por qué Dios envió a Su Hijo a esta tierra? ¿Por qué era necesario que Jesucristo viniera a nuestro mundo?”. A la luz de las enseñanzas del pastor David Jang, podemos meditar profundamente en el pasaje bíblico a menudo citado como el más apropiado para la Navidad: Juan 3:16. “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que dio a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree no se pierda, mas tenga vida eterna”. Este versículo muestra de la forma más directa cuál es el verdadero sentido de la Navidad. Es decir, Dios envió a Jesús a este mundo “porque nos amó” y, por medio de la gracia redentora que se halla en Cristo, podemos obtener la vida eterna.
Según el énfasis del pastor David Jang, al observar la sociedad actual parece que el verdadero sentido de la Navidad se va diluyendo. Cada vez más gente la ve simplemente como “un ambiente de fin de año” o un “día festivo”. Sin embargo, para los creyentes en Jesucristo, la Navidad no es tan solo la época de cerrar un año, sino un día solemne donde se proclama la esencia misma del Evangelio: “El Señor se humilló y vino a este mundo para llevar a cabo la salvación de toda la humanidad”. En este día sagrado debemos estar listos para responder bíblicamente a la pregunta: “¿Por qué necesitábamos que Jesús viniera a esta tierra?”. Y no se trata solo de una cuestión teológica, sino de algo que está directamente relacionado con nuestra vida de fe.
Por lo general, al repasar los relatos del nacimiento de Jesús en Mateo o Lucas, recordamos la historia del Niño Jesús, la alabanza de los ángeles, la adoración de los pastores y los regalos de los sabios de Oriente. Sin embargo, más allá de esa narrativa, podemos remitirnos a Romanos para encontrar una explicación amplia acerca de “por qué tenía que venir Jesús”. El pastor David Jang recuerda que en el pasado, mientras predicaba una serie de mensajes sobre Romanos en San Francisco, llegó la Navidad y eligió predicar Romanos 8. Y es que el sentido original de “el Señor vino a este mundo por nuestros pecados y nuestras faltas” queda doctrinal, teórica y sistemáticamente muy bien expuesto en la epístola a los Romanos. De hecho, todo Romanos sigue ese hilo, pero capítulos como el 1, 5 y 8 muestran con especial claridad “por qué era necesario que el Señor viniera a esta tierra”. Romanos 5, conocido por su énfasis en la “nueva humanidad en Cristo” o “Nuevo Adán”, declara que, aunque toda la humanidad cayó en el pecado y estaba destinada a la muerte por causa del primer hombre, Adán, Jesús vino para resolver ese problema y abrir una nueva humanidad en Él. Así pues, Romanos está lleno de pasajes que responden de forma contundente a la pregunta: “¿Por qué solo Jesús?”.
El pastor David Jang insta a que los líderes de la iglesia y los creyentes comprendan adecuadamente el mensaje de la Biblia en su aspecto doctrinal y teológico, y que sobre todo se esfuercen para que no se desvanezca el sentido del Evangelio. Tal como 1 Pedro 3:15 exhorta a “estar preparados para responder a todo el que pida razón de la esperanza que hay en nosotros”, hemos de estar listos para explicar correctamente qué es el Evangelio y por qué necesitamos la venida de Jesús. Desde este punto de vista, el pastor David Jang enfatiza que aunque muchos se dejen llevar por la atmósfera secular y cultural de la Navidad, los verdaderos creyentes deben reflexionar con mayor profundidad sobre el significado de este día y proclamarlo a los demás. De ahí que en Navidad sea provechoso basarse en Romanos para proclamar el Evangelio y recordar a tantas personas que “la venida del Señor es precisamente nuestra salvación”.
Además, el pastor David Jang subraya que para que la iglesia tenga clara su razón de ser, es indispensable enseñar a los creyentes la esencia misma del Evangelio. Nuestra misión es hacer discípulos a todas las naciones, enseñar y predicar la Palabra. Dicha misión no se limita al crecimiento externo de la iglesia, sino que depende de nuestra disposición para responder constantemente a la pregunta: “¿Por qué necesitamos a Jesús?”. En la actualidad, son numerosos los que no conocen adecuadamente el Evangelio de Jesucristo en diferentes partes del mundo. Y en un contexto en el que la Navidad se inclina hacia lo comercial o se considera solo parte del festejo de fin de año, los villancicos que han perdido su significado genuino difícilmente llenarán el corazón de las personas. Por ello, “la iglesia debe permanecer viva y predicar con poder la Palabra”, asumiendo con más fuerza esa responsabilidad.
Con la llegada de la Navidad, la iglesia tradicionalmente ha observado el Adviento, un tiempo para preparar la venida del Señor y reflexionar sobre su significado. No obstante, el pastor David Jang cuenta que aquel año (cerca de 2021, según el contexto original), decidió predicar sobre Gálatas. Porque esta carta deja en claro por qué la venida del Señor y el Evangelio son verdades puras que no pueden mezclarse con nada más, y por qué la iglesia debe salvaguardar la esencia del Evangelio. La situación que vivió la iglesia de Galacia no es tan distinta de la que enfrentamos en el siglo XXI.
Incluso en medio de la alegría de la fiesta, el pastor David Jang plantea una pregunta profunda: “¿Por qué necesitamos al Señor?”. Esta pregunta trasciende lo individual y apunta a: “¿Por qué fundamos esta iglesia? Habiendo tantas iglesias ya en el mundo, ¿por qué era necesario que existiera la nuestra? ¿Qué diferencia hay entre nuestra iglesia y las demás?”. Aunque por todas partes del mundo existen muchísimas iglesias, ¿por qué hay tan poca evidencia de que la sociedad se transforme realmente? Siguiendo la metáfora histórica acerca del mar y la sal, si existiera un grupo de “auténtica sal” que cumpla con su rol, el mundo no se corrompería. Sin embargo, a pesar de ser tantas, las iglesias parecen incapaces de evitar que la sociedad se oscurezca cada vez más. En última instancia, si la iglesia no comprende profundamente la cruz de Cristo y el poder salvador del Evangelio, y si el gozo que produce el Evangelio no está vivo, entonces el poder para cambiar el mundo se debilita.
El pastor David Jang define a nuestra iglesia como “joven y nueva” y recalca repetidas veces que somos una Iglesia Reformada. El término “reforma” (Re-formed) implica “volver a ser formados” y se relaciona con la Reforma Protestante. En la historia de la Iglesia ha habido dos grandes corrientes de discusión teológica. Una es la cristología (quién es Jesús), y la otra es la soteriología (cómo somos salvos). En la iglesia primitiva, el problema cristológico “¿quién es Jesús?” culminó en el Credo de Calcedonia, que declaró “Vere Deus, Vere Homo” (verdadero Dios y verdadero hombre). Luego, el gran debate soteriológico llevó a la Reforma Protestante.
La Reforma Protestante se debió a que la verdad original del Evangelio se había corrompido en la Iglesia. En Isaías 1:22 se lee que “Tu plata se ha convertido en escoria, tu vino está mezclado con agua”, un símbolo de que el “vino original fue diluido y adulterado”. El Evangelio, que debía mantenerse puro, se mezcló con tradiciones y obras humanas que se fueron añadiendo, y de ese modo se arruinó su pureza. Los reformadores clamaban: “Volvamos a la Escritura, solo a la Palabra escrita de Dios”. El pastor David Jang señala que en la actualidad se aplica el mismo principio: la iglesia debe estudiar con constancia Gálatas y Romanos para entender correctamente la soteriología de Pablo y así evitar que la iglesia se corrompa. Ya hubo un tiempo en que él predicó sobre Gálatas, pero recuerda que en aquel entonces la congregación no estaba suficientemente madura para asimilar del todo esa verdad. Ahora, sin embargo, se vive una “crisis espiritual” en el campo misionero internacional, a menudo en el contexto de la cultura latina, y percibe más la urgencia de las enseñanzas de Gálatas.
En la Iglesia Ortodoxa tradicional, la soteriología se sustenta principalmente en Romanos y Gálatas. El versículo clave es: “El justo por la fe vivirá” y, en su forma más concentrada, “Solo por la fe (Sola Fide)”. Romanos 10:10 enseña que con el corazón se cree para justicia y con la boca se confiesa para salvación. La fe brota del corazón y en el corazón está el amor. Es decir, cuando el amor de Cristo es comprendido y creído en el corazón, y se confiesa con la boca, recibimos salvación. Por lo tanto, cuando se dice que el Evangelio se ha vuelto difuso, implica que el amor de Cristo se ha desvanecido. Y una iglesia en la que el amor se desvanece pierde su fuerza y su capacidad de transformar el mundo.
¿Por qué a veces no vemos fruto en el evangelismo personal? El pastor David Jang explica que es porque “la espada de la Palabra se ha embotado”. Si no somos entrenados constantemente con la espada del Espíritu a través de la Escritura, no podremos presentar el Evangelio de manera contundente. Para quienes se desempeñan en el mundo secular, donde hay mucho contacto con la gente, es aún más necesario contar con un fundamento firme en la Palabra. El pastor David Jang menciona el ejemplo de Esteban en Hechos 6 y 7, quien no solo servía en la iglesia, sino que conocía en profundidad las Escrituras y la historia de Israel. Por eso no se rendía, sino que siguió predicando hasta convertirse en el primer mártir cristiano. Gálatas se escribió para evitar que el Evangelio se corrompiera, y Pablo lo advirtió con firmeza a la iglesia primitiva. La realidad que afrontamos hoy coincide casi exactamente con la situación que Gálatas describe, según la visión del pastor David Jang.
Sobre todo, en este tiempo, nuestra iglesia está expandiendo la misión en América Latina, lo que brinda la oportunidad de aplicar el mensaje de Gálatas de forma concreta. Tradicionalmente, la iglesia católica romana ha tenido gran influencia en la región latina. Si revisamos el trasfondo de la Reforma, vemos que, además del Evangelio, la Iglesia Católica incorporó gran número de tradiciones y rituales, diluyendo el núcleo del mensaje. Enseñó una forma de “tradición + Evangelio”, imponiendo doctrinas agregadas como las indulgencias y el purgatorio. Esto contradecía la doctrina paulina de la salvación por “Solo Fe, Solo Gracia”. Los reformadores exclamaban “Sola Scriptura (Solo la Escritura), Sola Fide (Solo la Fe), Sola Gratia (Solo la Gracia)”, insistiendo en que la Iglesia debía volver al mensaje puro de la Biblia. El pastor David Jang se refiere a esto como “evangelicalismo” (Evangelical), es decir, aquellos que conservan esta declaración de fe, y explica que en la Iglesia latina de hoy estas mismas cuestiones se repiten, lo cual hace más relevante el mensaje de Gálatas.
El pastor David Jang enfatiza que debemos cumplir esta misión. Se están abriendo varios caminos para llegar a la región latina (California, Texas, Florida, etc.), y las oportunidades de difundir el Evangelio son enormes. Pero si la iglesia predica “Evangelio + algo más”, a la larga perderá su fuerza. Debemos proclamar que “Solo Jesús, Solo Fe, Solo Gracia” bastan para la salvación, sin añadir ninguna tradición ni rito. Cuando el Evangelio se difumina, el amor se enfría. Y aunque el amor del Señor es eterno, si la iglesia languidece y no produce fruto, siempre es porque se han infiltrado otros elementos en el Evangelio. Así que la advertencia de Pablo en Gálatas—“Me asombra que tan pronto os apartéis para seguir un evangelio diferente”—sigue vigente en nuestros días, como lo recalca el pastor David Jang.
Históricamente, cuando se escribió Gálatas, algunos judaizantes habían entrado a la iglesia y estaban pervirtiendo el Evangelio. Decían: “Los gentiles deben circuncidarse para ser salvos”, convirtiendo la circuncisión en un requisito indispensable de salvación. Pero Pablo proclamó tajantemente que “la salvación se da únicamente por la cruz y la gracia de Jesucristo, y por la fe en esa gracia”. No se debía imponer ningún otro requisito. Fue lo mismo que sucedió en la Edad Media con la Iglesia Católica, cuando se enseñaba: “Solo a través de las tradiciones y rituales de la Iglesia se obtiene la salvación”, distorsionando el Evangelio. Hoy en día, si las iglesias o la región latina añaden toda clase de reglas y confunden a la gente, la advertencia de Gálatas vuelve a tomar pleno vigor, según señala el pastor David Jang.
Seguidamente menciona Romanos 9 al 11, donde Pablo muestra el amor inquebrantable por su propio pueblo, los judíos. Esto nos enseña que nuestra actitud también debe ser la de “guiar a todos hacia la salvación en Cristo”. En vez de solo condenar o criticar a católicos u otras denominaciones, el anhelo de Pablo era llevar a esos “hermanos cuyos ojos se habían nublado” de vuelta al Evangelio auténtico para su restauración. Y ese debería ser nuestro sentir hoy. Por ello el pastor David Jang alude a la exhortación de Apocalipsis 11: “Mide el templo”. Hay que examinar con rigor las distorsiones y errores que ya han surgido, pero al final la iglesia debe volver al núcleo del Evangelio y experimentar la restauración. Esta es la misma esencia del llamado de la Reforma Protestante: “Volvamos a la Palabra”.
En ese sentido, recuerda cómo, cuando la iglesia celebró su 21º aniversario, predicó “Sola Fide, Sola Gratia, Sola Scriptura”. Precisamente ese año Dios dio a nuestra iglesia la “misión de convertir una tierra de lágrimas en tierra de alegría” y establecimos allí un Centro Evangélico (Evangelical Center), un acontecimiento histórico. El evangelicalismo (Evangelical) implica la determinación de guardar puro el Evangelio y la declaración de que “Solo por la autoridad de la Escritura es que se recibe la justificación por ‘solo fe’”, sin hacer concesiones.
Así, el mensaje de Gálatas ha estado presente desde la iglesia primitiva y el problema de fondo en la época de la Reforma fue exactamente el mismo. “En cuanto se añade algo al Evangelio o se le impone otra condición, la iglesia pierde su pureza”. Por eso en Gálatas 1:8 se dice que, incluso si un ángel del cielo anunciara otro Evangelio, “sea anatema”. El pastor David Jang recalca que esta es la razón por la que Gálatas se analiza junto con Romanos como un libro doctrinal fundamental, y exhorta que en el campo misionero latino esta actitud se hace esencial.
Últimamente en muchas iglesias se percibe un nuevo movimiento de avivamiento. En ese contexto, cobra más relevancia la advertencia: “No corrompan jamás la esencia del Evangelio”. Incluso cuando se inicia una nueva iglesia o se estrena un nuevo templo, debemos tener claro: “No seremos una iglesia legalista y formal, sino una donde reine el Evangelio puro”. Si es así, el amor de Cristo no se enfriará y la iglesia rebosará pasión para impactar al mundo con poder. Trabajadores que no se cansan y creyentes con perseverancia (la perseverancia de los santos) nacen en una comunidad “donde el Evangelio no está contaminado”.
El pastor David Jang rememora el camino que nuestra iglesia ha transitado desde su fundación y nos invita a preguntarnos: “¿Por qué nuestra iglesia está tan cuidada por los ojos de Dios en todo el mundo?”. Y responde: “¿No será porque nos hemos aferrado a un Evangelio puro?”. En América Latina, en Estados Unidos, en Asia, se debe predicar exactamente el mismo Evangelio. Nuestra misión consiste en “despertar a varias regiones del mundo por medio del Evangelio y hacer que la iglesia se transforme en un arca de salvación para la humanidad”.
Al examinar Gálatas 1, vemos que Pablo se presenta como “apóstol no de hombres ni por hombre, sino por Jesucristo y por Dios el Padre que lo resucitó de los muertos”. Esto proclama que la autoridad del Evangelio no proviene del hombre. Del mismo modo que Jesús vino a este mundo enviado por el Padre, y Pablo no fue nombrado apóstol por comisión humana, la base de la iglesia y del Evangelio proviene del cielo y no de sistemas creados por el hombre.
A partir de Gálatas 1:6, Pablo amonesta con vehemencia: “Estoy asombrado de que tan pronto os hayáis alejado para seguir un evangelio diferente. No que haya otro, sino que hay algunos que os perturban y quieren pervertir el Evangelio de Cristo”. Es una reprobación directa a los creyentes de Galacia que se habían confundido pensando que para ser salvos necesitaban algo además de Jesucristo. Luego, en Gálatas 1:8-9, remata con la contundencia de: “Si alguien, incluso nosotros o un ángel del cielo, os predica otro evangelio diferente del que os hemos predicado, sea anatema”. El Evangelio es innegociable y no se sustituye ni se refuerza con nada externo, sino que es el perfecto regalo de Dios.
Según el pastor David Jang, “este pasaje es la advertencia que la iglesia de hoy debe recordar con urgencia”. Está bien que la iglesia crezca y se extienda por el mundo, pero si en ese proceso se diluye el Evangelio, tarde o temprano se repetirá el mismo problema que afrontó la iglesia primitiva. Si la iglesia cae en el legalismo o en lo meramente formal, por muchas iglesias que haya, la sociedad no cambiará. Solo la iglesia evangélica, la iglesia reformada, es decir, la iglesia que conserva la pureza del Evangelio, puede ser la sal y la luz para el mundo.
Al acercarse la Navidad, cada creyente debería reflexionar sobre “¿Qué es el Evangelio y por qué solo Jesús es el camino de salvación?”. El pastor David Jang destaca que Romanos y Gálatas ofrecen abundantes respuestas a esa cuestión. En Romanos 8 se habla de “la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús que nos ha librado de la ley del pecado y de la muerte”. Y en Romanos 5 se explica que “si la humanidad cayó en pecado en Adán, en el Nuevo Adán, Jesús, se abre la nueva vida”. Este es el Evangelio, y el Evangelio en sí es suficiente. Cuando la iglesia se aferra a esta verdad, el sentido de la Navidad se hace más nítido y ese amor sagrado jamás se enfría.
El pastor David Jang afirma que esta es la misión esencial de la iglesia y la fuerza que sostiene nuestra vida sin agotarse. La iglesia debe actuar siempre con amor, anclada en el Evangelio, siguiendo el ejemplo de humildad y servicio que mostró el Señor. Solo así la Navidad no quedará reducida a villancicos comerciales o decoraciones vistosas, sino que se convertirá en un testimonio del verdadero amor de Dios revelado al mundo.
- La fe reformada a la luz de Gálatas y la dirección de la iglesia
La advertencia y el desafío de Gálatas a la iglesia se aplicaron directamente en la Reforma de la Edad Media y siguen siendo los mismos en nuestro tiempo. El problema de “añadir algo más al Evangelio” nace cuando la iglesia no reconoce plenamente el valor infinito de la expiación de Jesucristo y cree que deben sumarse tradiciones o méritos humanos. Sin embargo, las epístolas de Pablo y las confesiones de fe de la Reforma dicen en forma unánime: “El Evangelio es suficiente con Solo Fe, Solo Gracia, Solo Escritura”.
La Reforma Protestante no fue solo una innovación en la estructura eclesiástica. Su eje fue la pregunta fundamental de la soteriología: “¿Cómo un pecador puede ser declarado justo ante Dios?”. La Iglesia Católica, al sobrecargar su doctrina con tradiciones humanas y exigir indulgencias y la creencia en el purgatorio, se presentaba como “la vía exclusiva” de salvación. Pero esto distorsionaba la enseñanza de Pablo, quien afirmaba que “la salvación se recibe por la gracia de Cristo, mediante la fe”, sin intermediarios ni añadidos. Por eso Martín Lutero, Juan Calvino, Ulrico Zuinglio y otros reformadores clamaban: “Volvamos a la Escritura” (Sola Scriptura) y desencadenaron el movimiento evangélico (Evangelical).
El pastor David Jang recalca el concepto de “Re-formed (re-formado)”. Nuestra iglesia no es simplemente nueva, sino que se define como una iglesia reformada que clama “Volvamos al Evangelio”. La historia nos muestra lo fácil que es que la iglesia se corrompa. Desde la iglesia primitiva, aparecieron herejías como el gnosticismo o el judaísmo cristiano, que añadían elementos ajenos al Evangelio o lo distorsionaban. Pablo se opuso con firmeza en todas sus cartas a tales amenazas, y en Gálatas fue especialmente tajante contra los que se “pasaban a otro evangelio”.
El pastor David Jang anima a estudiar cuidadosamente la epístola a los Gálatas—en especial los capítulos 1, 2 y 3—para comprender “cómo el Evangelio transforma a las personas”. No se trata de negar la Ley, sino de enfatizar que Cristo ya cumplió la Ley y abrió un camino nuevo. Por ello, Gálatas 2:20 (“Con Cristo estoy juntamente crucificado…”) es la confesión central. No es que “tus méritos contribuyan un poco”, sino que en Jesús nacemos de nuevo. Esto es la fe reformada, el principio esencial que la Iglesia evangélica defiende tras la Reforma.
En la iglesia latina actual, a veces se difunde la idea de que “para mantener la salvación es necesario cumplir ciertos deberes religiosos” o dar prioridad a la participación en tradiciones y ritos como requisito imprescindible de salvación. No es que la tradición o el ritual sean inherentemente malos; de hecho, la tradición de la iglesia contiene un legado espiritual valioso y la liturgia puede expresar reverencia a Dios. El problema surge si se enseña como “Evangelio + tradiciones humanas” para conseguir la salvación. Eso es, exactamente, la situación que Gálatas condena. Pablo afirmaba: no se trata de “circuncisión + Evangelio”, sino solo “Evangelio”. No es “gracia de Dios + tradiciones humanas”, sino “Solo Gracia”.
El pastor David Jang insiste en aplicar esto a la realidad de la iglesia contemporánea. Si nuestros reglamentos, estructuras o costumbres entorpecen a la gente para que se acerque a Dios, también corremos el riesgo de corromper la pureza del Evangelio. Mantener cierto orden y tradición para servir mejor a los creyentes es válido, pero jamás debe presentarse como una condición adicional para recibir salvación. De ahí que la esencia de la iglesia reformada sea recitar continuamente: “Solo Fe, Solo Gracia, Solo Escritura”, velando para que el Evangelio no se contamine.
En este contexto, el pastor David Jang subraya que, dado que Gálatas aborda el mismo problema que la iglesia ha enfrentado por 2,000 años, todo aquel que esté involucrado en la evangelización mundial debe estudiarlo en profundidad. Particularmente, nuestra red de ministerios global (OC) se expande y se están formando nuevas iglesias donde la gente recibe por primera vez el Evangelio. Si en esos sitios se predica la carta a los Gálatas y se enseña un Evangelio puro sin mezclas, habrá iglesias sanas y fuertes desde el inicio.
Al plantar una iglesia con el fundamento de la doctrina de la salvación que Gálatas enseña, se dificulta la entrada del legalismo y el formalismo en el cuerpo de creyentes. Entonces la iglesia florece desde el principio con la libertad, el gozo y la pasión que brotan del Evangelio. Una comunidad así se abre a la sociedad, llena de amor y con ímpetu misionero. El pastor David Jang espera que, bajo la guía del Espíritu Santo, surjan nuevas iglesias que crezcan y extiendan ríos de vida por América Latina y por todo el mundo.
Otro punto relevante es la función del “Evangelical Center”. Somos evangélicos (Evangelicals) en el sentido de que nos aferramos al corazón del Evangelio tal como enseña la Escritura. En la historia de la iglesia, a grandes rasgos, está la iglesia antigua (católica) y la iglesia surgida de la Reforma (protestante). Y dentro del protestantismo se puede trazar la línea entre liberales y evangélicos (Evangelicals/Conservatives). El movimiento evangélico se define como: “Preservar y difundir el Evangelio, viviendo bajo la autoridad de la Escritura”. No se trata solo de decir “no somos católicos ni liberales”, sino de proclamar positivamente: “Somos un pueblo que vive bajo la Palabra y el Evangelio”. Así, los Centros Evangélicos que se establecen por el mundo deben asumir su labor de evangelismo, enseñanza bíblica y formación de discípulos que conduzcan las almas a Cristo.
El pastor David Jang comenta que en muchas iglesias se han celebrado recientemente ceremonias de confirmación o bautismos, donde decenas de personas han hecho su nueva profesión de fe. “Hay gente muy preparada, jóvenes que parecen rocío fresco, personas que anhelan la gracia”, dice. Cuando el Evangelio auténtico se predica, las nuevas generaciones abren el corazón y confiesan a Jesús. En Oseas 14:5 Dios promete: “Seré a Israel como el rocío”, e igual que ese rocío hace reverdecer lo seco, el poder renovador del Evangelio transforma las almas sedientas. Para ello se necesitan lugares donde las personas “reciban al Espíritu Santo”. Esos lugares son los Centros Evangélicos, en línea con la visión de Pablo para la iglesia.
Cuando la iglesia predica “Solo Jesús, Solo Evangelio”, ocurren transformaciones asombrosas. Por ejemplo, en cierta iglesia latina que abrió las puertas de un nuevo local, 24 personas recibieron el rito de confirmación y emprendieron un nuevo comienzo. Es un espectáculo conmovedor. Pero el pastor David Jang advierte que no debemos centrarnos solo en el “edificio físico” o en el “aumento de miembros”. “Lo verdaderamente importante es la confesión de fe y cómo se anuncia el Evangelio de Cristo”. Gálatas 1:8 advierte en tono severo: “Aunque un ángel del cielo os anuncie otro evangelio diferente del que os hemos anunciado, sea anatema”. La iglesia que tolere la adulteración del Evangelio perderá al final su fuerza. Por el contrario, la iglesia que conserve el Evangelio puro recibirá “el poder de cambiar el mundo entero”.
El pastor David Jang solía citar a menudo el Salmo 133: “¡Mirad cuán bueno y cuán delicioso es que los hermanos habiten juntos en armonía!”, señalando la belleza y gozo que se experimenta cuando los creyentes comparten la gracia en unidad. Una comunidad así es “una iglesia amada por el Señor” y rebosa los frutos del Espíritu. En tal iglesia no se enfría el amor ni se agotan los obreros, porque la llama del Evangelio no se apaga. Como se ve en Gálatas, si la iglesia rechaza firmemente a “quienes quieran añadir algo al Evangelio” y se aferra “solo a Jesús y Su cruz”, el amor de Dios se expande sin cesar.
Con un Evangelio claro, la iglesia brilla con fuerza ante la sociedad. Si la sociedad oscurece, no es por falta de iglesias—ya hay muchas—, sino porque los creyentes, al perder el amor de Cristo o distraerse con otras cosas, no pueden ejercer la autoridad que el Evangelio confiere. Por eso el pastor David Jang subraya la necesidad de examinar si la iglesia realmente está “Re-formed” y aferrada al Evangelio puro, tal como enseñaba Pablo. La reforma no fue un hecho histórico aislado; la iglesia requiere una “reforma continua” (Semper Reformanda), es decir, volver siempre al Evangelio.
Al estudiar Gálatas y Romanos juntos, percibimos la grandeza y la profundidad de la salvación que anulan todo mérito humano. Romanos 5 presenta la “nueva humanidad” a partir de la idea del primer Adán y el último Adán, mostrando que por Adán entró el pecado y la muerte, pero por Jesucristo entró la justicia y la vida. Ningún esfuerzo humano puede librarnos del pecado; ni la Ley ni la tradición pueden garantizarnos la salvación. Solo la cruz y la resurrección de Jesús poseen ese poder.
Gálatas enfatiza que el camino de la salvación no está en la circuncisión ni la observancia de la Ley, sino en “haber sido crucificado con Cristo”, de modo que “ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mí”. Los mismos problemas que provocaron la Reforma—la mezcla de la verdadera fe con aspectos seudoreligiosos que oprimían a los fieles—pueden repetirse hoy si la iglesia obtiene poder mundano, lucra con el sistema religioso o manipula a los creyentes añadiendo reglas ajenas al Evangelio. Pero Gálatas 5:1 dice: “Estad, pues, firmes en la libertad con que Cristo nos hizo libres”. Ahí reside el poder liberador del Evangelio.
Para que una comunidad defienda esta doctrina, cada creyente debe permanecer alerta a la Palabra que se predica y recordarse mutuamente el Evangelio en un ambiente de hermandad. Con el paso del tiempo, es fácil que los creyentes se acostumbren a los rituales y se olviden del amor del Evangelio. Sin embargo, si en Navidades renovamos el sentido de “Por qué Jesús vino a este mundo”, no habrá espacio para que se enfríe nuestra fe. Cada vez que leemos Juan 3:16 y reconocemos “Dios dio a Su Hijo unigénito” por amor, nos percatamos de que nada podemos añadir ni quitar a esa salvación. Esa humildad nos inunda y, a la vez, recibimos el valor para impactar al mundo.
Por eso la Navidad sirve para “recuperar el primer amor”. Tal como predijo Mateo 24:12, “el amor de muchos se enfriará” en los últimos tiempos, y esto puede ocurrir también en la iglesia. Pero si el amor se enfría, significa que el Evangelio está perdiendo fuerza. Cuando la iglesia vuelve a la pureza del Evangelio, cada nueva Navidad en lugar de volverse monótona, se vuelve más apasionante. Al igual que un buen vino que se hace mejor con los años, el Evangelio verdadero no se corrompe. El vino solo se aguará si se mezcla con cosas extrañas.
Al citar el inicio de Gálatas (capítulo 1), el pastor David Jang hace hincapié en “no olvidar que todo proviene de Dios, no de los hombres”. Así como Jesús vino enviado por el Padre, y Pablo fue llamado apóstol por Dios, también la iglesia y el Evangelio tienen origen divino y no humano. Esa es la base de la “fe reformada” y de la “iglesia evangélica”.
Cuando la iglesia avanza por este camino, Dios hace “obras maravillosas a nuestros ojos”. El pastor David Jang describe el establecimiento del “Evangelical Center” como algo verdaderamente prodigioso y ve en ello la confirmación de que Dios nos ha confiado una gran misión. Si la iglesia conserva puro el Evangelio, se facilita atravesar fronteras geográficas y culturales, porque el amor y la libertad fluyen del Evangelio, en lugar de imponer cargas humanas. Esto permite que el mismo Evangelio florezca con iguales frutos en América Latina, en Asia, en África y en cualquier lugar.
El motivo para estudiar Gálatas durante la Navidad es reforzar la esencia del Evangelio que hemos expuesto. Que la Navidad no se limite a la “historia del Niño Jesús” desde un relato infantil, sino que sea ocasión para meditar en “el Cristo que se humilló, tomó la cruz, resucitó y nos amó con un amor infinito”. Y, a la vez, vigilar que nadie altere esa gracia añadiendo otros requisitos que opriman a los creyentes. Entonces la Navidad dejará de ser una fiesta cíclica de cada año y se convertirá en el motor poderoso que reforma la iglesia y transforma el mundo.
Como dice el pastor David Jang: “Donde se predica el Evangelio puro, siempre hay gozo y pasión”. Si la iglesia se edifica bajo la Palabra de Dios y no bajo dogmas humanos, crecerá y madurará más cada Navidad. El conocimiento teológico unido a una vida transformada andan de la mano. Por ello es tan importante la formación en doctrina correcta, el estudio de la Escritura y el discipulado continuo: la iglesia debe seguir entrenando “soldados del Evangelio”. Esas personas estarán preparadas para dar testimonio de Jesucristo en el mundo y responder con valentía cada vez que alguien pregunte: “¿Por qué necesitamos a Jesús?”.
Gálatas y Romanos relacionan el significado de la Navidad con “¿Por qué la iglesia debe aferrarse únicamente a Jesús y por qué Él es el único camino de salvación?”. Es el punto esencial que el pastor David Jang ha subrayado repetidas veces. Si la iglesia se aferra a esta verdad, entre los muchos villancicos sonará siempre un canto con vida, en medio de un culto formal habrá una pasión que no se extingue. En particular, el desafío de Gálatas es “solo el Evangelio de Jesús da a la iglesia poder y vitalidad”. Aunque pasen los años, si el Evangelio se mantiene vivo, la iglesia no envejece. Por el contrario, desprende una fragancia más profunda y valiosa. La Navidad nos recuerda esto y es el día en que se proclama al mundo cuán asombroso es el amor de Dios que vino a nosotros en Jesucristo.
Ojalá que, con “la convicción de Gálatas 1:8”, rechacemos firmemente la tentación de añadir algo al Evangelio y abracemos plenamente el amor de Jesús. Entonces, sea cual sea la cultura o el idioma, a través de esa iglesia incontables almas hallarán el camino de la salvación. Confiando en esto, meditemos en el “increíble amor de Dios” que se proclama cada Navidad, cerremos el año y entremos al nuevo con este anhelo. Que cada iglesia lectora de este texto experimente el poder transformador del Evangelio prometido en la Escritura, y sea protagonista de cómo ese poder cambia el mundo.