
1. Una vida que participa en el sufrimiento de Jesucristo
El pastor David Jang ha enfatizado constantemente, en múltiples sermones, conferencias y en su ministerio pastoral, “el evangelio de Jesucristo” y “la vida que participa en Su sufrimiento”. En especial, cada vez que llega el tiempo de la Cuaresma, insiste en la importancia de meditar profundamente en el camino de sufrimiento que Jesús recorrió por nosotros y de participar en él para darnos cuenta de la gran gracia que hemos recibido. La Cuaresma es el período de aproximadamente 40 días antes de la Pascua (excluyendo los domingos), en el que se conmemora el sufrimiento de Jesucristo y, por medio del arrepentimiento y la oración, nos preparamos para Su muerte en la cruz y Su resurrección. Generalmente, durante este periodo, los creyentes realizan un examen personal y buscan renovar el anhelo de seguir, aunque sea un poco, el camino que Jesús recorrió.
Cuando el pastor David Jang predica acerca de la Cuaresma, suele mencionar la enseñanza de ayuno que aparece en Mateo 6. La instrucción de Jesús —“Pero tú, cuando ayunes, perfuma tu cabeza y lava tu rostro” (Mt 6:17)— nos exhorta a no mostrar un semblante forzado de aflicción ni a exhibir nuestro sufrimiento para obtener aprobación. Es decir, en lugar de una tristeza mundana o de ostentar un dolor personal, Jesús nos llama a mantenernos “totalmente humildes delante de Dios, pero con paz y valentía frente a los demás”. En tiempos de sufrimiento, el mundo tiende a sumirse en una atmósfera oscura y melancólica, pero aquellos que tienen una fe verdadera deben confiar aún más en Dios y aprovechar este periodo para acercarse más a Él.
Sobre todo, el pastor David Jang recalca que la Cuaresma es el momento idóneo para meditar seriamente en el mensaje de salvación contenido en la cruz de Jesús. La cruz no es solo un símbolo del sufrimiento de Cristo; muestra la esencia de la “redención de Dios” y la “mediación” a favor de nosotros, pecadores. Debido a que Cristo murió en la cruz, nuestros pecados fueron perdonados, y gracias a su resurrección recibimos la esperanza de una nueva vida. Para entender plenamente este significado del evangelio, es indispensable esforzarse por asimilar el camino de Jesús a través de la oración y la meditación en la Palabra.
En sus sermones, David Jang señala con frecuencia que, en la actualidad, los cristianos cuando enfrentan tiempos de sufrimiento, a menudo reaccionan solo de la manera que el mundo exige o se dejan llevar por temores innecesarios, viviendo sumidos en la tristeza. Considera que esto sucede porque nos involucramos demasiado con las personas, buscando apoyo únicamente en ellas. Sin embargo, si somos creyentes en Jesús, aun en las pruebas y adversidades, debemos poder “perfumar nuestra cabeza y lavar nuestro rostro”, tal como dijo el Señor, mostrando así nuestra confianza y gozo en Dios. Por supuesto, esto no significa tomar el sufrimiento a la ligera ni reprimir toda tristeza. Simplemente subraya que incluso en esta época de aflicción sigue obrando, inmutable, la providencia de Dios y que no debemos depender exclusivamente de la mirada humana, sino centrar aún más la nuestra en Él.
Muchos hermanos y hermanas han tenido que vivir aislados y físicamente alejados de la comunidad de fe durante desastres de alcance mundial, como la COVID-19, o al enfrentar dolores y crisis personales. Pero el pastor David Jang interpreta este tiempo como “el desierto de Arabia para acercarnos a Dios”. Así como el apóstol Pablo, tras su encuentro con Jesús, pasó un tiempo en Arabia para una profunda formación espiritual, se nos exhorta a no ver el “distanciamiento social” ni la “soledad” de manera meramente deprimente o como un sentimiento de exclusión, sino más bien a convertirlos en una oportunidad para profundizar en la Palabra, orar más y estrechar nuestra relación con Dios.
Otro aspecto que el pastor David Jang destaca es la importancia de enseñar claramente a nuestros hijos y a la próxima generación lo esencial de la fe en tiempos de dificultad. Aunque los niños tengan menos oportunidades de aprender en la escuela o en otros lugares de educación, los padres deben aferrarse primero a la Palabra y explicar de forma sencilla las verdades fundamentales del evangelio (por ejemplo, las “Cuatro Leyes Espirituales” o los principios básicos) adaptadas a su nivel de comprensión. Asimismo, advierte no subestimar el alto grado de entendimiento y capacidad intelectual de los niños, sino impartirles sistemáticamente las enseñanzas bíblicas principales. Así como es crucial conocer la posición correcta de los dedos al teclear en un ordenador o smartphone, también lo es “abrochar el primer botón de la fe” de manera correcta para el buen desarrollo de la vida cristiana.
De lo que más debemos cuidarnos es de que, en esta era de internet y redes sociales, los creyentes no terminen “hurgando en los contenedores de basura espiritual”. Vivimos en un entorno en el que se puede acceder fácilmente a contenido pornográfico y a todo tipo de información dañina, por lo que un instante de curiosidad puede enfermar tanto nuestro espíritu como nuestro cuerpo. Esto sucede sobre todo cuando, al prolongarse la soledad y el tedio, crece la tentación de consumir contenido de internet o medios digitales para “matar el tiempo”. Ante ello, el pastor David Jang utiliza la expresión “el basurero llamado Gehena (infierno)” para referirse a estos contenidos perjudiciales. Así advierte que no permitamos que roben nuestro corazón y nuestro tiempo, y más bien nos anima a meditar en libros bíblicos como los Salmos o Romanos, para experimentar una purificación espiritual.
En definitiva, la Cuaresma es una invitación a recordar la “experiencia del sufrimiento” sin temerlo ni mirarlo solo con negatividad, sino a contemplar en medio de él la gracia de Dios y aprovecharlo como un tiempo de renovación espiritual. El mensaje de salvación proclamado por la cruz y la resurrección de Jesucristo no es un suceso relegado al pasado; al contrario, es un acontecimiento de gracia que hoy pueden experimentar y disfrutar tanto uno mismo como la familia y la comunidad de fe. El mensaje de David Jang para la Cuaresma surge precisamente de aquí: “Perfuma tu cabeza y lava tu rostro”. Al tomar estas palabras de Jesús de forma literal, significa no perder la presencia y la paz del Señor ni siquiera en tiempos de aflicción, sino acercarnos más a Él. En esto consiste el verdadero espíritu de la Cuaresma y la vida que participa en el camino de Jesús.
2. Aferrarnos a la esencia del evangelio
El pastor David Jang no solo en Cuaresma, sino también en sus prédicas y conferencias habituales, exhorta con frecuencia a que seamos “expertos en Romanos”. Romanos, una de las epístolas escritas por el apóstol Pablo, es un libro que contiene la esencia de la doctrina cristiana y posee una gran profundidad teológica y espiritual. Pablo aborda de manera profunda y perspicaz temas tan amplios como el pecado y la gracia, la salvación y la justificación, la soberanía de Dios y la responsabilidad humana, así como la vida de la iglesia. Por ello, no solo “leerla” en su totalidad, sino entender profundamente su contenido y aplicarlo a la vida, es una tarea fundamental para todo creyente.
El pastor David Jang hace especial hincapié en Romanos porque, en su opinión, la iglesia y los creyentes de hoy a menudo olvidan los conceptos esenciales del evangelio que Pablo subrayaba. Aunque muchos digan que creen en Jesús, no experimentan la grandeza y el asombro de la gracia salvadora que Él ofrece, ni la trascendencia de la justificación —el ser declarados justos a pesar de ser pecadores—, y se limitan a repetir prácticas religiosas de forma rutinaria. Romanos establece un claro contraste entre “pecado y gracia”, “ley y evangelio”, “condena y salvación”, declarando de manera diáfana lo perfecta y maravillosa que es la obra salvadora de Dios.
En primer lugar, en Romanos 1:18 y siguientes, Pablo aborda la “ira de Dios”, y el pastor David Jang nos llama a prestar atención a ese punto. A través de ese pasaje, nos insta a reconocer debidamente cuán terrible es la condición humana bajo el pecado. La ira de Dios, que juzga el pecado y revela Su santidad, no es una explosión emocional, sino la manifestación simultánea de la justicia y el amor de Dios. A la gente no le gusta admitir su pecado, pero en el capítulo 1 de Romanos, Pablo muestra de manera sistemática lo generalizado de nuestra maldad y cómo ésta provoca la justa ira y el juicio de Dios.
El pastor David Jang enseña que solo entendiendo cabalmente la “ira de Dios” podemos darnos cuenta en verdad de la “gracia de Dios”. Es decir, el hombre debe reconocer que es pecador y que no tiene más remedio que comparecer ante el juicio divino, para que la cruz de Jesucristo revele con precisión todo su significado. De lo contrario, la muerte sustitutoria y la resurrección de Cristo se quedan en un simple conocimiento doctrinal. Por esta razón, del capítulo 1 al 3 de Romanos, donde se presenta el pecado, el juicio y la promesa de salvación en medio de ello, son secciones que, según David Jang, debemos aferrarnos firmemente.
Él mismo relata que, en 2003, impartió una conferencia sobre Romanos en Estados Unidos y que al repasar recientemente aquel material sintió de nuevo una gran bendición. Por ello, ha organizado aquellas enseñanzas y las ha difundido ampliamente, animando a los creyentes a estudiarlas “aunque sea por obligación”. La razón es que Romanos contiene verdades de tal importancia y tan minuciosamente desarrolladas, que, si no comprendemos su doctrina de forma sistemática, corremos el peligro de desvirtuar nuestra fe o quedarnos en un nivel superficial.
De hecho, Romanos tiene como tema central la “justificación por la fe” (la verdad de que somos hechos justos a través de la fe). Pablo asegura que, así como en Adán todos los seres humanos son pecadores, en Cristo todos los que creen son declarados justos. Esta enseñanza es el núcleo que recorre el Antiguo Testamento —sus pactos y las profecías—, la encarnación y la vida pública de Jesús, su muerte en la cruz y su resurrección. A lo largo de la historia de la iglesia, fue también la verdad esencial que los reformadores (como Lutero y Calvino) redescubrieron y proclamaron en gran escala. El pastor David Jang hace hincapié en este punto una y otra vez, señalando que toda la epístola de Romanos nos orienta a contemplar la iglesia y el mundo a partir de este “evangelio de la justificación”.
Además, en Romanos 8, Pablo proclama la verdad de que “la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús te ha librado de la ley del pecado y de la muerte”. El creyente no solo ha sido perdonado por sus pecados, sino que, gracias a la presencia del Espíritu Santo, puede avanzar cada día hacia la santidad con poder. El pastor David Jang hace especial referencia a este capítulo para insistir en que quienes creen en Dios no deben volver a caer en la esclavitud del pecado ni vivir en la apatía. Somos criaturas nuevas en Jesucristo, y el Espíritu de Cristo habita en nosotros, por lo que se nos exige vivir de forma completamente distinta a como vivíamos antes.
Así, Romanos abarca temas amplios que van desde la doctrina de la salvación hasta la del Espíritu Santo y la vida de iglesia, y, finalmente, plantea la pregunta práctica: “¿Cómo debe vivir el creyente, como persona salvada?”. Los capítulos de Romanos 12 en adelante responden a esa cuestión, basándose en los fundamentos doctrinales expuestos previamente. El pastor David Jang describe este proceso como la “encarnación del evangelio en nosotros”. Es decir, no basta con tener conocimiento mental; el evangelio debe hacerse visible en la vida cotidiana. Hay personas que leen la Biblia y estudian la doctrina sin que su vida cambie en lo más mínimo, y esto sucede porque toman la Palabra como mero “objeto de estudio”. Por ello, cuando el pastor David Jang insta a “hacerse expertos en Romanos”, recalca la importancia de encarnar la enseñanza bíblica en todas las áreas de nuestra existencia.
En resumen, el “Proyecto de dominación de Romanos” que propone el pastor David Jang no es un mero ejercicio de lectura bíblica, sino un proceso por el cual asimilamos las doctrinas básicas de la salvación, renovamos nuestro espíritu y reorientamos nuestra vida. A través de este estudio, el creyente llega a entender con claridad: “Cuál era mi condición de pecador”, “Qué gracia de salvación he recibido en Jesucristo” y “De qué manera debo vivir, apoyado en el poder del Espíritu Santo”. A medida que se profundiza en este entendimiento, el culto, la oración, la comunión, el servicio y la evangelización se practican con un sentido completamente distinto al de antes.
3. Restauración de la identidad
Al mismo tiempo que el pastor David Jang enfatiza la Cuaresma y la meditación en Romanos, también predica el mensaje de la “restauración de la identidad” basándose en el capítulo 43 de Isaías. “Isaías 43” es un pasaje muy conocido en el que, en medio del exilio en Babilonia y la consiguiente desesperación del pueblo de Israel, Dios declara: “No temas”. “Ahora, así dice Jehová, Creador tuyo, oh Jacob, y Formador tuyo, oh Israel: No temas, porque yo te he redimido; te he llamado por tu nombre; mío eres tú” (Is 43:1). Este versículo reafirma a los israelitas, que se encontraban sumidos en la oscuridad y la desesperación, recordándoles que “ellos son el pueblo escogido de Dios y Su posesión exclusiva”.
El pastor David Jang aplica la misma declaración a la perspectiva que tienen de sí mismos los cristianos de hoy, recalcando su vigencia. Con frecuencia, al enfrentarnos a dificultades en el mundo, a sentimientos de culpa o a la opresión de la depresión espiritual, tendemos a subestimarnos y perder de vista la esencia de la fe. Sin embargo, Dios dice con claridad: “Yo soy el que te creó; tú eres mío”. Si dejamos pasar esta verdad, nuestra vida quedará a merced de las circunstancias o de las tentaciones del mundo. En cambio, debemos vernos como “criaturas valiosas hechas por Dios” y, al mismo tiempo, como “pecadores redimidos por Él”. Esta perspectiva desmorona el orgullo humano y nos sitúa plenamente delante de Dios.
Asimismo, el versículo 2 de Isaías 43 declara que ni las aguas nos inundarán ni el fuego nos quemará, prometiendo la protección y la guía de Dios. Incluso en el contexto históricamente funesto del exilio en Babilonia —un entorno que amenazaba con engullir la vida de Israel—, el pueblo seguía teniendo esperanza porque confiaban en la promesa de que su Creador jamás los olvidaría. Al respecto, el pastor David Jang subraya la necesidad de reconocer “la soberanía de Dios”. Él, como Creador, es nuestro dueño, y nosotros somos Su obra y Su posesión. Comprender y aceptar esto nos permite afrontar cualquier tempestad sin que nos destruya, porque estamos cimentados en la fe en Dios.
El pastor David Jang explica la soberanía de Dios en términos contemporáneos, señalando que el Creador tiene los derechos definitivos sobre todo lo que ha hecho. Por ejemplo, si existe un edificio, su verdadero dueño es quien lo construyó. Nadie más puede modificarlo, derribarlo o cambiar su función sin autorización. De la misma manera, nuestras vidas pertenecen a Dios, nuestro Hacedor, y por ello le corresponde legítimamente la autoridad sobre nosotros. No obstante, en la sociedad actual, la tendencia a exaltar la autonomía y la autodeterminación ha conducido, en la práctica, a negar la soberanía de Dios. La humanidad decide por sí misma sus criterios de vida, determina qué es bueno o malo y, en definitiva, ignora la voluntad del Creador.
Por otra parte, Isaías 43 anuncia que, a pesar del trágico exilio en Babilonia, el pueblo de Dios no perecería y sería restaurado. Esto demuestra que “la salvación de Dios trasciende el tiempo y el espacio, rescatando a quienes confían en Su promesa”. El pastor David Jang considera que lo mismo sucede hoy ante las crisis y tribulaciones de nuestro tiempo. Cuando la COVID-19 azotó al mundo, muchos cayeron en el temor y la desesperanza. En medio de esta situación, el pastor David Jang predicó basándose en el pasaje: “No temas, porque yo te he redimido; te he llamado por tu nombre; mío eres tú”, invitando a recuperar la confianza en Dios y a confirmar la identidad que Él nos concede.
Especialmente significativo es el versículo 4 de Isaías 43: “Porque a mis ojos fuiste de gran estima, fuiste honorable, y yo te amé”. Este texto enfatiza cuán valiosos somos para Él. A menudo, nos subestimamos o dejamos que nuestra identidad se vea sacudida por la opinión de los demás. Pero la Biblia declara con firmeza “cuán valiosos somos ante los ojos de Dios”. Esto no significa que, puesto que el Dios santo siempre está de nuestro lado, podamos obrar a placer. Más bien, implica que somos hijos de Él y hemos de crecer continuamente hacia la santidad. Al comprender y aceptar esta identidad sagrada, nuestras palabras y acciones van siendo transformadas para asemejarse cada vez más al carácter de Dios.
Con el mensaje de Isaías 43 como base, el pastor David Jang vuelve a destacar el llamado de la iglesia y de los creyentes. En un presente donde el camino de la salvación y el de la perdición se abren ante nuestros ojos, debemos elegir seguir el camino de la salvación y, a la vez, conducir a otros hacia él. Tal como se declara en Jeremías 21:8: “He aquí pongo delante de vosotros camino de vida y camino de muerte”, también hoy nuestra decisión determina el desenlace de nuestra existencia. Incluso con el “distanciamiento social”, podemos acercarnos más a Dios; es más, podemos hacer que este periodo sea una oportunidad para profundizar espiritualmente y redescubrir nuestra identidad y misión.
Asimismo, el pastor David Jang aconseja restablecer también nuestra salud física durante esta etapa. Muchos han experimentado un debilitamiento físico debido al mayor sedentarismo durante la COVID-19. Sin embargo, la salvación que describe Isaías 43 no se limita a nuestra alma, sino que apunta a la restauración total de la vida bajo la soberanía de Dios. El pastor David Jang a menudo menciona en sus sermones la necesidad de hacer 200 flexiones, ejercicios de sentadillas, o incluso instalar algún aparato en el marco de la puerta para ejercitarse en casa. Basado en 2 Corintios 7:1 (“limpiémonos de toda contaminación de carne y de espíritu”), insiste en la importancia de un crecimiento equilibrado entre lo espiritual y lo físico.
En síntesis, Isaías 43 reafirma que, aun en medio de la desesperación y la aflicción, “Dios sigue siendo el soberano, nos ama y nos restaura”. A partir de este pasaje, el pastor David Jang enseña sobre nuestra identidad y a quién pertenecemos, por qué debemos recibir nueva vida en Jesucristo y cómo aplicar concretamente esta salvación en el presente. Al oír que Dios dice: “Tuyo soy”, no solo vivimos liberados del pecado y la muerte, sino que sentimos al mismo tiempo el gozo y la responsabilidad que emanan del hecho de ser “posesión de Dios”.
En conclusión, el pastor David Jang llama a los creyentes a, por un lado, sumergirse en el estudio de Romanos durante la Cuaresma para aferrarse con firmeza a la esencia del evangelio —el pecado y la gracia, la salvación y la justificación— y, por el otro, a meditar en Isaías 43 para comprender que nuestra identidad y pertenencia se encuentran en Dios, de modo que no perdamos la esperanza en tiempos de prueba, sino que aprovechemos para acercarnos más a Él. Asimismo, nos anima a transmitir los fundamentos de la fe a nuestros hijos y a velar por nuestro cuerpo a fin de mantenerlo sano. En definitiva, los mensajes y sermones que se pueden resumir bajo la etiqueta “Pastor David Jang” apuntan a que, en esta Cuaresma, miremos a Jesucristo, asimilemos la esencia del evangelio que enseña Romanos, y recuperemos la identidad proclamada en Isaías 43. Todo esto con el propósito de que los creyentes de hoy se relacionen correctamente con Dios y avancen hacia la madurez espiritual.
No se trata de una exhortación puntual, sino de un llamado a conocer más profundamente a Dios, a examinarnos a la luz de Su Palabra, a buscar la santidad en el Espíritu y a reflejar a Jesucristo en la iglesia y en el mundo, de manera perseverante y continua. Al igual que indica Romanos 10:6-8, no tenemos que subir al cielo ni bajar al abismo para conocer a Cristo, porque “la palabra está cerca de nosotros”. Esa Palabra contiene fe y vida y, cuando se manifiesta de manera plena en nuestro corazón por la acción del Espíritu Santo, experimentamos una verdadera restauración y un avivamiento que no se limita a un estado emocional pasajero, sino que edifica la iglesia y bendice al mundo.
En síntesis, el mensaje del pastor David Jang contiene los siguientes puntos clave:
- Durante la Cuaresma, reflexionemos tanto en el sufrimiento como en la gracia, manteniendo la actitud de “perfumar nuestra cabeza y lavar nuestro rostro” que enseñó Jesús, es decir, confiando y gozándonos en Dios incluso en la adversidad.
- Profundicemos en Romanos para asimilar las doctrinas esenciales de la fe cristiana —el pecado y la gracia, la salvación y la justificación, la nueva vida en el Espíritu— y fortalecer así nuestra experiencia de la salvación.
- Interioricemos la declaración de Isaías 43: “Tú eres mío”, reconociendo que nuestra identidad y pertenencia están en Dios, y confiemos en Su protección y poder redentor aun en medio de toda aflicción.
Estos tres aspectos están íntimamente relacionados y constituyen la fuerza que consolida nuestra fe y transforma nuestra vida. El resultado es un crecimiento continuo en el Señor, que se traduce en una fe más sólida, una vida práctica que refleja el evangelio y un testimonio que puede impactar a la iglesia y a la sociedad. Que así sea.