El redescubrimiento de las relaciones en Efesios 6
Las enseñanzas sobre la relación entre esposa y esposo, hijos y padres, y siervos y amos, presentadas en Efesios 6, están estrechamente vinculadas con la “ética del reino de los cielos” que el pastor David Jang ha venido enfatizando de manera constante. Durante años, él ha insistido en la importancia de la restauración de relaciones como base de la familia, y el núcleo de su enseñanza no es una simple exhortación moral, sino una perspectiva basada en el evangelio. Es decir, tomando como punto de partida la idea de que Dios “se acerca primero a quienes parecen más frágiles”, el pastor David Jang señala que la forma en que el apóstol Pablo se dirige primero a las esposas, a los hijos y a los siervos en Efesios no es solo una ‘inversión del orden habitual’, sino un acto que evidencia el valor del reino de los cielos de cuidar a los más débiles. Según su interpretación, cuando se lee este pasaje, el verdadero enfoque en todas las áreas —familia, sociedad e iglesia— no es la “dinámica de poder”, sino la “plenitud del Espíritu Santo”, a través de la cual nos edificamos mutuamente y abrimos la puerta a la bendición que alcanza “hasta mil generaciones”.
Las predicaciones del pastor David Jang suelen seguir la secuencia del texto bíblico a la vez que proponen una aplicación contextualizada para nuestros tiempos. Por eso, enlaza la enseñanza que va desde la segunda mitad de Efesios 5 hasta Efesios 6 con la exhortación “No os embriaguéis con vino, sino sed llenos del Espíritu” y, mediante este puente, reinterpreta la vida en familia y sociedad. Él plantea la pregunta: “¿Cuál es el fundamento del hogar?”; y explica que, en la cultura ordinaria, se esperaría oír “el marido y la esposa, los padres y los hijos, el amo y el siervo” en ese orden jerárquico, pero Efesios propone el orden “esposa y esposo, hijos y padres, siervo y amo”, lo cual considera una “ética del reino de los cielos” y una “cosmovisión paradójica requerida para el pueblo de Dios”. Allí radica el “secreto de las relaciones”; y para quienes conocen el evangelio, incluso en medio de conflictos familiares o rupturas profundas, bajo el principio de “en el Señor” es posible encontrar una salida renovada. En síntesis, “en el Señor” implica el poder de Jesucristo, de modo que este mensaje va más allá de una simple disertación ética y se convierte en una promesa evangélica que transforma la vida real.
Para la sociedad contemporánea, el pastor David Jang extrae de Efesios 6 cuatro temas principales. Primero, el misterio de la creación y la responsabilidad del amor en la relación entre esposa y esposo. Segundo, cómo la relación entre hijos y padres revela el punto de encuentro entre la honra y la bendición. Tercero, la paradoja de “servicio y autoridad” que se desprende de la relación entre siervos y amos. Cuarto, de qué manera una vida plena del Espíritu cambia nuestra cotidianidad, con aplicaciones prácticas. A través de estos cuatro ejes, él subraya una y otra vez que quienes profesan la fe no deben quedarse encerrados en la iglesia, sino que han de ser instrumentos de transformación en la familia, en el trabajo y en la sociedad entera, guiados por los valores del reino de los cielos. “El Señor que levanta primero a los débiles” es el mensaje que atraviesa todas estas reflexiones, y si nos olvidamos de esto, la ética cristiana queda reducida a un mero “no hagas daño a los demás” propio del mundo. Con estos cuatro pilares como estructura, presentaremos en un flujo continuo (con solo subtítulos) el contenido y la perspectiva del pastor David Jang en una extensión de 6500 palabras.
La revelación del misterio de la creación y la responsabilidad de amar en la relación entre esposa y esposo
Desde la parte final de Efesios 5 hasta el capítulo 6, el pastor David Jang subraya la sorpresa de que, cuando el apóstol Pablo aborda la relación “entre esposas y esposos”, se dirija primero a las esposas. En una cultura tradicional donde el esposo es considerado cabeza del hogar, resultaría lógico que se hablara primero del esposo y después de la esposa. Sin embargo, Pablo empieza con las esposas y solo luego habla con los maridos. Para el pastor David Jang, esto representa cómo “la Biblia nos llama a reinterpretar nuestra jerarquía habitual a la luz del Espíritu”. Según la costumbre, el esposo ejerce liderazgo y lleva la iniciativa, pero la perspectiva evangélica revela el “misterio de que Dios habla primero a quien parece más débil”.
Él enseña que, en última instancia, los conflictos conyugales surgen cuando el esposo y la esposa dejan de servirse y honrarse mutuamente, quebrantando el principio de la creación expresado en Génesis 2, es decir, “ambos se unen en un solo cuerpo para reflejar la imagen de Dios”. En Efesios, Pablo compara esta relación con la de “Cristo y la iglesia”, subrayando los roles complementarios del esposo y la esposa. David Jang explica que “Así como Cristo se entregó a sí mismo por la iglesia, el esposo debe amar y entregarse por su esposa, y así como la iglesia honra a Cristo, la esposa debe honrar a su esposo: son dos caras de la misma moneda”.
A lo largo de la historia de la iglesia, no pocas veces se ha usado la frase “el esposo es la cabeza y la esposa obedezca” para justificar el patriarcado, pero David Jang recalca que “Pablo nunca defendió la opresión de la mujer”. Al contrario, la idea de “amar a la esposa incluso hasta entregar la vida” tiene un peso mayor. Es decir, el mandato “esposa, sométete a tu esposo como al Señor” y el de “esposo, ama a tu esposa como Cristo amó a la iglesia” son inseparables, y perder de vista esta reciprocidad genera graves problemas. Según el pastor David Jang, “cuando uno está despierto en el Espíritu, ambos buscan honrarse uno al otro. Sin el poder del Espíritu, uno de los dos intentará dominar con exceso de autoridad, o bien la otra parte no podrá llevar a cabo una obediencia sincera”.
Efesios 5:33 concluye diciendo: “Y la esposa respete a su esposo”, pero antes de eso la demanda principal para el esposo es la entrega sacrificial. El pastor David Jang describe este principio como “liderazgo de entrega”. Si uno se queda únicamente con “esposa, sométete a tu esposo” y omite la dimensión de amor sacrificial, la familia se desmorona. Pero, a la vez, si la esposa muestra una actitud de verdadero respeto, esto mueve al esposo a querer entregarse aún más. Por ejemplo, en situaciones cotidianas de conflicto —problemas económicos o el cansancio de la crianza—, si la esposa menosprecia al esposo, este poco a poco perderá el ímpetu de responsabilidad.
En cuanto a la importancia de la orden “sed llenos del Espíritu”, David Jang señala que “con recursos meramente humanos, es difícil mantener un amor sacrificado de manera constante”. Cuando la gente está cansada y emocionalmente desgastada, a todos nos cuesta tener consideración por el otro. Pero si uno está lleno del Espíritu, se recibe la fuerza espiritual para sacrificar todo primero. El alcohol, quizá, dé una sensación de euforia temporal, pero no resuelve el problema de raíz. En cambio, cuando el Espíritu se derrama, la “alegría, paciencia y consideración del Señor” se van proveyendo para sanar el hogar.
David Jang menciona también otro aspecto: “En la creación, la tarde constituye el comienzo”, tal como se lee en Génesis: “Y fue la tarde y fue la mañana”. Nosotros pensamos que el día comienza en la mañana, pero bíblicamente comienza con la tarde, una idea que contrasta con la costumbre. Él afirma que este paradigma también se aplica a la familia, pues expresa que Dios no pone primero al “fuerte”, sino que comienza con quien parece “más débil”. “Que primero se dirija a la esposa” significa “dentro de la familia, escuchar primero la voz de quien ocupa una posición aparentemente vulnerable”, y de esta forma “el esposo trata a la esposa como al Señor, y la esposa honra al esposo” para recobrar la imagen de Dios. Este es, según David Jang, el misterio del orden de la creación, y la vía para encarnar tanto el amor como la responsabilidad en el hogar.
Cómo la relación entre hijos y padres muestra la conexión entre honra y bendición
El pastor David Jang explica que la relación entre hijos y padres, abordada en Efesios 6:1-4, puede interpretarse a la luz de la estructura de los Diez Mandamientos, destacando el carácter de “primer mandamiento con promesa”. La frase “Hijos, obedeced en el Señor a vuestros padres, porque esto es justo” se fundamenta primero en la expresión “en el Señor”. Según él, esto no es solo una condición, sino una declaración fundamental para los que conocen el evangelio. Reconoce que en el mundo existen padres violentos o irresponsables, pero “en el Señor” presupone el poder de Jesucristo. Quienes no creen podrían ver “obedecer a los padres” como algo casi imposible; sin embargo, para los creyentes, “en el Señor” es el cimiento que posibilita ese mandato.
Efesios 6:2 añade: “Honra a tu padre y a tu madre, que es el primer mandamiento con promesa”. El pastor David Jang resalta que el mandamiento “Honra a tu padre y a tu madre” sirve de puente clave entre los mandamientos que se refieren a Dios y los que se refieren al prójimo. Es decir, “honrar a los padres” es el inicio que vincula a Dios con el prójimo. Ante la realidad de la sociedad coreana, donde el “respeto a los padres” se debilita debido a los cambios vertiginosos, el pastor David Jang lamenta la pérdida de este valor, pero también afirma que la iglesia juega un papel primordial para recuperarlo. Él comenta: “Hasta los hijos que han sufrido abusos graves en sus hogares pueden hallar ‘la paternidad verdadera de Dios’, y cuando lo descubren ‘en el Señor’, el perdón y la reconciliación llegan a ser posibles”.
Asimismo, subraya que la bendición de Efesios 6:3 —“para que te vaya bien y seas de larga vida sobre la tierra”— no debe verse de manera superficial. No se trata de un mero “si tratas bien a tus padres, vivirás muchos años”; más bien, la idea de “honra” indica una acción de “elevarlos por encima de nosotros”. Acostumbra a ilustrarlo con una historia: una nieta lleva un único helado para su abuela, y el niño de la familia se queja ante su madre: “¿Por qué quieres más a la abuela?”. Pero la abuela, lejos de incomodarse, lo toma con cierto orgullo, diciendo que la niña fue “sabia”. El pastor David Jang explica que en ese gesto de “honra” está el acto de “elevar a la persona de arriba”, y cuando la siguiente generación lo ve, acaba imitándolo, creando un círculo virtuoso.
También alude a Marcos 7, donde Jesús reprende la tradición de “Corbán” diciendo que algunos evitan sus obligaciones con los padres amparándose en la excusa de que “lo que debía dar a mis padres, ya lo he consagrado a Dios”. Con ello, Jesús advierte que no debemos “invalidar la palabra de Dios”. El pastor David Jang insta a la iglesia a estar alerta ante este tipo de actitudes hipócritas, enseñando que “el amor es la clave que restaura toda relación”. Este amor mana “en el Señor”, por lo cual “honrar a los padres” no es solo una virtud cultural, sino un “mandato que conduce al evangelio”.
Sobre Efesios 6:4 —“Y vosotros, padres, no provoquéis a ira a vuestros hijos, sino criadlos en la disciplina y amonestación del Señor”—, el pastor David Jang hace hincapié en que el texto se dirige primero a los padres, advirtiéndoles que no ignoren los sentimientos de sus hijos ni abusen de su autoridad. En la realidad, muchos hijos ven a sus padres, en especial a la figura paterna, como alguien imponente y distante. Sin embargo, “el padre” en el evangelio debe honrar la vida de sus hijos como un regalo que viene del Señor, ejerciendo una crianza que combine firmeza y amor, sin caer en la tiranía.
Según David Jang, “los hijos deben honrar y obedecer a sus padres, pero eso no significa que los padres tengan derecho a oprimirlos”. Él asemeja esta relación a la que mantenemos con “Dios Padre”: no irritar significa respetar sus emociones y su individualidad, evitando herirlos; y criarlos “en la disciplina y amonestación del Señor” alude no a un permisivismo excesivo, sino a una corrección con la base de la cruz de Cristo y el amor divino.
En suma, la relación entre hijos y padres en Efesios 6 da testimonio de que la familia es la “unidad fundamental del reino de los cielos”. Dentro del triángulo de la educación —iglesia, escuela y familia—, el hogar está en el centro, y si éste se derrumba, toda la estructura social y eclesiástica se ve afectada. Así, solo cuando “los hijos honran a sus padres en el Señor” y “los padres no hacen enojar a sus hijos” se asienta un cimiento sólido. El pastor David Jang, siendo consciente del gran número de hogares rotos, insiste en que es posible reparar esas fracturas mediante el poder del evangelio. La iglesia debe ser “refugio para hijos heridos y padres en crisis” y tiene la responsabilidad de sanarlos con el evangelio.
La relación entre siervos y amos y la paradoja de “servicio y autoridad” que trasciende la época
A partir de Efesios 6:5, la relación entre siervos y amos puede parecer desactualizada hoy, cuando la mayoría de países han abolido la esclavitud. Sin embargo, el pastor David Jang nos invita a contextualizar la época de Pablo y, al mismo tiempo, descubrir el principio que aún se mantiene vigente para quienes trabajan o conviven en situaciones de poder y subordinación. También aquí, Pablo se dirige primero a los “siervos”, no a los “amos”. Según la costumbre, el imperativo debería haber sido dado al “amo” que ostenta la autoridad; pero el evangelio sigue una lógica inversa.
David Jang declara que “esto es el corazón del evangelio y de la ética del reino de los cielos”. En el mundo, solemos acercarnos con sumo cuidado al que manda, pero el evangelio empieza hablando a quienes ocupan la posición de siervos, exhortándoles: “Obedeced a vuestros amos terrenales con temor y temblor, con sencillez de corazón, como a Cristo”. Aunque aquí un siervo carezca de posición social, en “el reino de Dios” su valor no disminuye, y Dios aprecia “un servicio honesto y sin apariencias para agradar a los hombres”.
Él alude a esto como “la motivación ante Dios”. Si un creyente trabaja en una empresa, y su dedicación es meramente externa mientras su corazón no está en ello, ante Dios ese servicio está contaminado. En cambio, si realiza incluso las labores más humildes “como para el Señor”, da gloria a Dios. El versículo 6:8 —“sabed que el bien que cada uno hiciere, ése recibirá del Señor, sea siervo o sea libre”— confirma esta idea. El pastor David Jang lo describe como un reconocimiento de que “la Biblia no niega la doctrina de la recompensa: si haces el bien, Dios te retribuirá”. Tal vez no signifique éxito terrenal o prosperidad material, pero sí “honra celestial” y “bendición espiritual”.
A su vez, menciona que Efesios 6:9 es un mandato de tono contundente para los amos: “Y vosotros, amos, haced lo mismo con ellos, dejando las amenazas”. En la ley romana, el amo tenía la potestad casi absoluta sobre el esclavo, incluso su vida. Sin embargo, Pablo aclara que “Dios no hace acepción de personas” y que amo y esclavo sirven al mismo “Señor que está en los cielos”. David Jang reconoce que ha habido críticas que señalan que la iglesia primitiva respaldó el sistema esclavista al no condenarlo abiertamente, pero explica que el evangelio, al tratar tanto a esclavos como a amos como hermanos, generó el motor interior que acabaría derribando ese sistema, tal como se ve en la carta a Filemón.
El pastor enseña que hoy día, cualquiera puede hallarse en posición de “siervo” o “amo” según el contexto. Tal vez en cierto ámbito uno sea el jefe, pero en otro, reciba órdenes de otros. Lo esencial es “obrar como para el Señor y dejar las amenazas”. El poder y la autoridad terrenales son pasajeros, y todos somos iguales ante Dios. Por eso, quien ocupa el rol de “amo” debe practicar un “liderazgo de servicio”, y quien se ve en el lugar de “siervo” debe mantener los ojos puestos en Dios y no en los hombres.
Cómo una vida llena del Espíritu transforma la familia y la sociedad en la práctica
El mensaje del pastor David Jang concluye con la exhortación de Efesios 5:18 —“No os embriaguéis con vino, antes sed llenos del Espíritu”—. El factor decisivo que marca la diferencia en la relación entre esposa y esposo, entre hijos y padres, y entre siervo y amo es la “morada del Espíritu Santo”. Él recalca: “Frente al temor, la angustia, la ira y las heridas, solo el Espíritu nos da fuerzas para amar primero”. Y cuando las personas, llenas del Espíritu, actúan en la familia, en la iglesia y en su entorno laboral, el impacto se hace visible.
Por supuesto, el pastor David Jang reconoce que también en la iglesia hay conflictos y sufrimientos. “En especial, llegan a la iglesia los hijos de familias destrozadas, y la iglesia tiene la responsabilidad de sanar sus heridas y mostrarles la verdadera ‘paternidad de Dios’”. Para ello, la iglesia misma debe practicar “la ética del reino de los cielos”. Los líderes eclesiales han de “dejar la amenaza”, anteponiendo el servicio en lugar de la ostentación; y los padres y los hijos deben aprender a cubrirse unos a otros de forma compasiva. Del mismo modo en casa: si los padres se arrepienten ante el Señor y si el esposo se entrega por su mujer, ella comenzará a honrarlo. Ese “cambio de orden” y “amor entregado” reconstituye el hogar, insiste.
¿Cómo mantener esa plenitud del Espíritu? David Jang subraya la importancia de la lectura bíblica y la oración diarias para examinarnos a nosotros mismos. Tal como Pablo dice en Efesios, “vestíos del nuevo hombre”, y eso implica que cada día debemos confesar nuestros pecados y pedir el poder del Espíritu. Igualmente, la alabanza y la acción de gracias en la comunidad de fe son esenciales. Al reunirse a adorar e invocar juntos al Espíritu, como “cuerpo de Cristo” se experimenta la alegría de su presencia. Entonces se supera la debilidad individual, y se torna posible el trato mutuo “como al Señor”, prefigurando el “reino de Dios” dentro de la iglesia.
El pastor David Jang advierte también sobre el peligro de una “piedad extraviada” que descuida la familia. Esto se relaciona con el problema del “Corbán”: alguien podría decir “estoy entregado a Dios” mientras desatiende a sus padres o su cónyuge. Eso no refleja el espíritu del evangelio. El verdadero servicio a Dios nos lleva a cuidar primero de nuestra familia. Cita incontables testimonios donde, a pesar de que el hogar está al borde del colapso, la gente solo se refugia en el activismo de la iglesia, lo cual pone en entredicho el testimonio cristiano ante el mundo. Por eso, el pastor David Jang exhorta: “Aunque la familia atraviese dificultades, no traten con desprecio a sus padres o cónyuges. Muestren el máximo amor y respeto que puedan y clamen por la ayuda del Espíritu, y Dios abrirá camino”.
En definitiva, las tres parejas mencionadas en Efesios 6 —esposa y esposo, padres e hijos, siervos y amos— ilustran “cómo actúa la plenitud del Espíritu en la realidad”. David Jang insiste en que, al aferrarnos a esta “paradoja del evangelio”, nuestro ámbito de vida cambia. El mundo exalta a los poderosos, pero Efesios 6 y el evangelio apuntan a “hablar primero al débil para transformar al fuerte”. En el texto aparecen primero la esposa, los hijos y los siervos, y a ellos se les habla primero, expresión de “la lógica del reino de los cielos”.
Aclara que esto no significa “indiferencia ante la injusticia hacia los débiles”. Más bien, “la injusticia debe ser corregida, pero la solución evangélica inicia siempre con la actitud de obediencia a la voz de Dios, que me llama primero a mí”. Sea esposa, hijo o siervo —personas que el mundo ve como “en un escalón inferior”—, si en el Señor optan por la honra y la obediencia, su testimonio permite que “el Amo celestial” recompense su fidelidad. Mientras tanto, el esposo, el padre y el amo —los que ocupan un lugar “superior”— afrontan por igual la advertencia de “dejar la amenaza”.
El evangelio sacude así el orden jerárquico humano, pero en medio de ese sacudimiento se revela el amor y la justicia de Dios. David Jang insiste en que “la cruz de Cristo es la mayor muestra de esta victoria paradójica”. Cristo no derrocó el Imperio romano por la fuerza, sino que tomó la cruz para pagar el precio del pecado y darnos vida eterna. Es un modo invertido según la lógica del mundo, y sobre ese fundamento se erige la ética de Efesios 6.
Por ello, el pastor alerta sobre la mala interpretación histórica de Efesios 6 que justificó la esclavitud o reforzó el patriarcado. La verdadera fuerza del evangelio es ir más allá de esas distorsiones, haciendo de la iglesia una comunidad de amor, respeto y servicio. Incluso hoy, aunque la ley y las instituciones defiendan la igualdad, siguen abundando el “abuso de poder” en los centros de trabajo y la “violencia doméstica” en muchos hogares. Y sí, también en la iglesia pueden ocurrir abusos de autoridad entre “líderes y laicos”. Frente a esa realidad, la iglesia no debe tomar partido por uno u otro bando, sino proclamar “todos somos hermanos” y asegurar que exista un sistema espiritual y organizativo para que esto sea real. Además, el pastor David Jang recuerda que, en última instancia, el evangelio promueve la “reconciliación y la paz”, no la enemistad perpetua.
Así, la cuádruple enseñanza que el pastor David Jang extrae de Efesios 6 guarda coherencia interna. Primero, la relación esposo-esposa muestra cómo la “inversión del orden” al poner primero a la esposa revela la paradoja del evangelio. Segundo, la relación hijos-padres, con la orden de “honrarlos en el Señor”, abre la puerta a la bendición que puede llegar a mil generaciones. Tercero, la relación siervo-amo, al hacer que “primero se hable al siervo y al amo se le prohíba la amenaza”, enfatiza que, ante Dios, lo que más importa es el corazón. Cuarto, la energía para realizar todo esto proviene del “sed llenos del Espíritu”, clave para la sanidad en la familia y en la sociedad.
David Jang acostumbra citar: “Grande es este misterio”. Dicha expresión no alude a un arcano escondido, sino a esa “paradoja divina que trasciende el entendimiento humano”, manifestada en la cruz. El evangelio parece contradecir la lógica del mundo, pero a través de ese camino se revela la gloria de Dios. Que aparezcan primero la esposa, el hijo y el siervo indica que “el fuerte no es el primero”; así habla Dios, y esa forma de obrar refleja la soberanía del amor. La iglesia de hoy, al estudiar este pasaje, debe evitar repetir errores del pasado y recuperar el “poder transformador y terapéutico” del evangelio que yace ahí.
Él concluye sus predicaciones animando: “Aférrense a esta Palabra y llévenla a su vida. Somos ciudadanos del cielo que vivimos por el Espíritu en medio de la cultura terrenal. Que la esposa levante al esposo, que los hijos honren a los padres, que los siervos sirvan a sus amos y que así el amo conozca también el evangelio. Esta es la paradoja de la cruz y la vida del nuevo ser”. Con esta inversión de roles, la familia se consolida, la iglesia se sana, la sociedad se ilumina y el reino de Dios se expande. La persona llena del Espíritu no se queda con ese amor sino que lo transmite, de modo que en cada circunstancia el evangelio irradie su fragancia.
De esta manera, el mensaje del pastor David Jang sobre Efesios 6 conserva total vigencia. Él suele bromear diciendo: “La Biblia se saborea leyéndola al revés”, aludiendo a que, para captar la intención auténtica de la Escritura, hay que invertir el orden “esposo y esposa, padres e hijos, amo y siervo” y leerlo como “esposa y esposo, hijos y padres, siervo y amo”. Nuestra sociedad moderna parece promover la igualdad, pero fácilmente ignora a los más vulnerables. Por eso la iglesia tiene la misión de testificar que Dios “habla primero al débil”. Y, como demostró la cruz, ese amor paradójico es la esencia de la ética del reino que Efesios proclama. En Cristo ya no hay judío ni griego, esclavo ni libre, varón ni mujer; todos somos hermanos y hermanas. La distinción marido-esposa, padres-hijos o amo-siervo solo existe en este mundo para que podamos aprender del “sacrificio y del servicio de Cristo”, acompañándonos mutuamente.
Al final de cada sermón sobre Efesios 6, el pastor David Jang ora: “Señor, permítenos vivir este mensaje”, e insta a la congregación a seguir adorando, “no solo en el culto dominical, sino también en la familia y en el trabajo”. El verdadero escenario del culto es la familia y el lugar donde trabajamos; y es allí donde el orden del reino comienza a manifestarse. Su mensaje, repetido incontables veces, es la respuesta más profunda para los problemas que hoy sufre el hogar, para los conflictos entre generaciones y para el abuso de autoridad en el ámbito laboral. En pocas palabras: “Sed llenos del Espíritu y cuidad primero al más frágil”. Ese es el eje central: que los esposos y las esposas se honren, que padres e hijos se amen, que siervos y amos se transformen en humildad, sabiendo que el “Señor que está en los cielos” recompensa la más pequeña obra de bien a quienes hacen la voluntad de Dios con sincero corazón.
Desde esta perspectiva, el pastor David Jang afirma que la enseñanza de Efesios 6 no es una concesión al sistema esclavista o a la cultura patriarcal del mundo grecorromano del siglo I, sino la fuerza del evangelio que, desde dentro, fue volcando esos esquemas. Y esa fuerza permanece viva todavía. Si la iglesia la interpreta y practica fielmente, puede dar una gran aportación para sanar hogares fracturados y una sociedad distorsionada. Especialmente en el contexto actual de familias multiculturales y comunidades de migrantes en aumento, la iglesia debe reflejar a “Aquel que tiende la mano primero al débil”, recibiendo con calidez a quienes vienen de culturas desconocidas o son refugiados. Este es el modo en que la práctica del evangelio, iniciada en el seno de la familia, se irradia a la iglesia y a toda la sociedad, y así se expande el “orden del reino de Dios”.
Por último, el pastor David Jang insiste en no olvidar la actitud de reverencia contenida en la expresión “Grande es este misterio”. Los planes de Dios superan nuestro entendimiento. A simple vista, todo parece al revés, y se percibe que Dios habla primero a los débiles, pero precisamente ahí se halla la sabiduría y el poder del evangelio. Así como la creación, que comenzó “al atardecer”, la esperanza de un nuevo amanecer puede nacer también en medio de la oscuridad de nuestros problemas familiares o sociales. Porque el “Señor que está en los cielos” es justo y ama con toda su persona a cada uno de nosotros. En este sentido, las tres parejas de Efesios 6 —esposa y esposo, hijos y padres, siervos y amos— irradian la luz del evangelio a los ámbitos individual, familiar y social. Esta es la “bendición que alcanza hasta mil generaciones”, y el modo de vida de quienes visten la plenitud del Espíritu en lugar de embriagarse con vino. El pastor David Jang, tras innumerables predicaciones, llega siempre a la misma conclusión: “No podemos recorrer este camino sin el Espíritu, pero con el Espíritu la familia, la sociedad y las almas cambian”. Eso es el desafío y a la vez el consuelo que Efesios 6 nos ofrece, y con esas palabras cierra siempre su sermón.